La imaginación permite que un simple texto de literatura pueda convertirse en una interesante aventura interactiva para el lector; Cambiando tipos de letra, tamaños, y colores. Por ejemplo, determinada letra se refiere a cuando habla un personaje, o que es narración, o que pertenece a pensamientos de tal o cual persona, o que pertenece a acontecimientos pasados (o futuros); como un juego temporal, vaya. Los colores se pueden utilizar para formar frases a cachos, que con una simple primera lectura te pasan por alto (y es cuando te das cuenta que leyendo un mismo color aparece información nueva coherente, cuando una relectura es procedente). También puedes utilizar letras webdings y wingdings a modo de acertijo visual, y que al traducirlo además te salgan nuevos textos e información. O que un sospechoso espacio en blanco no esté vacío, sino que contenga párrafos solo visibles cuando seleccionas con el ratón o cambias el color de la letra. A todo esto, añadir también hipertexto que enlace a información fuera del documento (hasta podría llevar a una página que arranca una música ambiental de fondo, o que diga una frase secreta que es imprescindible que sepas para el entendimiento del ‘libro’). Es decir, elaborar un libro interactivo que necesite de la pericia y visión del lector para ser completamente asimilado. Cuando veo en los concursos que debes utilizar tal o cual letra con un espaciado x, se está coartando la creatividad imaginativa del autor (o artista, ya que obviamente se pueden añadir dibujos e imágenes muy representativas para la asimilación de la trama). A todo esto, por no hablar de caligramas (no necesariamente de poesía), que pueden ser numéricos (pero cuya forma expresa algo), o combinaciones de los posibles lenguajes del Word. Ya si nos ponemos más creativos, se pueden añadir animaciones externas que se abren con hipertexto, anclas que te llevan de un lugar a otro dentro del texto, e incluso pequeños juegos que si los superas, te aportan una clave o determinada información indispensable para entender el modo oportuno de como se lee el texto correctamente. También es muy factible reducir el tamaño de un párrafo a letra muy diminuta, y un extraño punto se vuelve legible al ampliarlo. El lector redescubriría un texto aparentemente inconcluso o incoherente, a medida que va descubriendo los entresijos que forman parte de un juego en el que su papel no es meramente leer, sino activar los engranajes oportunos para dotar de significado un aparente galimatías.
La imaginación en principio no tiene fin, y solamente depende de las herramientas que utilices y tu creatividad personal. Las normas en mi opinión, deben ser las menos posibles (para dejar rienda suelta al autor/creador de una obra artística, en este caso vinculada a la literatura ‘libre’).