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La Sombra de la Nave Nodriza (4/4)
por Cory Doctorow
(Shadow of the Mothaship)
Traducción Casera: Sirius
(Homemade Translation)
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Reconstruyen los centros del Proceso como una mala disculpa. Los gobiernos del mundo se muestran, de pronto, muy, muy interesados por encontrar a los incendiarios que fueron los héroes vengadores durante las navidades. Aplasto mi comunicador despuès de la sexta página sobre Papá y Mamá.

A veces, veo a Linus sonreir en las pantallas de noticias de Spadina y una vez capté el audio enfermizo que tiene, la desgarradora historia sobre cómo había rescatado valientemente docenas de mandamases del Proceso, escapado a los tüneles del metro y ocultado de las masas portadoras de antorchas. De verdad lo dijo:

-masas portadoras de antorchas.

Con el mismo torpe ceceo.

Cuando Papá y Mamá aparecían en la pantalla, yo desaparecía.

Me quedaban quince dólares. La habitación me costaba un penique la noche y por un ataúd de espuma no estaba mal.
* * * * *
Alguien metió una octavilla bajo la puerta de mi ataúd esta mañana.

Mi propio padre da una clase grátis sobre la Felicidad Duradera y sobre la Federación Galáctica en el Estadio de los Raptor mañana por la noche.

Anoté mentalmente estar en otro sitio.

Por supuesto, no importa dónde esté. La maldita cosa se emite simultáneamente a toda sórdida y oscura esquina del mundo. Papá, después de todo, ha recibido el premio del Governador General, el premio Nobel y una medalla al valor de la ONU.

Reboto como una bola de pinball entre los bares, buscando algún sitio fuera del ataúd donde no llegue la oración del tirano.

Alguien ha convertido lo que quedaba del salón Roy Thompson en un gran club atronador de baile, el típico sitio con luces estroboscópicas y bailarines casi desnudos.

Ha pasado tiempo desde que estaba en un bar. Desde el pasado verano cuando ascendieron los primeros a la nave nodriza. Me siento como un intruso aunque descubro un millón de caras medio familiares entre los que bailan, gente que conocía o a la que le estrechaba la mano o con la que bebía o peleaba algún tiempo atrás en otra vida.

Y, entonces, veo a Daisy Duke. Le ha llevado seis meses dejarse crecer el pelo un poco y se ha hecho algo caro en él. Lleva un mono ceñido, una chaqueta bolero y parece al mismo tiempo sexy y temible.

Está en una de las ridículamente pequeñas mesas, bebiendo y brillando ante un hombre con chaleco plateado y una falda del tipo que me hacía reir hasta que me sorprendí a mí mismo probándome una.

Hacemos contacto visual. Sonrío y empiezo a levantarme. Incluso apunto alegre a mi rodilla. Su cita dice algo y veo, tras el parpadeo, una total ausencia de reconocimiento. Ella se vuelve hacia él y me veo a mí mismo en un espejo que hay detrás.

Mi pelo es más largo. No llevo ropa de baño. Tengo más carne en los huesos. No camino con bastón. Aún así, soy YO y quiero andar hacia ella y darle un abrazo, subirme los pantalones y enseñarle la cicatriz de la rodilla, averiguar qué ha sido de Tony el Tigre.

Pero no lo hago. No sé porqué pero no lo hago. Si tuviera un comunicador podría intentar llamarla, de modo que viera mi nombre y no tuviera que decírselo. Pero tampoco tengo un comunicador.

De pronto, me siento un fantasma.

Hago esta prueba, camino hacia la barra, rodeando la mesa de Daisy una vez y otra en el camino de regreso.Me ve en ambas pero no me reconoce. Alcanzo a oir trozos de su conversación:

- ...compitiendo la semana que viene en un torneo de cinturón negro...Oh tío, no me puedo CREER lo pesado que fue mi jefe hoy...¿quieres otra copa?

Y es su voz, sus tonos, pero, de algún modo, no parece ELLA.

Es melancólico y extraño ser un fantasma. De pronto estoy saliendo del bar y andando por la calle Yonge hasta la tienda Eatons-Walmart donde Tony el Tigre trabajaba.

Y que me jodan si no me lo cruzo en la calle, con aspecto quemado y ebrio y roto, pidiendo peniques. Está mirando hacia abajo, dirigiéndose a las rodillas de la gente que pasa delante:

-calderilla-calderilla-calderilla

Me paro delante hasta que mira hacia arriba. Tiene una fea cicatriz que recorre su ceja y me mira directamente.

¿Dónde has estado, Tony?. quiero preguntarle. No puedo. Soy un fantasma. Le doy un cuarto. Él ni se da cuenta.
* * * * *
Corro hacia Stude el Colega e incubo mi plan en el funeral de Tilly la yegua. Leo el obituario en el Globe, con una foto de los dos. La entierran en el cementerio de Mount
Pleasant, con McKenzie King y Timothy Eaton y Lester Pearson.
Stude puede permitírselo. El petardo decía que se marchaba a bordo de la nave nodriza el día después de la ceremonia.

Montones de personas iban a hacer eso. Ahora que eramos miembros de la Confederación, teníamos pasaportes que nos podían llevar a lugares SALVAJES. Las calles se vaciaban cada día. Es difícil esquivar la cara de Papá.

Stude me hizo cagarme de miedo con su elogio.

-ESTÁ TODO EN LA JERGA DEL PROCESO.

Era jodida y positivamente raro.

-Mi Vida-Compañera se va a tierra hoy.

Hace una larga pausa mientras observa el gran agujero y el ataúd sobredimensionado.

-Mi Camino Diario me ha llevado lejos de los Puntos de Excelencia y siento que mi vida ha sido una Barrera para la Alegría de mí mismo y muchos otros. Pero Tilly era un Especial Alguien, un Pararayos de Felicidad y su presencia me era grata con la Visión de la Alegrìa.

Y seguía y seguía.

Espero cerca, a su espalda, hasta que Stude termina, luego le sigo a discreta distancia mientras regresa a su casa. Es algo que nunca hubiera considerado poder hacer el Halloween pasado. El Stude que conocía me hubiera descubierto en un segundo. Pero ahora el mundo se había ido hacia la jerigonza oscilante de la harmonía y yo soy un descarado mientras pedaleo en mi bici. Desde Yonge hasta Front y hasta a un nuevo edificio hecho de espuma.

Me siento un fantasma mientras le veo mirarme y anoto la dirección.
* * * * *
Paso un día dando patadas a todo lo que lleva espuma.

La espuma es dura, ligera y duradera e imagino las casas del suburbio de mis padres, el pequeño enclave del Proceso, sobreviviéndonos como piezas de museo para bugouts que respiran arsénico y reptan sobre los muebles momificados y los baúles de ropa; haciendo fotos y charlando en sus enervantes contraltos. Quiero gritar.

Aquí y allá hay pedazos de lo viejo, pre-Proceso, barras de pre-espuma de Toronto y yo los froto mientras paso como si fueran indicadores de la suerte.
* * * * *
La primavera duró unos diez días. Ahora entramos en un sofocante verano de Toronto de 32 grados y mi collar pica y suda chorros cuello abajo.

Tendría que llevar algo más ligero y frío si no fuera por que hoy me reuno con mi Papá en Aristide. Tienen un pequeño avión electrónico de doble respaldo con el depósito lleno esperándome en el aeropuerto en miniatura de la Isla Toronto. Papá estaba TAN alegre cuando contacté con él. Un verdadero Hito en su Camino Personal hacia la Felicidad Duradera. Hay hasta un mandamás del Proceso de Yonge y Bloor esperándome. Ni siquiera hizo un comentario al ver todo mi jodido equipaje.
* * * * *
Me pasé por la casa de Stude diez minutos antes de que saliera en su viaje a la nave nodriza. Yo tenía los restos del disolvente que me había vendido y lo usé para disolver un agujero en su puerta y entrar.

No desordené nada, abrí cajones y cajas metódicamente hasta que encontré lo que estaba buscando. Luego lo saqué en turnos hasta el ascensor, lo cargué y me lo llevé a mi ataúd en un taxi.

Tuve que alquilar otro ataúd para guardarlo todo.
* * * * *
El mandamás del Proceso se queda en el aeropuerto. Alabados sean los bugouts. Si hubiera estado a bordo habrìa desbaratado todo el asunto.

Aplasto mi nariz contra la ventana oval al lado de la puerta de emergencia, comprobando mi comunicador de tiempo en tiempo, mirando de reojo la lectura del GPS. Tengo un nudo en el estómago y me duele la rodilla. Estoy genial.

La transición hacia el territorio-Proceso es destacable desde esta perspectiva, edificios reales dan paso a la espuma blanca como la linea de una hoja de afeitar. Cuento las calles mientras volamos bajo, el piloto automático listo para tocar suelo en Aristide, sólo 70 kas más allá.

Y allí está la Avenida Chestnut.

Dios bendito, el viento es feroz en un avión cuando destapas la puerta de emergencia. Da espirales como una veleta mientras el avión comienza a tranquilizarme a través de su Asistente Personal.

Tengo una correa de seguridad alrededor de mi cintura y estoy enganchado en el asiento de la fila de delante y mejor que los nudos sean seguros. Uso mi pierna herida para patear la cuba de disolvente del puente.

Agarro mi correa con ambas manos y apoyo la barriga en la esquina de la puerta y cuento tres hipopótamos. Entonces la carga de la cuba de Stude hace bang y el avión se eleva. Ahora no es el Asistente Personal del avión el que se acerca sino la voz del tirano romano gritando; pero no lo bastante alto para que se entienda sobre el viento.

La niebla superfina del disolvente se posa como un baño de ácido sobre mi Avenida Chestnut, sobre la perfecta sonrisa y empieza a devorar hasta los cimientos.

Observo hasta que el avión me deja fuera de alcance, luego sigo observando desde mi comunicador, tras alquilar un super caro satélite horario con la cuenta de Papá.

Los techos son los primeros junto con las superficies de la carretera, luego los pisos debajo y entonces la integridad estructural es cosa del pasado y cae en pedazos como pan de jengibre, el mobiliario de desploma, todo delineado con un tosco marco fractal.
* * * * *
Papá permanece ignorante y caragris cuando aterrizo. Todo lo que sabe es que algo ha provocado turbulencias en el avión. Está preocupado y quiere abrazarme.

Bajo las escaleras que un tipo con paracaídas hace rodar, con los oídos pitando aún a causa del viento y de mi gran boom. Casi he llegado al escalón de abajo cuando un pequeño troll del Proceso se escurre hasta arriba y le dice algo al oído.

Sé lo que es porque nunca lo he visto tan cabreado conmigo en toda mi vida.

Soy un jodido GENIO.
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