EL ACOSO MORAL Marie-France Hirigoyen.

El maltrato piscológico en la vida cotidiana.


Excelente libro (aunque me gustó más el del Narcisismo) que recomiendo a todo el mundo.

Apuntes tan interesantes como:


3 fases: ALERTA, RESISTENCIA y AGOTAMIENTO.

“La perversidad no proviene de un trastorno psiquiátrico, sino de una fría racionalidad que se combina con la incapacidad de considerar a los demás como a seres humanos”

La violencia perversa se ejercita de forma indirecta esencialmente a través de una falta de respeto.

Estas personas no hacen reproches directos pero van dejando caer pequeñas frases anodina.

Las víctimas rara vez saben utilizar la ley, mientras que el agresor, al estar muy cerca de una estructura paranoica, sabe iniciar los pleitos necesarios. (32)

La negación de la comunicación directa es el arma absoluta de los perversos. (35)

Es muy fácil manipular a los niños. Éstos siempre saben excusar a quienes aman. Su tolerancia no tiene límites. Están dispuestos a perdonárselo todo a sus padres, a asumir su culpa, a comprenderlos y a intentar saber porqué su padre o su madre están disgustados. Para manipular a un niño, se utiliza frecuentemente el recurso del chantaje emocional.

A veces es la propia existencia del niño lo que desencadena violencia no su comportamiento, llegando a que el niño se vuelva torpe porque es despreciado.

Una vez que a la víctima se la saca de sus casillas, no es extraño que se convierta en lo que pretenden convertirla. Una persona acosada no puede rendir al máximo de sus posibilidades

Se trata de negar la presencia de la víctima, de dejar de dirigirle la palabra, o de aprovechar que se ausenta cinco minutos de su despacho para dejarle un informe con una nota encima, en lugar de encargarle el trabajo directamente. (57)

La situación se agrava cuando la víctima es propensa a culpabilizarse “¿Qué le he hecho? ¿Qué tiene que reprocharme?”

primero se deja a la víctima en la IMPOTENCIA luego, se pasa a la DESTRUCCIÓN. En ningún caso se trata de un consentimiento por su parte, sino que ha quedado cosificada, se ha vuelto incapaz de tener un pensamiento propio y sólo puede pensar igual que su agresor. El perverso no practica la comunicación directa porque con las cosas no se habla.

Aquí no se trata de timos materiales sino de timos morales.

Las técnicas indirectas desestabilizan y hacen que el interlocutor tenga dudas sobre la realidad de lo que acaba de ocurrir (…) Los perversos siempre encuentran la manera de tener razón, y esto les resulta más fácil cuando ya han logrado desestabilizar a su víctima, contrariamente a su agresor, ya no disfruta con la polémica.

El discurso paradójico se compone de un mensaje explícito y de un mensaje sobreentendido. El agresor niega la existencia del segundo. Ésta es una manera muy eficaz de desestabilizar al otro.