Desarrollo de órganos humanos en animales

A pesar de los recelos iniciales, parece que Estados Unidos financiará con dinero público, el desarrollo de órganos humanos en animales. Se trata de un hecho determinante para el desarrollo de órganos a la carta, hospedados en bestias.
Si finalmente se apuesta por este tipo de trabajos, el sueño de acabar con las listas de espera para trasplante, podría estar muy cerca. De momento, suena a ciencia ficción, pero ya hay numerosos grupos de investigación que han ido dando importantes pasos, en esta dirección.

El avance más significativo para el desarrollo de este tipo de órganos, vino a mediados del 2015, cuando científicos españoles descubrieron un nuevo tipo de célula madre, capaz de integrarse en un embrión animal y generar tejidos, a la medida de cada paciente.

El hallazgo de un nuevo tipo de célula madre con capacidad para convertirse en cualquier tejido humano (y que además, se integra en un embrión animal), ya se conoce, y con esta tecnología, el obstáculo insalvable hasta ahora para conseguir órganos de reemplazo en humanos, parece estar superado.

Basta con partir de una muestra de piel o un simple cabello. Después, con medios de cultivo, se devuelven las células a un estadio primitivo, para convertirlas en los tejidos que se deseen formar.
El método consiste en hacer crecer riñones, corazones, hígados o cualquier otro tejido humano, en el interior de animales. Para ello, inyectan células de pacientes en un embrión animal, con el objetivo de que los órganos se desarrollen al mismo tiempo que crece el animal. No importa que el tejido crezca en, por ejemplo, un cerdo, porque el órgano sería cien por cien humano.
Esta estrategia no es la primera que utiliza células madre pluripotentes para generar órganos humanos, pero sí la única que utiliza otra especie para desarrollarlos e incubarlos.

En el futuro, a partir de una simple muestra de piel de un candidato, se podrán fabricar órganos a la medida de cada paciente.
Por ejemplo, si el candidato necesita un nuevo corazón, se introducirán las células de la persona enferma en un embrión de cerdo, al que previamente se le habrían quitado los genes responsables de ese órgano, para bloquear su crecimiento.
De este modo, al insertar las células humanas, rellenarán el hueco que no pueden ocupar las células porcinas, y solo crecerá el corazón humano.
Uno de los primeros órganos que se intentará desarrollar, será un páncreas. Y no solo porque es una promesa para millones de diabéticos, sino porque es uno de los órganos más sencillos para empezar.
También se probará con ligamentos, tendones y huesos que pueden ayudar a tratar numerosas enfermedades osteoarticulares y tejidos oculares, como la córnea o la retina. El hígado o el corazón, más complejos, llegarán después.

Se puede imaginar un futuro, en el que se cuente con granjas de animales para trasplante. Podría darse el caso en el que un paciente, necesitase con urgencia un órgano y no diese tiempo para inyectar las células en un blastocisto de cerdo, esperar a que nazca, crezca, etc...

En ese caso, se podrían tener cerdos con órganos generados a partir de diferentes personas, y elegir el órgano derivado de una persona que fuera lo más compatible posible, con el paciente (lo mismo que se hace ahora, con donantes humanos).
Lo ideal, lógicamente, es hacerlo del propio paciente, pero tal vez no siempre será posible.

Bien. Son unas prometedoras investigaciones, sin duda, que prometen abrir un debate ético acerca de lo que somos los humanos: si somos meras piezas como parece, o si hay algo más insustituible en nosotros, y que nos hacen únicos.
No dudo de la oposición de un amplio sector de personas, para este avance que hace tambalear el sueño de la divinidad humana, y su lugar exclusivo en la existencia.
Pero en un paso más allá (y de forma más práctica), supongo que la mayoría, cuando necesite un órgano nuevo porque su vida corre peligro, no dudará en abrazará el conocimiento científico, muy a pesar de los recelos morales que pueda suscitarles…