Transhumanismo, Posthumanismo y Postbiología

Todo parece indicar que la humanidad avanza inexorablemente hacia el transhumanismo. Que la culminación del transhumanismo es el posthumanismo. Y que la culminación del posthumanismo nos lleva a la postbiología. Perdonadme la simplificación un poco de estar por casa, pero es para enmarcar un poco todos esos conceptos de forma entendible y coloquial.

El Transhumanismo ha sido definido como “un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías, para que se puedan eliminar aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana, como son: el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento y hasta la condición mortal".
Influenciado por trabajos y obras primarias de ciencia ficción, la visión transhumanista de una futura humanidad tecnológica ha generado muchos partidarios y detractores.
Por ejemplo, el Transhumanismo ha sido descrito por Francis Fukuyama como «la idea más peligrosa del mundo», mientras que Ronald Bailey considera que es un «movimiento que personifica las más audaces, valientes, imaginativas e idealistas aspiraciones de la humanidad».

El biólogo Julian Huxley es generalmente considerado como el fundador del Transhumanismo y acuñó el término en un artículo escrito el 1957.
El científico informático Marvin Minsky escribió sobre las relaciones entre el ser humano y la inteligencia artificial empezando los 60s del siglo pasado; y en las décadas siguientes, este movimiento siguió generando pensadores influyentes como Hans Moravec y Raymond Kurzweil.

El transhumanismo enfatiza la perspectiva evolutiva incluyendo la creación de una especie animal altamente inteligente por medio de mejoras cognitivas; y busca aplicar la razón, la ciencia y la tecnología para reducir la pobreza, las enfermedades, las discapacidades y la malnutrición en todo el mundo.
A menudo, los transhumanistas ven el mero concepto de lo "natural" como problemático, algo  que se convierte en un obstáculo para el progreso.

El Transhumano sería un ser humano en transformación, con algunas de sus capacidades físicas y psíquicas superiores a las de un ser humano “normal” pero todavía no “posthumano”.
Así que como decía al principio, la culminación del proceso transhumanista, de esa metamorfosis tecnológica, inicia una nueva etapa que podría entenderse como Posthumanismo.
Un posthumano podría gozar de una prolongación de la vida sin deteriorarse, tendría mayores capacidades intelectuales, tendría un cuerpo conforme a sus deseos, podría engendrar copias de sí mismo y dispondría del control absoluto sobre sus emociones.
El Posthumanismo plantea el tema de un hombre generado in vitro, mejorado genéticamente, biónico, e incluso, clonado.
La humanidad está a las puertas de un nuevo salto evolutivo basado en las posibilidades de manipulación de sus genes y en las de la simbiosis hombre-máquina, lo que ha dado origen a diversos escenarios de evolución que, por un lado asustan, y por otro, son motivo de esperanza. Al final, supongo que todo dependerá del uso que los humanos le demos a la tecnología.

José Luis Cordeiro es un científico, ingeniero y socio fundador de la Universidad de la Silicon Valley. Es perfecto conocedor y espectador de primera fila de los avances que se están desarrollando allí, en la meca de la tecnología biológica y biónica. Y no tiene ningún reparo en ponerle fecha al fin a la muerte, e incluso, a la marcha atrás o rejuvenecimiento de los humanos: estima que será realidad en el año 2050.
Este hombre asegura firmemente que “los robots no heredarán la tierra”, y lo aclara con toda su seguridad, “…pues los robots, seremos nosotros", añade.
Esta es una idea que ya hemos tratado en este canal: la paulatina metamorfosis robótica humana que podría convertirnos en seres artificiales previo abandono escalonado de la biología.

Cordeiro incluso se atreve a afirmar otros plazos que están a la vuelta de la esquina: “En 2.029, el ser humano no sabrá si está hablando con un igual o con una máquina”.
Su afirmación nos evoca esos sistemas operativos hablantes que vimos en la película Her. No tanto por suponer que habrán llegado a un punto evolutivo que los dota de verdadera conciencia, sino por su capacidad de simularla y reproducirla convincentemente.

Sistemas hablantes en naves, casas, vehículos o chismes más personales, nos acompañarán diariamente allanando el terreno hacia una aceptación de la inteligencia artificial más avanzada y los procesos de digitalización asociados a ella.
La mayoría de expertos transhumanistas apuntan hacia una misma línea: el desarrollo tecnológico busca consolidar la integración entre el hombre y las máquinas.
Muchos investigadores apuntan alto y aseguran que unas pocas décadas se conseguirá hasta digitalizar el yo: es decir, trasladar nuestras funciones y capacidades mentales a una máquina o a otro cuerpo.
Ante este incesante avance y metamorfosis humana, el siguiente paso lógico, después del Posthumanismo, es la Postbiología: vivir sin cuerpos biológicos. O lo que es lo mismo: Llegar al momento en que habremos abandonado por completo la biología (desterrándola a al olvido).

Tanto Transhumanistas como posthumanistas debaten acerca de lo que significa ser un humano y si en el futuro es inevitable que nos desprendamos del cuerpo físico biológico, para pasar a ser seres post-biológicos.
Para algunos, tal escenario representaría el fin de la especie humana. Pero para otros, el recipiente biológico no es lo que importa sino el flujo de información que se baraja mentalmente.
La cuestión de fondo la hemos formulado infinidad de veces: ¿La conciencia tiene inevitablemente su base en la biología? ¿Solo un ser orgánico puede tener conciencia?

Steven Dick, es un astrofísico especializado en astrobiología y un experto del universo post biológico. Él concluye: "La existencia de una raza de robots alienígenas sensitivos no solo podría ser posible, sino incluso, inevitable. Podríamos estar viviendo ya en un universo postbiológico, en el que los extraterrestres inteligentes han cambiado sus cerebros a máquinas artificiales".
No es difícil imaginar que otras civilizaciones más antiguas que la nuestra hayan transicionado desde la biología hasta la postbiología en el pasado.
Los extraterrestres pueden haber alcanzado ya un estado de su evolución en el que, una vez agotado el potencial de sus cerebros biológicos, han dado el siguiente paso lógico y optaron por cerebros robotizados equipados con inteligencia artificial superior.
Esta metamorfosis cerebral podría no estar tan lejos para los humanos...

Algunos científicos piensan que dentro de algunas décadas tendrá lugar un fenómeno denominado "singularidad tecnológica" y máquinas dotadas de cerebros informatizados se volverán sensitivas y sobrepasarán la inteligencia humana.
Las civilizaciones equipadas con tecnologías situadas a años luz de la nuestra, podrían haber experimentado ya esta singularidad hace miles (e incluso, millones de años).

Dicho esto, si los seres post biológicos existen seguramente no estén interesados en nosotros...
El abismo entre sus mentes y las nuestras podría ser tan grande que impediría la comunicación, o podrían considerar que somos demasiado insignificantes como para merecer su atención.
Al juzgar por el rumbo evolutivo tomado por nuestra especie... ¿Es la vida biológica en la Tierra sólo una etapa? ¿Un simple paso, hacia nuestra inevitable existencia postbiológica?

Esa Singularidad que está por llegar nos propone tres elementos fundamentales a desarrollar: la Superinteligencia, la Superlongevidad y el Superbienestar.
Estas propuestas son retos de nuestra sociedad y sobre todo, suponen un gran desafío para las tradiciones religiosas. Algunos creen que dichos cambios dinamitarán las creencias religiosas. Pero otros argumentan que mejorar la condición humana no deber entendido como una crítica a la Obra del Creador sino como el mero despliegue de nuestras capacidades dadas: algo natural y lógico, teniendo en cuenta nuestra naturaleza y condición. Es decir, que en cierto modo, dios ya lo tiene previsto y es algo consecuente.
Muchos piensan que alrededor de nuestras futuras posibilidades biotecnológicas y cibernéticas, crearemos nuevos rituales religiosos (como lo hicimos entorno al fuego o, posteriormente, con las plantas medicinales). Pero la realidad es que no sabemos cómo va a afectar a las prácticas religiosas el despliegue de la tecnología.

 

El Transhumanismo, el Posthumanismo y la culminación Postbiológica parten de una base materialista.
Si somos totalmente materia y si logramos un día entender perfectamente cómo funciona el hombre, ¿qué dificultad encontraremos para hacer un hombre artificial?
Llegará un momento, en que podremos hacer unas réplicas humanas perfectas, idénticas al hombre, pero artificiales.
Este reduccionismo materialista sienta las bases para que, bajo la suposición que no hay condicionantes inmateriales espirituales inescrutables, podamos amasar y moldear nuestra existencia con el debido conocimiento a lo largo del tiempo.
Así pues, se reduce al hombre a un ser material; una estructura descifrable, reproducible y simulable en otros soportes.

 
Desde el punto de vista bioético inmediato, las implicaciones más graves que pueden verificarse si se llevan a cabo todas estas teorías futuristas son la eliminación eugenética de seres humanos “imperfectos” o con malformaciones, así como la creación y diseño de embriones humanos “más perfectos”.
Además, los problemas que pronto nos encontraremos, son:
Antes de llegar a producir un hombre “perfecto” o posthumano, ¿qué hacer con todos los hombres “no perfectos”?
Mientras conviven humanos, posthumanos y robots, ¿Quién establecerá los relativos derechos y con arreglo a cuáles principios serán todos iguales?
¿O, tal vez, derechos y deberes no serán iguales?
¿Cuál será el fundamento de la igualdad o de la desigualdad?
¿Y quién establece los límites y las normas de la mejora biotecnológica? ¿El estado? ¿Los tecnócratas?
¡Menudo lío!