Espero sinceramente, y hablando muy, pero que muy en serio, que al menos una parte de la población, ojalá fuese toda, se negara a que trastearan con su cabeza.

Es que al final, 1984 va a se verdad que no vendrá como algo impuesto, sino como algo voluntario, fruto de la idiotez humana.

Prefiero ser el tonto del barrio, el analógico, antes que el idiota que de acceso a la parte más esencial de su ser, la que lo define y el último lugar donde es posible ser libre.

Sólo las posibles implicaciones de manipulación y control, de los usuarios de implantes como estos, es más que suficiente como para rechazar de plano esta alternativa.

Ya tengo bastante con lo molesto que es que alguien te pregunte ¿ En qué piensas? cuando no te apetece contestar, para que ni siquiera tenga que hacerlo. Y como ha sucedido con internet y los smartphone ya queda claro, que no hay nada gratuito. Nada pensando en las personas, sino en los intereses corporativos (hoy en día sinónimo de gobierno).

Al menos, ahora puedo apagar el movil si quiero estar tranquilo.