Ciencia

Los humanos llevamos milenios imaginando el futuro, y solemos emplear esos futuros para criticar la realidad del momento.
Mientras que una buena parte de la ciencia ficción se ha convertido en narraciones de la destrucción de la Humanidad, Star Trek es, al mismo tiempo que sensible a los problemas de la sociedad de su tiempo, optimista sobre las posibilidades del futuro.
Su esencia es que el futuro será difícil, comportará sacrificios, hasta incluirá dolor, pero será mejor que el presente.
En Star Trek el ser humano ha sobrevivido a una guerra atroz, y desde las ruinas de su civilización, ha conquistado una tecnología que le permite explorar el cosmos y evolucionar sanamente como especie.
La guerra y lo militar se rechazan, y la función de la flota estelar es la exploración y la diplomacia, no el combate.
Si no queda más remedio que luchar se lucha, pero siempre como último recurso y para defender, no para conquistar.
Entre los principios básicos del comportamiento de la flota estelar, está la no injerencia en los asuntos de las otras especies (aunque a veces, se hacen excepciones por razones altruistas).
En nuestra realidad, esta filosofía tan loable y considerada, ha servido para justificar que los contactos extraterrestres no se hayan producido. Los extraterrestres son presumiblemente seres bondadosos, y no quieren inmiscuirse en nuestros asuntos...
Star trek se diseñó para analizar los problemas sociales de su época: La Guerra Fría, los Hippies, los Derechos Civiles en los EE UU, Vietnam, etc (por eso la tripulación es tan multiétnica y variada). Se procuraba mantener una sensación de unidad y tolerancia, ante las rivalidades sociales y políticas del momento.
Suele decirse que el beso entre Uhura y Kirk fue el primero interracial en aparecer en televisión, y aunque no es del todo cierto, sí tuvo un gran impacto dada la popularidad de la serie.
Bien. Pero, ¿donde han quedado esas buenas intenciones? ¿El sueño de Star Trek se está confirmando, o nos alejamos de ese anhelado futuro?
El intento actual más claro de un futuro prometedor, es Asgardia. Se trata del proyecto de crear una nueva nación desde la que el acceso al espacio exterior esté libre de todo control de las naciones existentes. Un oasis espacial en medio del caos: Una utopía.
En junio de 2017, aproximadamente 210.000 personas habían obtenido la ciudadanía de esta hipotética nación (que no es mucho, teniendo en cuenta las facilidades que ofrecen).
Asgardia tiene de momento como objetivo poner una serie de satélites en órbita, para más adelante convertirse en una colonia en órbita.
De momento, el ambicioso proyecto para crear una nueva «sociedad pacífica» en el espacio, se materializó (simbólicamente) tras el lanzamiento de un satélite del tamaño de una barra de pan.
Para los responsables del proyecto, el lanzamiento del pequeño satélite satisface la última condición necesaria para su admisión a la ONU: que deje de ser virtual y tenga un territorio soberano definido.
Los organizadores de Asgardia están convencidos de que establecer una pequeña nación en órbita, es mucho más fácil que colonizar el planeta Marte. Y seguramente tengan razón, sino fuera por su intención explícita de independencia.
Crear un nuevo marco legal para la exploración pacífica del espacio libre del control de las naciones terrestres, no es tarea fácil.
Su objetivo es crear un espacio "desmilitarizado" para el desarrollo científico, y proteger a la Tierra de amenazas como los asteroides, las tormentas solares o la basura espacial.
Sin embargo, los acontecimientos recientes no parecen ir por el camino de la cooperación pacífica espacial...
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, tiene como intención militarizar el espacio.
“Mi nueva estrategia nacional para el espacio, reconoce que el cosmos es un campo de batalla igual que lo son tierra, aire y mar. Incluso podríamos tener una Fuerza Espacial”, dijo el presidente.
El gran negocio de la guerra podría haber encontrado un nuevo nicho para aumentar sus suculentas ganancias.
El presidente de Estados Unidos, ya ha dado instrucciones al Pentágono para que cree una nueva rama del Ejército encargada exclusivamente de velar por la seguridad en el espacio. La nueva “fuerza espacial”, como la ha bautizado el presidente, funcionaría como una rama independiente del Ejército, dedicada a las operaciones militares en el espacio. Con esta decisión, Trump pretende mantener el liderazgo militar estadounidense en todos los ámbitos y evitar que China, Rusia y otros países le tomen la delantera.
Para los rusos, “EE.UU. ha abierto una caja de Pandora”, y ya han acusado a los Estados Unidos de "desestabilizar el mundo" y "militarizar el espacio", lo que "puede minar la seguridad internacional".
Los chinos por su parte, insisten en que el espacio es un bien que le pertenece a toda la humanidad, y ellos siempre han defendido su uso pacífico. Están en contra de semejante militarización y la carrera armamentista en el espacio.
Hasta el momento, ningún país tiene una rama abiertamente militar en el espacio, pero basta con que uno solo la tenga para que los demás también la desarrollen para no quedarse atrás. Movidos por el miedo, es probable que otros países sigan este peligroso camino.
El mandatario estadounidense señaló que en un inicio no se tomó esa idea en serio, pero luego de pensarla, llegó a la conclusión de que se trataba de un magnífico proyecto.
Y así es como la insensatez de un hombre (eso sí, votado por los estadounidenses, no lo olvidemos), podría terminar con el hermoso sueño de un futuro pacífico; el sueño de la cooperación espacial, el sueño de Asgardia, y a la postre, el precioso sueño de Star Trek.