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    21-August-2017
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    Post Respuesta: Cory Doctorow El Super Man y el Bugout

    El Super Man y el Bugout (2/4)
    por Cory Doctorow
    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.
    (Original Title: The Super Man and the Bugout, 2003)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************

    Una hora después, la guapa camarera había despejado las mesas de platos y traído jarras frescas y el traje ceñido de Hershie se ceñía ahora un poco más. Uno de los Cuáqueros, un antiguo y escuálido hombre de pelo gris y facciones astutas se levantó y dió golpecitos en su jarra de cerveza. Gradualmente, la conversación enmudeció.

    -Gracias, dijo. Me llamo Stewart Pocock y estoy aquí de parte del Círculo de Amigos. Me gustaría que nos tomaramos un momento para dar gracias en silencio por la estupenda comida que todos hemos degustado.

    Hubo un ajetreo nervioso y luego, un movimiento general de inclinaciones de cabezas y el mayor de los silencios, salvo discretos murmullos.

    -Thomas, pensaba que eras TÚ quien convocaba esta reunión, susurró Hershie.

    -Y lo hice. Estos tíos siempre hacen esto. Maniáticos del control. No te preocupes, susurró como respuesta.

    -Gracias a todos. Nos hemos tomado la libertad de redactar una agenda para esta reunión.

    -Estos SIEMPRE hacen esto, dijo Thomas.

    Los Cuáqueros les guiaron a una ronda de presentaciones, que llegó hasta Hershie.

    -Yo soy, uh, el Super Man, supongo que la mayoría de ustedes lo sabe, ¿no?.

    Silencio.

    - Estoy, de veras, deseando trabajar en todo esto con todos ustedes.

    Un momento de silencio siguió antes de que la mesa siguiente comenzará con sus propias presentaciones.

    * * * * *

    -Hora, dijo Louise Pocock.

    Felizmente. Al fín la agenda tenía marcas de confirmación al lado de:

    PRESENTACIÓN
    TRASFONDO de ESTRATEGIA
    El DÍA de APOYO
    Y ORGANIZAR PUBLICIDAD

    -Es hora para cerrar el círculo. Por favor, todos, levantaos y cogeos las manos.

    Muchos en la asamblea ni se molestaron en disimular sus quejas. Con torpeza, en torno a las mesas y los knapsacks, formaron un tosco círculo y se cogieron las manos. Las sujetaron durante un largo y doloroso momento, luego las soltaron agradecidamente.

    Obraron su camino escaleras arriba. El viento había arreciado y soplaba la capa de Hershie tras él en un crepitar vertical de modo que se enmarañaba en las caras de los demás mientras circulaba.

    -Super, vamos tú y yo a por un café, ¿ha?, dijo Thomas sin ningún giro en absoluto para que Hershie supiera que no había sido una solicitud casual.

    -Sí, claro.

    * * * * *

    El café que Thomas escogió era el de un banco remodelado y tenía una sala privada de la vieja cámara. Se sentaron allí, lejos de ojos curiosos y cazadores de autógrafos.

    -Entonces, ¿estás animado?, dijo Thomas, tras pedir los cafés.

    -Después de ESA reunión. Sí, claro.

    Thomas se carcajeó, una ligera pero amigable risa.

    -Eso fue una reunión GENIAL. Mira, si esos tipos tienen sus medios, podríamos hacer una marcha al mes y caminaríamos despacio toda una ruta para la que tendríamos permiso. Educadamente, pedimos a la gente que vea nuestro nuestro punto de vista. Y mientras, tenemos un millón de reuniones como ésta en las que sacamos brillantes ideas como: entreguemos octavillas la próxima vez.
    Así que, lo que hacemos es ir junto a ellos. Darles suficiente cuerda para que se cuelguen solos. Dejarles tener cuatro o cinco de estas reuniones hasta que todo el mundo que aparezca esté tan aburrido que hará CUALQUIER cosa diferente.
    De modo que estos tipos quieran preparar una sentada delante del centro de convenciones.
    ¡Ro-llo! Esperamos hasta que se vayan a sentar y entonces ponemos música y lo convertimos en una DANZADA.
    Proyectamos películas en los lados de los edificios.
    Traemos cien agentes secretos de paisano como añadido. Nunca sabrán qué les ha golpeado.

    Hershie se retorció. Este tipo de shenanigans maquiavélico le venía grande.

    -Eso parece un tipo de, bueno, de desingenio, Thomas. ¿Porqué no hacemos sólo nuestra propia marcha?.

    -¿Y dividir el movimiento? No, esto es mucho mejor. Esos tipos hacen todo el carteleo y el teléfono, son buenos reclutando, este es su papel natural.
    Nuestro papel natural, hijo mío...

    puso una mano amistosa en el hombro de Hershie.

    -...es velar por ellos para que sus esfuerzos no sean derrotados por nuestra falta de imaginación.
    Ellos son los pies del movimiento pero nosotros somos su RISA.

    Thomas sacó su comunicador y tecleó en su superficie:

    Ellos son los pies del movimiento pero nosotros somos su risa.

    -Eso es genial, será uno de nuestros memorandums.

    * * * * *

    Hershie decidió patrullar un poco para aclarar sus ideas. Recogió basura y jeringuillas de Grenadier Pond. Voló silenciosamente por High Park, con las orejas afinadas ante cualquier asalto.

    Nada.

    Patrulló el Gardner Expressway después y usó su visión térmica para fundir algo de hielo negro.

    Sintiéndose inútil, puso rumbo a casa.

    Había hecho la mayoría del camino hasta la calle Yonge cuando escuchó la sirena: un coche de policía, conduciéndo rápido calle Jarvis abajo. Miró el símbolo de su padre y rodó hacia el este, entrando en el Regent Park y localizando la sirena por Doppler. Aterrizó suavemente sobre uno de los feos, rechonchos edificios y pasó de tejado en tejado hasta que encontró al policía. Era gordito, con el bigote tradicional y el chaleco antibalas que todos ellos llevaban en las patrullas del centro de la ciudad. Se inclinaba contra el capó de su cruiser, resoplando y rodeado del vapor de su propia respiración.

    Un chico rodó por el suelo, sujetando su entrepierna, jadeando en busca de aire. Su lectura infrarroja latía dolorosamente entre sus piernas. Claramente, le habían dado una patada en las bolas.

    El policía se inclinó dentro del cruiser y bajó el volumen de la radio, luego, sin avisar, le dió una patada al chico en la parte baja de la espalda. El chico rodó por el hielo golpeándose dolorosamente.

    Antes de que Hershie supiera lo que estaba haciendo, ya estaba suspendido sobre hielo entre el chico y el poli. Los ojos de gato en el emblema de su pecho relucían con las farolas de la calle. Los ojos de poli se abrieron como platos y Hershie pudo ver el blanco alrededor de sus pupilas.

    Hershie se le quedó mirando.

    -¿Qué cree que está usted haciendo?, dijo tras un calculado silencio.

    El poli dió un paso atrás y resbaló un poco en el hielo antes de sujetarse en el cruiser.

    -¿Desde cuándo le da usted patadas en la espalda a civiles desarmados?

    -Estaba huyendo. Tenía que atraparle. Quería enseñarle a que no corriera.

    -¿Inspirándole confianza con una muestra de mano izquierda de lo Mejor de Toronto?

    Hershie podía ver las frías huellas del cruiser, derrapando y ondeando a través de las calles. El chico había ofrecido una buena persecución. Tras él, oyó al chico levantarse y retomar la huída. El poli comenzó a avanzar pero Hershie lo detuvo con un dedo, inmóvil en el centro del chaleco antibalas.

    -¡No puedes dejarle escapar!

    -Yo lo alcanzaré. Créame. Pero primero, vamos a esperar a que lleguen sus refuerzos y voy a registrar un informe.

    Un periodista del Sun llegó antes que la unidad de apoyo. Hershie mantuvo un silencio pétreo en su rostro ante sus preguntas pero no pudo evitar que el hombre oyera su conversación con el viejo guardia que apareció unos minutos después, mientras registraba su informe. Encontró al chico unos cuantos bloques más allá, acurrucado en un callejón, con las manos puestas en la espalda. Lo llevó a emergencias del Monte Sinaí y se lo devolvió a un policía uniformado.

    * * * * *

    Los titulares histéricos del Sun que vilificaban a Hershie por interferir en la labor de un policía, iniciaron una salva de mensajes de voz de su madre llenos de promesas de darle un gran ZETZ en la cabeza la próxima vez que lo viera. Él dobló sus leotardos y la capa, los embutió en su armario y pasó mucho tiempo en el parque durante unas pocas semanas siguientes. Le gustaba observar a los chicos jugando, las Naciones Unidas en miniatura, a los padres mirando amistosamente, intimidados por la frontera lingüíntisca que sus hijos superaban sin dificultad.

    El primero de Marzo, sacó sus leotardos del sobrecargado armario del recibidor y voló a Ottawa para cobrar su pension.

    Aterrizó sobre la Colina del Parlamento y fue rodeado instantáneamente por guardias de la Real Policía Montada de Canadá de botas altas, obsérvandole con ligero pánico. Él levantó las manos, sorprendido.

    -¿Qué pasa, tíos?

    -Lo siento, Señor, dijo uno. Alta seguridad hoy. Uno de Ellos está hablando en el Parlamento.

    -¿de Ellos?

    -Los bugouts. Bajó para tener una charla sobre las relaciones vecinales. Sólo personal autorizado hoy.

    -Bueno, Ese soy yo, Hershie dijo y empezó a caminar entre ellos.

    El guardia, que parecía extremadamente infeliz, se movió para cerrarle el paso.

    -Lo siento, Señor, pero Ese no es usted. Sólo gente de la lista. Tengo órdenes, me temo.

    Hershie miró al rostro del hombre y pensó en lanzarse al cielo y volar directo hacia el edificio. Pero este hombre sólo estaba haciendo su trabajo.

    -Mire, es mi día de paga. Tengo que ver al Ministro de Defensa. Llevo haciendo esto todos los meses durante AÑOS.

    -Lo sé, Señor. Pero hoy es un día especial. ¿Quizá pueda usted volver mañana?

    -¿Mañana? Mi alquiler se cobra HOY, Sargento. Mire, ¿qué tal si me comunico con su oficina?

    -Por favor, Señor, eso estaría bien.

    El Sargento pareció aliviado.

    Hershie dió un veloz tecleo y esperó. Una voz grabada le dijo que la oficina estaba cerrada y el Ministro en una sesión extraordinaria.

    -Él está de sesión. Mire, seguramente esté en la mesa de su despacho. Llevo viniendo aquí durante años; en serio, esto es ridículo.

    -Lo siento. Tengo órdenes.

    -No creo que pueda usted detenerme, Sargento.

    El Sargento y su tropa separaron sus pies.

    -Probablemente, tiene usted razón, Señor. Pero órdenes son órdenes.

    -Sabe, Sargento. Yo me licencié como coronel de las Fuerzas Armadas. Yo PODRÍA ordenarle que me dejara pasar.

    -Lo siento, Señor, no. Es diferente cadena de mando.

    Hershie controló su frustración con un esfuerzo de voluntad.

    -Entonces bien. Volveré aquí mañana.

    * * * * *

    El superintendente del edificio no estaba contento sobre el retraso en el alquiler. Amenazó a Hershie con la expulsión, le dijo que era violación del alquiler, citó de memoria las secciones relevantes del Acta de Protección de Propietarios, luego se rindió ante las súplicas de Hershie. Hershie había tenido medio en mente ponerse su disfraz y dejar que el hombre descubriera cómo era un súper REAL.

    Pero su identidad secreta era sacrosanta. Incluso en la era de la Pax Aliena, el Súper Man tenía montones de enemigos y todos ellos habían descubierto, mucho tiempo atrás, que incluso lo invulnerable tiene sus debilidades: sus amigos y familias. Le aterraba pensar en lo que un amargado, obsoleto y resentido terrorista podría hacerle a su madre, a Thomas o incluso a sus antiguas novias de instituto.

    Por su parte, Thomas rechazaba reconocer el riesgo. Estaba más preocupado sobre las Fuerzas Que Son que por los míticos terroristas.

    Los periódicos del día siguiente estaban llenos sobre el movimiento del gabinete de la pasada noche en Ottawa.
    Más de la mitad del gabinete había sido relegado a los bancos de atrás y muchos de sus portafolios se había eliminado o amalgamado en los nuevos
    SuperPortafolios de Asuntos Domésticos, Comercio y Asuntos Extraterrestres.

    El antiguo Ministro de Defensa, que una vez había invitado a Hershie a la cena de Acción de Gracias, se había desvanecido en los infiernos inferiores de los bancos de atrás. Su portafolio se había sumado al de Asuntos Extraterrestres y el nuevo Ministro, un joven recién ascendido llamado Woolley, no le devolvía las llamadas Hershie. Hershie llamó a Thomas para ver si podía prestarle el dinero del alquiler.

    Thomas se rió:

    -Los pollos vuelven a casa para el asado, ¿eh?, dijo.

    -¿Qué se supone que significa eso? dijo Hershie, acaloradamente.

    -Bueno, sólo que se puede hacer mucha mierda molesta antes de que alguien se siente encima y la note. El Belquees está pinchado, probablemente, o quizá uno de los comus es un informador. En cualquier caso, estás jodido. Especialmente con Woolley.

    -¿Porqué?, ¿qué hay de malo con Woolley?

    Hershie lo había conocido de paso a los asuntos de la Oficina del Primer Ministro, era un tipo de veintidos años que vestía elegante. Parecía bastante buen tipo.

    -¿Que Qué hay de MALO en él?, Thomas casi gritó. ¡Es el jodido Anticristo! Fue el que vino con la idea de vender anuncios de los críos quejicas, ¡camisetas! Está sólidamente respaldado por seguridad privada que va en traje; a su lado, Darth Vader es un tipo estupendo. Menudo acicalado gilipollas chupasangre está hecho ese..

    Hershie le interrumpió.

    -Vale, vale, capto la idea.

    -¡No la captas, Súper! No captas ni la mitad. Este tío no es el Liberal medio que normalmente es un oportunista básico. ¡Éste es un CELOTE! Le encantaría golpearnos con Garrotes. Fuí a uno de sus debates y apareció con un bate de beisbol. ¡Quería PEGARME con él!

    -¿Y qué estabas haciendo tú en ese momento?

    -¿Y eso qué importa? La violencia nunca es una respuesta aceptable. He lanzado tartas a mejores hombres que él.

    Hershie sonrió. Thomas no había inventado el lanzamiento de tartas pero sus contribuciones a ese arte eran de seminario.

    -Thomas, el hombre es un Ministro federal con obligaciones. No puede simplemente borrarme, tiene que pagarme.

    -Claaro, claro, Thomas canturreó. Por supueeesto que lo hará. ¿Quién ha oído alguna vez sobre un político que insulta su oficina para avanzar en su agenda? No sé lo que estaba pensando. Te pido disculpas.

    * * * * *
    Última edición por Artifacs; 23-Nov-2017 a las 15:47
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