Cuando desperté aquella mañana jamás imaginé lo que mis ojos verían… La Alianza de federaciones había desplegado su flota, y millares de naves se disipaban muy a lo lejos (pero suficientemente cerca como para reconocer el acorazado real). - Ya están aquí - susurraban los androides de mantenimiento.
Cuando de repente solo se escuchó una gran explosión que provenía del cielo (y cegaba a cuantos la veían). - Es la hora - ordenó Herlebet cansino (y mientras los humanoides se cobijaban en sus cubículos, los androides pasaron al modo de ataque dirigiéndose a paso ligero a las naves de Horm).
¿Qué fue lo que me llevó a sustituir a mi androide dentro de la nave? Quizás jamás pueda responder esa pregunta…

La explosión de la nave a mi lado hace que deje mis pensamientos y vuelva a la realidad. -Diablos, esos malditos “spiders” se han adelantado, va a ser complicado salir de aquí- Oigo telepáticamente de Herlebet-. Al mismo tiempo, la IA de la nave me comunica; “Humanos situados en sus cubículos preparados para teletransportación”. ¡Vamos a llenar los hangares de esta maldita nave de una vez por todas y a largarse!
Activo la orden en el panel y automáticamente las luces de emergencia centellan por todo el lugar; la teletransportación ha sido abortada.
Mientras, podemos ver a todos en la superficie de la ciudadela mientras se queman a causa de la gran explosión, y el cielo se cubre de un color amarillento. Mala suerte para esos humanos (pienso entre mis adentros), y los androides tampoco tienen posibilidad alguna de frenar semejante ataque (lo que me recuerda que ya no hay motivo para esperar más). ¡Fuego, fuego dentro de la nave! El martilleo pensante es intenso y antes de recibir la noticia por el transmisor caigo en la cuenta; El proceso de teletransportación no habrá sido abortado completamente y algunos humanos en llamas se han materializado en los hangares. Yo, sin saber cómo, estoy en el hangar, en mi nave sin androide. Pero no es momento de pensar y sí de actuar... ¡Despego! ¡Despega! ¡Deprisa!, me digo a mi mismo mientras me dirijo al puente de mando desconcertado para dar las órdenes oportunas. -Perdone señor, la quiralidad fluctúa debido a las explosiones y ha ido a parar al hangar 17 por error- me comunica un subalterno de rango bajo alterado y nervioso. Ya enchufado a Iris (la IA de la nave), doy la noticia; “Misión de salvamento de humanos en la colonia HT-B90 abortada, despegue inminente y arrojen los despojos de humanos quemados manualmente pues las fluctuaciones iónicas imposibilitan otras opciones”.Espero unos segundos hasta deshacernos de los quemados sin vida y paso a hipervelocidad de crucero. Otra mancha en mi historial de chapuzas. Y pienso: Con mi capacidad visionaria telepática debería anticiparme a los ataques enemigos,¿Qué está sucediendo?
Vemos en este mismo instante como la luna se parte en dos con dirección hacia la tierra, el final es inevitable. Solo nos queda escapar. La Misión de salvamento de humanos, ha fracasado...
“Sacad la imagen que retransmite el satélite Argos de la pantalla, si hay supervivientes no escaparán al acorazado real. Además, la señal telemática del argos puede ser rastreada fácilmente, y eso los llevaría directamente hacia nosotros” -digo calmado para no alarmar más a una tripulación compuesta por una séptima parte de humanos-. Herlebet me mira y me lanza un pensamiento desalentador; “Sabíamos en el fondo que esto iba a suceder, en una batalla como esta no hay lugar para civilizaciones débiles”.

- “Lo sé querido amigo, pero no te olvides lo que sucedió en la Colonia Ion Prima”
- “La terraformación del planeta fracasó, cuando todos murieron repentinamente”
- “Exacto, un virus mato a todos, una mísera criatura débil e insignificante”.

Antes que Herlebet pueda volver a contestarme la nave se sacude violentamente. Mentalmente le pregunto a Iris que diablos esta sucediendo ahora. Mi padre siempre decía que no hagas una pregunta si no estas preparado para la respuesta, jamás imaginé cuanta razón tenía...

La transformación se estaba produciendo ante mis propios ojos. Aquel spider tenia poderes mutantes y ahora, parecía no importarle que le descubriéramos. En uno de sus horribles brazos llevaba un rastreador de iones. Un ingenio capaz de seguir el curso de una nave en el hiperespacio. La visión que nos había dejado atónitos a todos los presentes duró apenas una fracción de segundo, se estaba desmaterializando, sin duda teletransportado a una de las tres naves que nos seguían, según nos mostraba el rádar de nuestra nave. !Estábamos totalmente rodeados!
-Debemos salir del hiperespacio para poder activar los escudos -comenté a Herlebet telepáticamente.
-Afirmativo. Introduciendo parámetros de desaceleración.
-Comprobar los vectores de longitud y dirección que queden bloqueados -Grité al humanoide encargado del programa de ruta de la nave.