Regreso a la Isla del Placer (4/4)
por Cory Doctorow
Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.
(Original Title: Return to Pleasure Island, 2003)
Traducción Casera: Sirius
(Homemade Translation)
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Orville y Bill estaban sentados a la puerta de la cabaña, observando a Tom, cuando George volvió. Se estrujaba las manos mientras se acercaba a ellos, dudando sobre lo que iba a decir y si debería hablar delante Orville, después de todo. Sujetó su pulgar izquierdo y lo reconfortó un poco.

Bill y Orville estaban tan fascinados con las payasadas de Tom que no notaron la presencia de George hasta que se aclaró la garganta. Orville levantó las cejas y miró a Bill pidiendo una explicación.

- Acabo de ver a Joe, dijo George, en el camino central. Sus orejas eran puntiagudas y camina todo encorvado. No le doy más de algunos días hasta que se transforme del todo.

George aguantó la respiración, esperando la reacción de Bill.

-Eso es muy malo, dijo Bill. Era inevitable, supongo. ¡Un hijo de una lengua!. ¿Pero en qué estaba pensando padre?.

Orville sonrió y chupó su pipa.

-No te preocupes de eso, George. Joe va a ser mucho, mucho más feliz. Más centrado. Si quieres le puedo traer aquí para que viva. El pequeño Tom podría jugar a montar el pony.

Bill dijo:

-No creo que sea buena idea. Joe es demasidado salvaje para jugar con un hijo.

Orville puso una mano en su hombro.

-Te sorprendería lo dócil que se va a volver.

Bill acunó con los brazos a Tom, que ya le llegaba a la cintura y quería agarrar la nariz de Bill.

-Ya veremos, entonces. Se retiró dentro de la cabaña con su hijo.

Orville se volvió hacia George y dijo:

- Seguro que has oído que desmontamos el camino central mañana. Los otros están todos siendo reasignados hasta que acaben las obras pero estaba pensando si podría darte un par de meses de vacaciones. Podrías quedarte aquí y jugar con Tom. No todos los días se convierte uno en un nuevo tío.

Orville había mostradp un obvio placer con las transformaciones de los chicos en burros. De eso trataba la Isla del Placer entera, después de todo. Orville parecía especialmente complacido esa noche y George pensó que Orville estaba tan sorprendido por Bill como lo estaba él. George, sin saber qué decirle, no dijo nada.

* * * * *

No pasó mucho tiempo para que George empezara a echar de menos el camino central. Encerrado en la cabaña con Bill y Tom, se sentaba contra un muro exterior y trataba de no estorbar el paso. Preparaba las comidas en silencio, retirándose al bosque largo tiempo, recogiendo
bocados selectos. Bill y Tom comían en el suelo lejos de la mesa. Bill masticaba los bocados más duros primero y luego los ponía en la boca de Tom con sus mano izquierda mutilada. La mayoría del tiempo, ninguno de ellos notaba la presencia de George.

Un día, preparó comidas para el día entero y las dejó en la mesa. Luego caminó hasta la puerta de utilidad del otro lado del bosque. Embarcó en un tranvía y viajó hasta la antigua entrada del camino central.

El camino estaba vallado con tablas de madera y los obreros de la construcción hormigueaban sobre los esqueletos desnudos de la nueva Zona de Horror. Maquinaria pesada gruñía y aplastaba. Nada, excepto las lejanas siluetas del horizonte de la Tierra de Acción, era familiar. George trató de imaginarse trabajando aquí durante los próximos años. Un insuperable cansancio lo hundió.

Cogió el tranvía de vuelta a la cabaña y se quitó las ropas. Eran más marrones que nunca. Sintió los brazos débiles y agotados. De pronto supo que nunca tendría su propio hijo.

Bill y Tom jugaban delante de la cabaña. Él estaba sentado en su lugar habitual contra el muro y los observaba.

- Bill, dijo George suavemente.

-¿Sí?, dijo Bill.

-¿Cuándo tendré mi propio hijo?.

Bill siempre sabía todas las respuestas.

Bill trajo a Tom hasta su pecho inconscientemente mientras pensaba.

-Supongo que cuando Tom ya sea mayor, podrías coger tiempo libre y tener tu propio hijo.

Para su sorpresa, George dijo:

-Quiero tener un hijo ahora.

* * * * *

Bill dijo:

-Eso está fuera de la discusión, George. Estamos demasiado ocupados con Tom.

Al oir el tono de fastidio de Bill, Tom se inclinó hacia él.

George dijo:

-Yo no estoy ocupado. Soy viejo. Si no tengo un hijo pronto, no podré cuidarle hasta que sea lo bastante mayor para cuidarme él a mí.

Bill dijo,

-Piensas como Padre. Vivimos con los blandos ahora. Orville se asegurará de que tú y tu hijo estéis bien hasta que crezca.

George nunca ganaba en argumentos con Bill. Entró en la cabaña y preparó la cena.

* * * * *

Orville visitó a los hermanos la mañana siguiente. Pellizcó a Tom en la mejilla y estrechó la mano de Bill. Luego llevó a George al bosque para dar un paseo.

-Tu hermano me ha dicho que quieres tu propio hijo.

George asintió y se agachó para poner un pequeño y mohoso leño en su cesta.

-Bill no quiere que lo tengas, ¿eh?.

George no estaba muy cómodo discutiendo asuntos de familia con Orville. Esa era la tarea de Bill. Tras meditar un poco, dijo:

-Ahora mismo, no.

Orville dijo:

-Sé lo que te entristece. Nadie debería estar triste aquí. Veré lo que puedo hacer. Ven mañana temprano a Ops y hablaremos más.

Cuando George volvió a la cabaña, Bill yacía con su espalda en el suelo, riendo mientras Tom escalaba por encima suyo. Tom aún balbuceaba pero ahora eran palabras de verdad, aunque sin sentido alguno. Con su parloteo constante, a George le recordaba a Joe y eso lo entristeció un poco más.

* * * * *

George nunca había ido a Operaciones antes pero sabía dónde estaba, en una colección de edificios prefabicados en una pequeña depresión detrás de las esculturas hechas con setos cerca de la Tierra de Magia. Se apretó el pulgar derecho nerviosamente mientras esperaba de pie en la zona de recepción a que llegara Orville para recibirle. La secretaria había anotado su nombre y avisado a Orville y ahora le espíaba con mirada horrorizada. La familia de George era la única de su especie que dejó su tierra natal y se unió a los blandos y, allí, en Ops, había un gran número de babus de bajo rango que no habían oído hablar nunca de ellos.

Orville era todo efusividad y sonrisas cuando miró por el cristal de la puerta de seguridad y saludó a George con un golpe en la espalda.

-¡George, qué alegría que hayas bajado hasta aquí!

Tomó a George del brazo y le condujo adentro, parando antes para guiñarle un ojo a la secretaria, que le miraba con una mezcla de disgusto y admiración.

La oficina de Orville estaba enterrada en un retorcido laberinto de puertas en línea y pasillos de luces fluorescentes donde atareados blandos hablaban por teléfono o escribían sin parar en sus teclados.
Orville lo condujo a través de su puerta hasta una oficina tan grande como la cabaña de George.

Orville paseaba y hablaba.

-¿Te he dicho ya que estaba contento de verte?. Me alegro de que vinieras. Ahora, hablemos sobre Bill. Bill es feliz. Ha tenido lo que quiere. Un hijo. No tiene que ocuparse de Joe. Eso es bueno para él.

Hizo una pausa y miró a George. George asintió con la cabeza.

- Vale. Pero hay un problema. Tú también quieres un hijo pero Bill no puede permitirlo.

Aquello no necesitaba ningún comentario, así que George se mantuvo en silencio.

- Mi idea es, si Bill está tan ocupado con Tom, él no se dará cuenta si tú estás allí o no. Eres un adulto y puedes cuidar de tí mismo. ¿Ves a dónde quiero ir a parar?.

George asumió que era una pregunta retórica.

- Vale. Lo que estoy pensando es: no hay razón por la que ambos no podáis tener vuestros propios hijos. Esto es la Isla del Placer, después de todo. Nadie debería estar triste en la Isla del Placer. Tú has trabajado duro y bien para nosotros durante mucho tiempo aquí. Podemos cuidar de tí.

George sintió una sensación incómoda en su estómago, un nudo de culpabilidad como un vómito ascendente.

- He pensado en disponer otra cabaña en el bosque pero no es buena idea. Creo que tú y Bill necesitáis vuestro propio espacio. De modo que te voy a contar lo que se me acaba de ocurrir: te pondré allí arriba, en los Brazos del Monstruo, ese el nombre del hotel que estamos construyendo para la Zona de Horror. Está muy avanzado en la agenda, casi acabado ahora. Hay una suite penthouse que puedes usar tanto tiempo como quieras. Es sólo algo temporal, sólo hasta que tú y Bill hayáis tenido tiempo de criar a vuestros hijos. Luego reuniremos a la familia entera de nuevo en la cabaña.

La culpa se elevó más alto, haciendo toser a George.

- Tampoco te preocupes por la comida. He hablado con el chef de la casa sobre tus gustos y enviará tres bandejas cada día, todo lo que un niño en crecimiento necesita.

Disparó una gran sonrisa.

- Y olvídate de Bill. Yo suavizaré las cosas entre vosotros. Comprenderá que ésto es lo mejor para tí.

Al fín, George tuvo algo que decir:

-¿Y qué pasa con Joe?.

Orville había estado casi danzando mientras hablaba, encantado con sus propias palabras. Detuvo el baile cuando George habló.

-¿Qué pasa con él?.

-Quiero vivir otra vez con él, dijo George.

-Pero él ya no está, tú lo sabes.

Orville señaló sus orejas con ambos dedos.

-Jiii-Joonk, Jiii-Joonk. El ferry mensual se lo lleva a la tierra principal mañana.

- No me importa nada eso, dijo George. Lo quiero conmigo allí.

Orville dijo:

-Mira, no creo que eso sea tan buena idea, George. Tú te vas para concentrarte en TÍ. Joe es un engorro, incluso ahora. No quiero que te distraigas.

George dijo:

-Yo quiero a Joe.

Orville se le quedó mirando. George configuró su cara en una máscara plana. Finalmente, Orville dijo:

-Si es eso lo que quieres, eso es lo que tendrás.

* * * * *

George no tenía nada que llevarse de la cabaña y Orville pensó que sería mejor si hablaba con Bill a solas, así que envió a George al establo a recorrer a Joe.

Los establos de los burros estaban más allá de Ops, en el borde mismo de la Isla. Frente a los establos estaban los ferries que traían a los nuevos chicos. Un tipo diferente de barco estaba amarrado allí, grandes cargueros de utilidad que traían todo lo necesario en la Isla y se llevaban manadas de asnos rebuznando y pataleando.

Los burros se movían nerviosos en sus cuadras. George olió las manzanas, el heno y oyó golpes de cascos y apagados sollozos y rebuznos. No tenía claro qué ocurría con los burros cuando volvìan a la tierra principal pero tenía la idea de que no era muy agradable. En la isla, los burros eran los premios, una señal de que todos los deseos de un chico habían sido satisfechos. Lo que ocurría después no era algo sobre lo que se les animara a pensar.

Caminó el limpio pasillo de madera mirando por las cuadras buscando a Joe. Al fín, en una oscura cuadra de una de las más oscuras esquinas del establo, lo encontró. Era un gran asno barrigudo que brincaba y rebuznaba bien alto cuando George chasqueaba la lengua.

-¿Joe?, preguntó dulcemente.

El burro rebuznó de nuevo y pateó la puerta de la cuadra que estaba ya astillada de tantas coces. George abrió el gancho y casi fué atropellado bajo por los cascos de Joe cuando trotó huyendo y rebuznando. George persiguió deprisa a su hermano. No comenzó muy deprisa pero, una vez tomó camino, la inercia lo hacía imparable.

Arrinconó a Joe cerca de la puerta que daba a la Isla. El burro le daba patadas, tratando de escapar. George cerró su brazo derecho fuerte alrededor del cuello de Joe.

-¡Para, Joe!, dijo. Te voy a sacar conmigo pero tienes que parar.

Los ojos de Joe giraban como locos mientras luchaba contra George, coceando y mordiendo. George esperó en silencio hasta que el burro se agotó, luego usó una brida que colgaba del muro para conducir a Joe fuera del establo.

Cuando Joe vió a Orville esperándoles, se volvió loco de nuevo. George lo agarró por la pierna trasera y lo arrastró hasta el suelo mientras Orville daba un salto atrás con extraña gracia.

Orville sonrió y dijo:

-Supongo que no le gusto demasiado.

Se acercó y dió una palmada afectuosa en el lomo de Joe.

Joe rebuznó con fuerza y George siguió su propio consejo. Orville les condujo hasta una puerta de utilidad y subieron a un tranvía eléctrico con un coche descubierto. George condujo a Joe agarrado del cuello mientras Orville cerraba la puerta. Condujo hasta una rampa de servicio hacia el interior de la Zona de Horror, luego hasta las puertas del recién completado Brazos del Monstruo.

* * * * *

George y Joe vivían ahora en los Brazos del Monstruo. Cada mañana, Orville les hacìa una visita y espiaba los pulgares de George. Estaban intactos.

George quería tener un hijo pero no podía decidirse a hacerlo. Las visitas de Orville eran cada vez más breves y sus modales más irritados. Aún así, George seguía sin hijo.

Un día, esperó hasta que Joe estaba durmiendo y se deslizó hasta el ascensor en forma de dama de hierro y bajó hasta la puerta de utilidad.

El conductor del tranvía lo reconoció y le llevó hasta su cabaña. La última milla estaba polvorienta y en desuso. George saltó fuera del tranvía y caminó deprisa hacia la cabaña, con el corazón acelerado. Llevaba mucho tiempo sin ver a Bill y al pequeño Tom. Los echaba de menos terriblemente.

La peqyeña cabaña era incluso más pequeña que cuando la recordaba y parecía triste, depresiva y ruinosa. Dudó ante la puerta, después, sintiéndose raro, llamó.

Hubo movimiento dentro pero ninguna voz y la puerta permanecía cerrada. George la abrió.

Era un desastre. Los armarios de la cocina estaban destrozados, la mesita volcada, ennegrecida y astillada. Profundas sombras se agrupaban en las esquinas.

-¿Bill?, llamó George, suavemente.

Una sombra de estiró, una indistinguible figura en sus profundidades.

-Bill, soy George. Te hecho de menos. Necesito hablar contigo. Estoy confuso.

La sombra se agitó de nuevo. George gateó hacia ella, aguzando sus viejos ojos en la oscuridad.

Bill se acurrucó en la esquina, ruinoso y echado a perder. Miró a George con los ojos apantallados de lágrimas. Levantó sus manos. Ya habían empezado a tomar la forma de cascos de asno pero George podía aún sentir que ambos pulgares habían desaparecido. Sus orejas eran largas y puntiagudas.

-Oh, Bill, dijo George.

Su hermano dejó salir un sollozo de rebuzno y George vió que no tenìa lengua.

* * * * *

Orville volvió a buscarle a la cabaña la mañana siguiente.

-¿Dónde están los hijos?, le preguntó George, mientras acariciaba la cabeza del burro en su regazo.

Orville mostró un ligera sonrisa de desconcierto

-Los estoy cuidando. No creí que Bill estuviera en forma para cuidar de ellos.

George dijo:

-Yo cuidaré de ellos. Tráelos aquí. A Joe también, está en la habitación. Yo cuidaré de todos.

Orville volvió a mostrar su confusa sonrisade nuevo, luego saludó a George con ironía.

-¡Sí!, ¡señor!, dijo.

Dió una palmada en el lomo de Bill y sonrió para él mismo.

George no sabía responder a la ironía, así que sujetó con mayor firmeza a su hermano. Eventualmente, Orville se marchó y volvió un rato después. Conducía un carro electrico y en el asiento delantero estaban los tres hijos: Tom, brillante y curioso; otro, grande y fuerte; un tercero, cuya barrigilla bailaba mientras hablaba y hablaba y hablaba. En un camión, Joe coceaba y luchaba contra sus cuerdas.

George le dejó libre primero, luego llevó a los hijos al porche. Joe y Bill cruzaron las miradas durante largo rato, luego Bill rebuznó una larga risa de asno.

Orville observaba a los asnos con una satisfacción de propiedad, luego a los hijos y luego a George. Él apuntó un dedo a George, como diciendo:

-Volveré por tí algún día.

Luego entró en su tranvía y lo condujo fuera de allí.

George volvió dentro de la cabaña e hizo la cena para la familia.

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