3.Robert Boyczuk: "Nexus"
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Traducción Casera: Sirius
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PARTE I - Hogar (Continuación...)

El planeta era una bola de colores impactantes: azules saturados para sus mares y océanos, largas franjas marrón oscuro y esmeralda marcaban sus contimentes y bosques. Abrazando el mundo entero estaban las nubes blanco brillante. En muchas zonas, donde se quebraba la cobertura nebular, incontables manchas negras inundaban la tierra con imperfecciones. Por la parte inferior de la pantalla, dos palabras en docenas de lenguajes; algunos familiares para Liis, circundaban la sala contínuamente. Todas, sabía ella, rezaban el mismo mensaje:

"...plaga peligrosa plaga peligrosa plaga peligrosa..."

Sav se agitó nervisoso y se aclaró la garganta.

- "Ya lo oíste. Pedí que la Ea comunicara en todas las frecuencias estándar. No hay respuesta. Nada salvo esta advertencia."

Una docena de puntitos de luz brillante cercaban el planeta. Sav señaló el que acababa de aparecer en el borde superior del mundo.

"Alguien a puesto una red de gritadores para emitir este mensaje una y otra vez..."

Liis observaba atónita sin decir nada.

-"Las balizas de navegación han desaparecido. He instruído a los operadores de comunicación que hagan ciclos por todas las diferentes frecuencias enviando llamadas de emergencia pero aún no he recibido respuesta."

"...plaga peligrosa plaga peligrosa plaga peligrosa..."

("¿Qué se supone que debo sentir?"), se preguntó Liis.

-"Si queda alguien en las colonias orbitales o mineras, no están transmitiendo.", estaba diciendo Sav. "Incluso si hay algo ahí fuera, no hay esperanza de captar nada con esos gritadores interfiriendo todos los canales."

"...plaga peligrosa plaga peligrosa plaga peligrosa..."

- "No recibo lecturas de nada allí abajo en ninguna longitud de onda. No hay picos de CEM de las redes de energía ni puntos calientes infrarrojos donde se supone que hay ciudades. Nada salvo lo que se esperaría de... un mundo deshabitado. Creo que... Quiero decir que parece como si..."

-"Bh'Haret esté muerto."

-"Sí."

El planeta giraba en silencio con apariencia serena.

Liis observó su hogar. Al hogar que había dejado siglos atrás para trabajar en los prolongados viajes. Una lectuta indicaba una distancia de cincuenta mil kilómetros. La imagen era tan nítida que sintió que podía alargar la mano y tocar el planeta. Extendió el brazo.

"...plaga peligrosa plaga peligrosa plaga peligrosa..."

Sav sujetó la muñeca de Liis y le bajó el brazo.

-"Liis, no creo que quede nadie vivo."

Todo se había ido para siempre. Liis no estaba segura de si quería reir o llorar.

-"Baja de las nubes." Sav apretó su agarre. "¡Te necesito aquí!"

Liis miró al redondo hombrecillo, a su expresión ahogada. Sintió sus huesos crujir bajo la creciente presión de su presa. Liis se liberó de la mano de Sav.

- "Estoy..estoy bien," dijo ella pensando:"No, no lo estoy." Se frotó la muñeca incoscientemente.

Sav la observaba y ella supo que la estaba evaluando, esperando a ver si ella perdía la cabeza. Liis se estiró en todo su peso, una cabeza nás alta que Sav.

- "¿Y ahora qué?"

- "No lo sé." Sav apagó la pantalla.

La imagen desapareció y las luces inundaron la cabina. Se miraron uno al otro, parpadeando ante el repentino brillo.

Para Liis, aquello parecía irreal. De pie a escasos centímetros de un hombre que apenas conocía, hablando tranquilamente sobre la muerte de su mundo. Durante un momento, se permitió creer que estaba soñando.

-"Ésto es real." Fue como si Sav hubiese leído sus pensamientos. "Ha ocurrido. Tienes que aceptarlo."

Liis asintió de nuevo. Intentaba pensar pero sus ideas eran desesperadamente confusas, girando en una docena de direcciones diferentes. Necesitaba hacer algo, ponerse en movimiento. Dió la vuelta y regresó caminando hacia la escalera. Sin mirar atrás, dijo:

- "Traigamos al resto."

('Inadaptados y solitarios.")

Ésos eran la clase que atraían los prolongados viajes. Algunos aseguraban que era por la aventura, otros clamaban que era por la paga pero la mayoría, tanto si lo admitían o no, intentaba escapar del desastre de sus chapuceras vidas. ¿Y qué mejor modo de hacerlo?, años encerrados en la estasis mientras tus amigos, si es que hay alguno, y tu familia, si no te han repudiado, desaparecían en la corriente del tiempo. Mientras tus procesos biológicos estaban congelados y acelerabas lejos de un mundo que no verías en años, un mundo que verías sólo a través de la gruesa ventana de vidrio del Lázaro, la estación orbital de cuarentena, antes de regresar a las crio-camas para el largo viaje al hogar. Para cuando llegara ese momento, ya estarías consciente y fuera del estasis desde quizá unos quince días.

Pero cuando regresaras, con aquellas pocas semanas de vejez subjetiva, todos los demás habrían vivido décadas de tiempos difíciles. Dos o tres viajes prolongados y tu pasado sería completamente erradicado.

("La solución perfecta.")

A Liis no le dolieron prendas ser un miembro charter de tal misantrópico club. Una relación desastrosa con el hombre que amaba pero que rechazaba amarla a su vez y que dió paso a un medio intento de suicidio, la había llevado al registro a la edad de veinticinco. Una de las primeras y las más jóvenes para la tripulación de viajes prolongados. En aquella época, el vacío del espacio parecía un bálsamo tranquilizador.

Solo mucho después de que él muriera; mucho después de que todos los que ella conocía hubiesen muerto y ella anotara tres meros años a su cuenta mientras el mundo hacía muescas de ciento siete años; se plantó frente a su tumba, observando su ajada lápida y se dió cuenta de que no había dejado el pasado atrás sino que aún lo cargaba con ella. Él que había escapado era él.

Firmó por mas viajes prolongados, saltando constantemente hacia el futuro. ¿Qué otra cosa había para hacer? Ciertamente, no le quedaba mada que la anclara al presente...

Hasta aquél último viaje a Arcolet.

Las emociones que habían permanecido dormidas, que erróneamente asumía que se habían marchitado y muerto, la habían cogido por sorpresa. Bobamente, se había permitido desarrollar sentimientos por su carga: Josua. Un enviado en su primer puesto en mitad de sus treinta. Extraodinariamente joven para un diplomático y ni su apariencia ayudó en el asunto: tenía una cara suave sin líneas, casi inocente para su casta. Hasta su marca diplomática, un estilizado pajarillo en su mejilla derecha, sólo acentuaba la impresión de candidez.

(Fue una infatuación,"), se dijo Liis a sí misma, ("nada más".)

Pero cuando le sonreía, ella se ruborizaba. Y cuando rozaba su brazo por accidente, su corazón martilleaba en su pecho como si fuera a salir de su jaula frágil de carne y hueso...

Fue una tontería. Él era un diplomático, ella una viajera. Vivían vidas diferentes, visitaban mundos diferentes.

Aún así, él le sonreía y, aunque no lo podía decir con certeza debido a que sus habilidades sociales se habían atrofiado con los años, sus sonrisas le parecían reflejar las suyas, indicios de algo más que una simple intención educada. Pero en los escuetos camarotes de una nave de salto donde no se hace ninguna previsión para la intimidad, había poca opción de llegar más lejos que el simple flirteo.

Liis prometió que tras su regreso a Bh'Haret, le buscaría. Le invitaría a cenar. Le diría lo que sentía y, quizá, se daría a sí misma una razón para dejar su atolondrada carrera hacia el futuro.

Pero el unierso la había cegado de nuevo.

En vez de sentarse a la mesa de un íntimo restaurante frente a Josua, se sentaba al lado de Sav en la incolora galería de una nave de salto. Momentos antes, Sav había ayudado a Josua hasta la silla de enfrente. La galería no podía estar más lejos del escenario romántico que ella envisionaba. Como todo lo demás en la nave, era espartana y funcional, diseñada hacia el minimo espacio y peso. La mesa individual estaba hecha de aleación gris de metal de arma y pesaba un gramo. Las sillas eran del mismo material y pesaban menos. Ambas estaban fijas a la cubierta. Las paredes eran manparas verdosas planas con el único adorno de una superficie para la cocina que se plegaba en el extremo más alejado de la sala y el ojo de un proyector de comunicación sobre ella. Una fina línea de luz superior proporcionaba una tosca iluminación acuosa.

Liis trataba de atraer la mirada de Josua pero él aún parecía aturdido, desorientado. Era la segunda vez que salía del estasis. Como todos los novatos, aún sentía los efectos aunque parecía más espabilado de lo que debería.

Lo contrario que su compañero, un hombre llamado Hebuiza, un Posibilitador.

Caminaba los pocos pasos desde un extremo de la sala al otro, distrayendo a Liis. A diferencia del resto, su cara no llevaba marcas. Cuando alcanzaba la pared se giraba con movimientos torpes.

- "¡Ésto no puede estar pasando!" dijo Hebuiza con profunda voz que sobrecogía en el pequeño espacio.

Era alto, más alto que cualquiera de ellos, incluída Liis. Tenía que inclinar la cabeza para no tocar el techo con ella pero donde Liis era sólida y ancha de hombros, él era enjuto, de miembros largos y finos en proporción a su tronco. Una camiseta blanca y pantalones cortos negros le colgaban sueltos. Tenía altas y prominentes mejillas y una nariz larga y afilada de daba un aspecto cadavérico. Su cráneo era tan calvo como el resto de él y sobre la corona tenía una masa de finos cables y zócalos. Como con todos los Posibilitadores, su cerebro se había separado en dos mitades para maximizar la eficiencia de procesado, el equivalente humano del procesador paralelo.

Hizo una pausa y se giró hacia Liis con oscuros ojos acusadores. Ella le devolvió la mirada impasiblemente.

-"Está ocurriendo." dijo ella fríamente.

Hebuiza retomó sus pasos moviendo la cabeza de lado a lado, un efecto secundario que experimentaban algunos Posibilitadores tras la división de hemisferios. Liis notó que era más pronunciado cuando se concentraba intensamente o se permitía estar agitado abiertamente. En esos momentos, su cabeza se movía atrás y adelante como un animal siguiendo un rastro, las dos mitades de un cerebro competían para ver usando nervios ópticos que no controlaban.

-"¿Cómo? ¿Cómo puede estar ocurriendo ésto?"

El Posibilitador miraba ahora a Sav como si fuese culpa suya mientras su cabeza se meneaba. Le fijó primero un ojo, luego e otro.

-"¿Una plaga? ¡Las enfermedades no barren planetas enteros!"

-"Quizá no fue sólo una enfermedad," dijo Sav. "Ya viste esas marcas negras en la superficie. Tanto Liis como yo podemos deducir, parecen que fueron causadas por armas de fisión. Quizá lo que ocurrió se escaló hacia una guerra. Y la enfermedad fue un arma biològica. O quizá fue al revés, un laboratorio dejó escapar por accidente un virus asqueroso y antes de que se pudiera hacer algo cundió el pánico..."

-"Pero habría supervivientes. ¿Qué pasa con los que viven en las colonias? ¿Con las tripulaciones en órbita? ¿Dónde están?"

Sav se encogió de hombros.

- "Todo lo que otbitaba Bh'Haret ha desaparecido. Todo lo que queda son esos gritadores."

A todo ésto, Josua no decía nada. Tenía sus manos dobladas sobre el regazo y los observaba a todos con leves movimientos de cabeza.

("¿Qué le pasa?") Liis luchó contra la idea de ir junto a él.y confortarlo.


-"Pues entonces las colonias mineras," dijo Hebuiza. "Habrían tenido un montón de advertencias."
-"Quizá," respondió Sav. "Pero no hay señal de las colonias de Ladodiurno o de Noche. Y la Estación Eramanus ha desaparecido. O, al menos, no está donde solía estar. Ordené a la Ea que activara los escaners de banda ancha pero, hasta ahora, no hemos recibido ni un pitido. También traté de enviar señales de alerta en varios canales pero los gritadores no es que ayuden, exactamente. Se bloquean en cualquier frecuencia y saturan el canal con esa advertencia. De modo que todo lo que podemos hacer ahora mismo es escuchar y confiar captar algo sensible antes de que los gritadores lo interfieran."

-"¿Y quién ha puesto ahí esos gritadores en primer lugar?" el Posibilitador no hacía intento alguno por enmascarar su enfado. "¡Alguien ha tenido que hacer éso!"

- "Tienes razón," respondió Sav. "Pero no creo que los supervivientes, si acaso hay alguno, los pusieran. Creo que los puso Nexus."

La noción distrajo la atención que Liis tenía en Josua. Sav no había mencionado éso antes.

-"¿Nexus? ¿Porque iban a querer poner satélites aquí? No somos un mundo afiliado."

-"No," respondiò Sav. "No lo somos. Prro las emisiones están en cuarenta y tres idiomas. Los he contado. La mayoría no sé de dónde son pero los que conozco son todos de mundos afiliados de Nexus. El Posibilitador puede verificarlo, estoy seguro."

Sav hizo una pausa para mirar al hombre alto cuyas pestañas aleteaban brevemente mientras recogía información. Asintió pensativo.

-"Segundo: esos satélites ocupan sólo unos pocos metros pero están interfiriendo bastante bien nuestro sistema de banda ancha. He tenido que desconectar el equipo más sensible y he apantallado las antenas para mantener al resto on-line. ¿Sabéis la cantidad de energía que se necesita para generar una señal como ésa a esta distancia? Más de la que podéis imaginar Terawatios como poco. Y lo hacen constantemente. No teníamos nada parecido cuando dejamos el planeta pero he oído de tecnología similar cerca de los afiliados de Nexus."

Sav miró en torno a la mesa.

- "No es inconcebible que la Polyarquìa los colocara aquí mucho tiempo atrás. Nosotros nos marchamos hace treinta años y el mundo Nexus más próximo, Doelavin, sólo está a dos años luz. Si la plaga golpeó justo después de irnos, entonces pudieron haber lanzado los satélites hace veintiocho años. Los treinta años que estuvimos fuera menos el tiempo que tardaría una transmisiòn de radio en alcanzar Doelavin con las noticias sobre la plaga. Yo podría haber hecho lo mismo si estuviera tan cerca para alertar a la gente." Sav hizo una pausa. "Y quizá para mantener un ojo en quien aparece por mi puerta."

-"Lo que nos estás diciendo," dijo Hebuiza con tono de burla "es que si decidimos ir a cualquier otro sitio, estaremos marcados como portadores de plaga. ¡Y que nos marchemos!"

-"Marcharnos sería lo mejor que podemos esperar hacer."

Sav, notó Liis noted, no se estaba esforzando mucho en ocultarle su irritación al.Posibilitador. La expresión de Hebuiza se tornó plana abruptamente.

-"Nos han mentido."

-"¿De qué estás hablando?", dijo Sav, "¿Quién nos ha mentido?"

-"En Arcolet." La ira crecía en la voz del Posibilitador mientras hablaba. "Negociaron como si no pasara nada pero tenían que saber sobre la plaga mucho antes de que llegáramos. No quisieron decirnos nada. ¡Tenían miedo de que quisieramos quedarnos!"

("Palabras"), pensó Liis amargamente. ("Son todo palabras. ¿Porqué iban importar ahora?")

Miró a Hebuiza.

-"¿Y qué? No hay una maldita cosa que podamos hacer sobre éso."

Miró a Josua, cuya cabeza aún se inclinaba, luego, miró a Sav.

- "No hay una maldita cosa que podamos hacer sobre nada."

-"Y..." , añadió Sav, "tenemos otras preocupaciones más inmediatas. Sólo tenemos combustible para alcanzar la mitad de c, como mucho, apenas una velocidad de crucero decente. Lo que implica que no podemos ir a ningún sitio en menos de unos pocos siglos. Además, estas naves no transportan sumimistros de emergencia, incluyendo comida y atmósfera para el tiempo fuera de la estasis."

-"Entonces, bajemos a la superficie."

La voz de Josua sobresaltó a Liis. Ella se giró para ver que su cabeza estaba ahora erguida. Él alzó las manos desde el regazo y apoyó las palmas en la mesa.

-"No tenemos elección."

Por primera vez, Josua miró a Liis directamente. Sus ojos ardían de...

("¿...de qué?. ¿Frustración?, ¿Enfado?, ¿Rabia?") Liis no podía estar segura.

-"¿Y bien?"

Le llevó un momento darse cuenta de que él estaba esperando su respuesta. Liis asintió.

-"¿Sav?" preguntó Josua atonalmente.

-"No veo que tengamos otra alternativa."

-"¿Posibilitador?"

Liis alzó la vista hacia la cabeza de Hebuiza; le observó apretar las mandíbulas, incómodo. Su cuerpo entero pareció temblar pero no respodió.

/"Tomaré eso como un sí," dijo Josua. "Entonces, decidido." Miró a Sav. "¿Y ahora qué?"

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