Cita Iniciado por El_Doctor Ver Mensaje
¿Qué demonios ira a hacer una chica como ella en una colonia minera perdida de la mano de Dios y con tan mala fama? Los sucesos de hace setenta años, a pesar de estar plagados de rumores, aun colean en el espacio civilizado haciendo que muchos procuren evitar las rutas de salto cercanas, dándole a toda la zona una extraña fama de estar encantada o, peor aún, maldita; de hecho, se rumorea que los mineros que trabajan en las instalaciones son o bien criminales o bien mano de obra esclava procedente del espacio salvaje.
En cualquier caso, me da exactamente igual, no voy a aterrizar en la zona, no solo porque con mi “nena” no podría ni aunque lo intentase –hay muy pocos espacio-puertos planetarios capaces de albergar a un carguero clase Olimpic plenamente cargado– si no porque, según mi empleador que tan generosamente me pagó, cuando llegue a la zona debo de ponerme en contacto con un tal Riker Hoffman, quien se encargara de todo así como de activar la transferencia del resto de mi dinero.

Sin embargo, cuando me alejo a comprobar el estado de carga de los campos repulsores, no puedo evitar sentir un sudor frio en mi nuca; este instinto mío me está avisando de algo, pero no se dé que…
Ni un segundo después, la alarma se enciende en la cabina y como una ola se esparce por toda la carga. Entre dientes maldigo mi suerte ya que sólo hay algo que active esa condenada chicharra.

- Piratas...

Corro desesperado hacia los controles, antes que los corsarios estén demasiado cerca y sea tarde. Estoy terminando de recorrer la bodega cuando una explosión me lanza por los aires, golpeándome dolorosamente en la caída. Intento no perder el conocimiento aunque mi vista se nubla.
En un último parpadeo antes de caer desmayado la puerta de la bodega vuela en mil pedazos y veo que ingresa en la nave la peor abominación de toda la galaxia.