Cada vez más cerca de la inmortalidad

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Las noticias sobre revertir los efectos del envejecimiento se suceden (recordemos que ya se ha conseguido en ratones), y en esta ocasión se trata de un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) que ha descubierto que una medicación ya existente puede restaurar elementos clave del sistema inmunológico, cuyo desequilibrio provoca el declive continuo de la inmunidad y de la salud a medida que envejecemos. Según publica la UCSF en un comunicado, el medicamento que causa este efecto es la llamada lenalidomida, un derivado de la talidomida que apareció en 2004, y que se emplea para tratar el mieloma múltiple o la lepra.
Los investigadores señalan que dosis extremadamente bajas de lenalidomida pueden estimular las “fábricas” de proteínas de las células del sistema inmune, cuya producción se reduce durante el envejecimiento, así como reequilibrar los niveles de diversas citocinas clave (las citocinas son proteínas del sistema inmune que pueden tanto atacar a virus y bacterias como causar inflamaciones que propicien un declive general en la salud).
De esta manera, la lenalidomida serviría para revertir el declive inmunológico derivado del envejecimiento o envejecimiento del sistema inmunológico o inmunosenescencia, afirman los científicos.
El hallazgo ha sido fruto de un trabajo de años de duración realizado por el especialista en alergias e inmunología, Edward J. Goetzl y sus colaboradores de la UCSF y del National Institute on Aging de Estados Unidos.
Goetzl afirma que, a partir de los niveles de citocinas en el organismo, se puede hacer una estimación de la “esperanza de salud” de un individuo, es decir, el tiempo de salud física que cada persona puede llegar a disfrutar.


Según Goetzl, “si, a la edad de 50 años, nuestros niveles de citocinas son los mismos que los que teníamos a los 25, probablemente nos mantendremos sanos a medida que envejecemos”. En 2009, Goetzl estudió a un grupo de 50 adultos ancianos en el National Institute on Aging, y los niveles de tres tipos de citocinas que éstos presentaban: interleucina 2 (IL-2), IFN-gamma (interferón gamma y interleucina 17 (IL-17). De esta forma, descubrió que las mujeres de entre 70 y 80 años que estaban realmente sanas presentaban los mismos niveles en estas citocinas que cuando tenían 20 años.
Por el contrario, hombres ancianos y mujeres frágiles con niveles incrementados de trastornos inflamatorios y defensas debilitadas contra las infecciones tendieron a presentar niveles bajos de los dos primeros tipos de citocinas, que son protectoras, así como niveles altos de citocinas inflamatorias.
A partir de estos descubrimientos, los científicos se pusieron manos a la obra para tratar de encontrar un medicamento que pudiera aumentar los niveles de IL-2 y de IFN-gamma, pero que no tuviera efecto alguno o muy bajo en la IL-17.  “Nuestro objetivo era encontrar una terapia que no sólo funcionara sino que, además, pudiera suministrarse a una dosis que no implicase efectos secundarios”, explica Goetzl.
Los investigadores descubrieron que la lenalidomida proporcionó efectos beneficiosos también para las células T o linfocitos T (responsables de coordinar la respuesta inmune celular) de los ancianos participantes en el estudio: gracias al medicamento, las células T migraron mejor por el organismo y presentaron una supervivencia mayor después de defender al cuerpo contra infecciones, explican.
Goeztl y sus colaboradores planean realizar pruebas clínicas a gran escala con lenalidomida en 2011, para probar la eficacia del medicamento, y esperan que éste tenga una amplia disponibilidad en unos años.

Recientemente se publicaba también otro estudio sobre un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH), en Estados Unidos, que ha descubierto un “interruptor” molecular que desactiva algunos de los procesos que protegen a las células contra su envejecimiento. La importancia de este hallazgo radica en que permitirá crear medicamentos que reduzcan los efectos en las células de dicho interruptor. Estas futuras terapias frenarán asimismo el desarrollo de una serie de enfermedades vinculadas al envejecimiento celular: las llamadas enfermedades metabólicas.

La pregunta que todos nos hacemos es cual será el limite de la ciencia para alargar la esperanza de vida manteniendo una buena calidad de vida. ¿Hay realmente límites o podemos llegar a soñar con una futurible inmortalidad? De momento eso es solo ciencia ficción, pero los avances se suceden y el paso del tiempo va permitiendo cosas antaño inimaginables.


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