Un Lugar tan Extraño
por Cory Doctorow
Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Sr. Doctorow.
(Original Title: A Place So Foreign, 2003)
Traducción Casera: Sirius
(Homemade Translation)
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La chica de las entradas del Teatro Castro no era mayor que yo pero llevaba el pelo más corto que algunos de los chicos que había visto en casa y más maquillaje que las chicas pintadas del saloon. Me miró como si fuera alguna clase de tonto de pueblo. Era una mirada que me había acostumbrado a ver.

-Reddekop sólo toca para las funciones de las TARDES, niño. No hay órgano en las MATINEÉ.

-¿A quién llamas niño?, dije yo.

Yo había mantenido una lengua civilizada desde que desembarqué del tren, tratando adultos y niños con igual respeto pero estaba hartándome de ser tratado como un patán. Había llegado más lejos que cualquiera de esos acicalados polvorientos llegaría nunca y era lo bastante mayor para decirle a Mamá y al Sr Johnstone que me iba fuera de la ciudad; en lugar de sólo dejar una nota, como había planeado originariamente.

-Tú. Niño. Quieres hablar con Reddekop, vuelve después de las seis. Mientras tanto, puedes comprar una entrada o perderte.

Contárselo a mi Mamá fue un error, probablemente. Implicó que me cerrara en mi habitación durante dos miércoles consecutivos para que no pudiera coger el tren. Al tercer miércoles, escalé hasta el tejado y bajé usando una escala hecha con cuerda que había ocultado tras la chimenea. Los billetes de Wells Fargo con los que había empezado el viaje casi se habían acabado, mayormente empleados en la carísima comida del tren. No me atreví a coger nada de comida de casa, mi Mamá no era tonta.

Pensé en comprar una entrada para la matinee. Me quedaban aún casi cinco dólares, pero una rápida mirada a los menus de los restaurantes me había enseñado que la comida del tren no era tan cara, después de todo.

Me eché al hombro la mochila y me fuí, tomando cuidado para evitar la suciedad de los perros y a la gente que dormía en las aceras. Me dije a mí mismo que no yo estaba nostálgico sino cansado.

* * * * *

-¿Con que 29 de Octubre de 1929, eh?

Reddekop era un alemán pequeño con una barba grisácea y un pelo largo muy engominado. Sus dedos eran finos y largos pero casi todo lo demás era corto y tosco. Me ponía nervioso.

-Sí, señor. el Sr Nussbaum pensó que usted sabría lo que eso significa.

Reddekop rascó una cerilla en el lateral del mueble del órgano, encendió una pipa. Luego tiró la cerilla descuidadamente en los asientos del teatro. Yo alcé la ceja y solté una risita.

-No te proeocupes, niño. El lugar no arderá todavía hasta dentro de unos cuantos años.

Tomé las palabras como si fuera la mayor autoridad en la materia.

-A ver, Nussbaum dice el 29 de Octubre de 1929. ¿Qué más?

-Me dijo que usted se encargaría de mí.

Apretó la pipa con sus dientes amarillos y siseó una carcajada.

-¿Sí?. Bueno, supongo que debería hacerlo. Por supuesto, no lo sabré seguro hasta dentro de 25 años. Supongo que no creo que quieras esperar tanto, ¿no?.

-¡No, señor!- dije yo.

No me gustaba este hombrecillo. Me recordaba a una rata musical.

-Eso pensaba. ¿Sabes lo que es un fondo de inversión, James?

Yo había estudiado eso en las clases de Ley Común. Podría parlotear sobre unos treinta tipos diferentes sin pestañear

-Tengo una idea general- dije yo.-

-Bien, bien. Lo que estoy pensando es que lo mejor para mí es establecer un fondo de inversión mediante un abogado que conozco en la calle Market. Él se asegurará de que siempre recibas un flujo de dinero pero nunca tan sucio como para que alguien repare en tí. ¿Cómo te choca eso?

Lo medité.

-¿Como sé que el fondo no desaparecerá al cabo de algunos años?

-Tú no eres un tonto don nadie, ¿eh? Bueno, ¿Qué tal ésto?. Tú buscas tu propio abogado, alguien en quien confíes; y él puede comprobar todos los libros y documentos, asegurarse de que todo está limpio. ¿Cómo te choca eso?

Reddekop sabía que yo era un extranjero en la ciudad y quizá contaba con que no pudiera encontrar a nadie cualificado para auditar el fondo de inversión. Pero yo tenía un as en la manga.

Yo no era un tonto don nadie.

-Suena bastante justo, dije yo.

* * * * *
CONTINUARÁ