Miquel Barceló, divulgador científico y experto en ciencia ficción: "los aficionados al género empezaron a pensar en posibles consecuencias de la clonación humana desde que Huxley publicó ‘Un mundo feliz’ en 1932". “Si se consigue sacar beneficios de clonar humanos, se hará”
ENTREVISTA: "LA CIENCIA FICCIÓN ES EL MEJOR ENTRENAMIENTO PARA VIVIR EN EL FUTURO"
Por Luis Alfonso Gámez – Castelldefels
Es un vicioso de la ciencia ficción desde que se inició en el género en plena niñez. «A los nueve años -recuerda Miquel Barceló-, quise coger un libro de los que mi padre tenía arriba del todo en la estantería para que yo no llegara. Me subí a un montón de sillas, con peligro para mi vida, y cogí "Amos de títeres", de Robert Heinlein». Del trauma provocado por una novela en la que babosas extraterrestres se adhieren a la nuca de sus víctimas y les roban la personalidad, "nunca me he recuperado", bromea.

Pregunta- Estamos prácticamente en 2001, pero muy lejos del futuro que pintó Stanley Kubrick.
Respuesta- Sí. En los años 50 ó 60, se podía predecir que igual se ponía un hombre en la Luna en 1969; pero nadie fue capaz de augurar que, tres años después, se reduciría drásticamente la inversión en la exploración espacial. Ese parón hizo que ahora llevemos un cierto retraso. De todos modos, "2001: una odisea del espacio" tiene un defecto como película que nos reveló "Blade runner".
P- ¿Cuál?
R- La mayoría de las películas de ciencia ficción de la primera época muestra una sociedad con un solo estilo arquitectónico y de decoración muy limpio, muy blanco. "Blade runner" nos enseñó que las sociedades humanas son acumulaciones de cosas. Si vas a Barcelona, hay un edificio de la época romana, otro medieval, otro barroco... En "Blade runner", se ve eso. En cambio, en "2001...", impera la vieja idea de que en el futuro habrá una sola cosa.
P- ¿La ciencia ficción actual es más realista que la de los Isaac Asimov, Robert Heinlein o Arthur C. Clarke?
R- La actual refleja una realidad: que las sociedades humanas son sucias, que se hacen por acumulación. Las ideas brillantes datan de antes. Herbert G. Wells inventó en el siglo XIX la invasión extraterrestre, al hombre invisible... Luego, ha habido reelaboraciones. Ahora, se presta mucha más atención al aspecto literario, a los sentimientos de los personajes y ese tipo de cosas.
P- ¿Prefiere los clásicos o los contemporáneos?
R- Tengo la gran ventaja, o desventaja, de que soy capaz de leer a Asimov y a Neil Stephenson, a Clarke y a Sheri Tepper. Me gusta casi toda la ciencia ficción mientras me sugiera cosas que me sorprendan, que no sean de mi mundo cotidiano y me hagan pensar si las podré ver o lo que podría suceder si las viera.
P- ¿Por ejemplo?
R- Cuando el australiano Gren Egan, en "Ciudad permutación", imagina la posibilidad de descargar el contenido de un cerebro humano en un ordenador y, a partir de ahí, seguir viviendo, eso no es ninguna tontería. Egan lleva treinta años trabajando en informática. Sabe lo que dice, sabe que en nuestro cerebro hay unas estructuras e imagina cerebros humanos descargados en ordenadores. Lo que proyecta seguramente no se cumplirá, pero no es un disparate. Muchos autores de ciencia ficción conocen la ciencia y sueñan futuros posibles; pero desde la racionalidad de lo posible, no desde la locura de la imaginación.
P- A partir del último artículo aparecido en "Nature" o "Science".
R- Sí, en algunos autores se da eso. Vamos a ver, "La guerra de las galaxias" no es ciencia ficción, es una novela del oeste vestida con trajes espaciales. Pero Harry Harrison ha escrito una novela con Marvin Minsky, uno de los padres de la inteligencia artificial, en la que un individuo tiene un accidente y le implantan una red neuronal que hace las veces de medio cerebro. Esa idea no es tan descabellada: alguien ha pensado la posibilidad real de que pueda ser factible y le ha dado visos de verosimilitud.
P- ¿Cómo definiría la ciencia ficción?
R- No me gusta citar a Nietzsche, pero tiene una frase brillante que dice: "Sólo se puede definir aquello que no tiene historia". La ciencia ficción, como tiene historia, no se puede definir, porque, por ejemplo, la de Wells es distinta de la de Asimov, que es distinta de la de Tepper. Sin embargo, la definición que me parece más operativa es la de Asimov cuando dice que es "el estudio de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología". No quiere decir que hable de ciencia y tecnología, sino de las consecuencias de sus avances en las sociedades humanas.
Realidad cambiante
P- Ahora, semana a semana, se suceden descubrimientos que pueden tener gran impacto en nuestras vidas.
R- En "El shock del futuro", un éxito de ventas de los años 70, Alvin Toffler transmite la idea de que el futuro se nos echa encima a marchas aceleradas. Es algo que no ocurría hace quinientos años. Tenemos la sensación de que las cosas cambian muy deprisa. De alguna manera, la ciencia ficción es el mejor entrenamiento para vivir en el futuro.
P- Entonces, los aficionados a la ciencia ficción juegan con ventaja en una sociedad tan cambiante.
R- Sí. En 1997, la gente se extrañó del nacimiento de la oveja Dolly por clonación. Los aficionados a la ciencia ficción no, porque empezaron a reflexionar sobre posibles consecuencias de la clonación humana desde que Aldous Huxley publicó "Un mundo feliz" en 1932.
P- El género nació en el siglo XIX, ¿no?,
R- Para mí y para mucha gente, empezó con Mary Shelley y "Frankenstein", porque, de alguna manera, estudia qué ocurriría si se creara vida a partir de un cuerpo muerto.
P- ¿Hasta qué punto este tipo de literatura predice el futuro?
R- Investiga futuros posibles. Eso no quiere decir que prediga. Si hace diez mil predicciones y una se cumple, todos nos fijaremos en esa una. ¡Pero eso mismo es de lo que se aprovecha Rappel! Cuando Rappel quiere vender su producto, recuerda la predicción que dice que se cumplió, pero no los millares que nunca se han cumplido. La ciencia ficción ha imaginado que el mundo revienta en una hecatombe nuclear, que la gerontocracia iba a dominar sobre los jóvenes... A veces, eso es bueno porque sirve de aviso para no tomar determinados caminos.
P- O para explorar otros, porque la NASA trabaja con autores de ciencia ficción para diseñar futuros proyectos
R- Es lógico. ¿Quién está acostumbrado a pensar cómo puede ser el futuro de la ciencia y la tecnología? El autor de ciencia ficción. Hay algunos que lo hacen desde una óptica muy humana, muy literaria, muy emotiva, y otros desde el punto de vista del físico, del ingeniero... Kip Thorne, uno de los físicos que estudia la posibilidad de viajes en el tiempo para partículas, ha dicho que toda la parte de las paradojas temporales -por ejemplo, el hecho de que uno viaje al pasado y mate a su abuelo, con lo que nunca habría nacido- no la tiene por qué estudiar, porque ya lo ha hecho la ciencia ficción.