El origen de los anillos de Saturno ha sido un misterio hasta que un reciente estudio parece haber dado con la respuesta de su formación.
Los anillos de Saturno han fascinado a los astrónomos desde que Galileo los vio por primera vez en 1610, pero no han podido determinar qué son. Sin embargo, el planeta no siempre los tuvo. Esa ordenada amalgama de partículas de varios tamaños, desde un centímetro a un metro, compuesta en su mayor parte por hielo, se formó hace apenas 100 millones de años. Hace muy poco, si tenemos en cuenta que Saturno tiene 4.500 millones de años.
Distintas hipótesis han intentado explicar este origen tan tardío de los anillos, pero sin llegar a un consenso. ¿De dónde salieron los anillos?
Pues bien, investigadores del MIT que han publicado un estudio en la prestigiosa revista Science, sugieren que hace unos 150 millones de años, el sistema de Saturno experimentó un violento evento: una antigua luna a la que han llamado "Crisálida" y que durante miles de millones de años orbitó al gigante gaseoso, se acercó demasiado al planeta y se volvió inestable.
Como resultado, algunos fragmentos chocaron contra el gigante causando la actual inclinación del planeta de 26,7 grados con respecto al plano en el que orbita el Sol y otros pudieron seguir en órbita hasta romperse en los pequeños trozos de hielo que dio lugar a los anillos de Saturno.
Junto con las demás lunas actuales de Saturno, Crisálida orbitó el planeta durante varios miles de millones de años, tirando y tirando del mismo de una manera que mantenía su inclinación u 'oblicuidad' en resonancia con Neptuno. Pero hace unos 160 millones de años, Crisálida se volvió inestable. Entró en una zona orbital caótica, experimentó una serie de encuentros cercanos con las lunas Iapetus y Titán, y finalmente se acercó demasiado a Saturno, en un encuentro rasante que la hizo pedazos.
Si bien gran parte del cuerpo destrozado de la crisálida probablemente chocó con Saturno, un pequeño fragmento permaneció suspendido en órbita, rompiéndose en pequeños trozos de hielo que formaron los anillos característicos de Saturno.
En definitiva: no solo se formaron los anillos. La pérdida de la luna fue suficiente para sacar a Saturno de las 'garras' de Neptuno y dejarlo con la inclinación actual.
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