Investigadores de la Universidad Bar-Illan, en Israel, han demostrado que se puede cambiar la forma de pensar (en concreto, aumentar el grado de divagación mental) con un estímulo eléctrico leve aplicado en el cerebro.
Por si esto fuera poco, se acaba de anunciar un nuevo avance hacia la “transformación” del cerebro por medio de estimulación eléctrica (siempre se usan técnicas indoloras y no invasivas): Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte (UNC Health Care) en EEUU han conseguido aumentar, en un 7,4% según tests realizados, la creatividad de adultos sanos con una leve corriente eléctrica (de 10 herzios) aplicada a sus cerebros.
Lo que hizo esta corriente fue aumentar las ondas alpha cerebrales, que son oscilaciones electromagnéticas de actividad neuronal situadas en un rango de frecuencias de entre 8 y 13 herzios. Las ondas alpha son comúnmente detectadas usando un electroencefalograma (EEG) o exploración neurofisiológica basada en el registro de la actividad bioeléctrica del cerebro.
Por si esto fuera poco, se acaba de anunciar un nuevo avance hacia la “transformación” del cerebro por medio de estimulación eléctrica (siempre se usan técnicas indoloras y no invasivas): Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte (UNC Health Care) en EEUU han conseguido aumentar, en un 7,4% según tests realizados, la creatividad de adultos sanos con una leve corriente eléctrica (de 10 herzios) aplicada a sus cerebros.
Lo que hizo esta corriente fue aumentar las ondas alpha cerebrales, que son oscilaciones electromagnéticas de actividad neuronal situadas en un rango de frecuencias de entre 8 y 13 herzios. Las ondas alpha son comúnmente detectadas usando un electroencefalograma (EEG) o exploración neurofisiológica basada en el registro de la actividad bioeléctrica del cerebro.

Según explica Flavio Frohlich, psiquiatra al cargo de la investigación, así “se alcanzó la primera evidencia de que potenciar de manera específica las ondas alpha causa un comportamiento complejo y concreto, en este caso, la creatividad”.
En el estudio participaron 20 adultos sanos que fueron sometidos a dos sesiones de aplicación de corrientes eléctricas en sus cerebros, más concretamente, en la corteza cerebral. Las corrientes fueron aplicadas durante cinco minutos en una primera sesión y durante 30 minutos en la segunda sesión.
Entretanto, los voluntarios fueron sometidos a una prueba de creatividad conocida como Test de Pensamiento Creativo de Torrance; que consiste en completar una ilustración a partir de la muestra de una pequeña parte de esta (por ejemplo, una línea curva).
Se constató que, tras las sesiones de estimulación de 30 minutos, los participantes obtuvieron un promedio de 7,4 puntos porcentuales más que en la otra.
Frohlich afirma que “esta es una gran diferencia cuando se trata de creatividad" y que, más allá de la media alcanzada, "varios participantes mostraron mejoras increíbles en su creatividad”.
El investigador cree que, a pesar de las lógicas preocupaciones éticas que se derivan de este tipo de estudios, sus resultados señalan que la estimulación eléctrica del cerebro puede ser usada para mejorar la salud humana: “Nuestro objetivo es aplicar este método a personas con enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Por ejemplo, hay fuertes evidencias de que los individuos con depresión tienen trastornos en las oscilaciones alpha cerebrales. Si pudiéramos impulsar esos patrones de actividad cerebral, potencialmente podríamos ayudarlos”.
En otros estudios se ha destacado el potencial de la estimulación eléctrica cerebral para tratar también otros trastornos, como la discalculia (dificultades en el aprendizaje de las matemáticas) o la pérdida de memoria causada por lesiones o enfermedades como el Alzheimer.
De hecho, hace unos años, una empresa israelí desarrolló un sistema basado en la estimulación magnética transcraneal profunda destinado a combatir enfermedades mentales como el Alzheimer, el Parkinson, las adicciones, los ataques cerebrales, el abuso de drogas, los daños postraumáticos y la esquizofrenia.
Fuentes: