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  1. #1
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    Post Respuesta: Cory Doctorow La Sombra de la Nave Nodriza

    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.

    La Sombra de la Nave Nodriza (3/4)
    por Cory Doctorow
    (Shadow of the Mothaship)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************
    Las llamas lamen y escupen y la casa se arrodilla lentamente en escenas majestuosas. La mitad de atrás se colapsa primero, un añadido baratito cincuenta años más joven que el resto de la casa. El porche frontal le sigue y envía una constelación de ascuas asustadizas hacia los asadores de marshmallows, que se golpean unos a otros los abrigos hasta que todos quedan apagados.

    Como el residente tullido que soy, me abro camino hacia una de las sillas de la cocina y la mantengo en ángulo para encarar el calor. Me siento tan cerca que parece que mi cara está ardiendo y la giro para sentir la deliciosa brisa helada.
    Ahora las llamas están en el tejado y me encuentro en mi mundo interior, observándolas.
    Danzan hacia el espacio y siento una emoción deliciosa mientras me doy cuenta de que los bugouts no están allí, que los bugouts no nos observan, que se llevaron a mis padres y mis problemas desaparecieron.

    Daisy Duke rompe mi ensueño, tiene puesta una máscara de sky y la boca llena de marshmallows gomosos. Tiene dos marshmallows más en uno de los guantes de ciclista de sólo tres dedos.

    -Mmm. Marshmallomanía, digo.

    Tienen esa piel dura carbonífera y el interior pegasoso que está lo bastante caliente para escaldar mi lengua. Me GUSTA.

    -Casi Año Nuevo, dice ella.

    -Aaajá.

    -¿Tienes planes?, pregunta.

    -¿Y tü?.

    -Claro, dice ella.

    Y yo, honestamente, no puedo imaginar lo que esta persona perfectamente equilibrada pueda tener que planear.

    -Tú primero, dice ella.

    -Voy ir a que me arreglen la rodilla.

    -¿Sólo ESO?.

    -Aajá. El resto lo tocaré de oído. Quizá encuentre algunos mandamases del Proceso que zurrar.
    ¿Y tú qué?.

    - Arreglar las cañerías escaleras arriba. Llenar de espuma la casa entera. Cocinar una vez a la semana.Enseñar auto-defensa. Asegurarme de que te curas la rodilla.

    Y, de pronto, ella parece ser VIEJA de verdad aunque sólo tiene veinticinco, sólo tres años mayor que yo.

    -Oh, sí. Muy bueno.

    -¿Tienes OTROS planes para el año próximo, Maxes?.

    -No, nada especial.

    Siento una punzada de ansiedad libre de carga.

    -Quizá intentar ganar algo de dinero, ayudar por aquí. No lo sé.

    -Tampoco te preocupes por eso. Tony puede llevar esta casa pero yo soy quien la encontró y digo que te puedes quedar. Sólo que no quiero ver que...

    Hizo una pausa para tragar.

    -ya sabes, malgastas tu vida.

    -Ni siquiera he llegado a pensar que iba hacia ESA lìnea. Estaré bien. Algo saldrá y descubriré lo que quiero hacer. No te preocupes por mí.

    Inesperadamente y fuera del limpio humo naranja, ella me abraza y me susurra al oído, ferozmente.

    -Yo SÍ me preocupo por tí, Maxes. Yo SÍ.

    Entonces Bunny la golpea en la oreja con una bola de fango y ella se lanza en un perfecto giro en tierra, recogiendo nieve en el camino para el contraataque.
    * * * * *
    Tony el Tigre ha estado de pie a mi lado un buen rato pero sólo ahora me he dado cuenta. Él me ladra su ¡Jah!, marca registrada.

    -¿Como va la rodilla?.

    -Muy hinchada y fea.

    -Ya. ¿Cómo va el cerebro?.

    -También.

    -Ya doble.

    - ¿Tienes planes para el Nuevo Año, Tony?

    -Retocarme el bigote. Montar un jardín aquí, donde estaba la casa del vecino. Hacer pesas por las mañanas, trabajar la parte superior del cuerpo. Llenar de espuma la casa. Abrir las habitaciones del sótano, traer más amigos. Pillar una cámara y empezar a grabar las reuniones en la casa. Empezar un e-zine para conectar con otros escuadrones. Algunas cosas más.

    -¿Y tú?.

    -No preguntes, dije sin querer humillarme de nuevo.

    Él me malinterpretó.

    -Bueno, con calma, si se hace muchos planes, se intenta y eso es lo que cuenta.

    -Aajá.

    Sienta bien que te sobreestimen para variar.

    Tony solía trabajar en el departamento de servicio al cliente de Eatons-Walmart, el grande en
    Dundas y Yonge donde estaba antes el Centro Eaton. Le ofrecían promociones a menudo y él las rechazaba. Le gustaba estar allí actuando como un guía a través del laberinto burocrático en el que había que navegar para obtener una devolución de la mierda hipercara y peligrosa que vendìan.

    Era como si hubiera esperado treinta años hasta tener la oportunidad de agarrar un megáfono y organizar una liberación-desastre.

    La del vecino ya no es reconocible como una casa. Algunos se ponen a cantar villancicos. Luego queda tonto y empiezan a cantar palabrotas y yo me uno a ellos cuando se lanzan con el Jingle Bells, traducido en la jerga del Proceso.

    Regreso al fuego y me pierdo entre los parpadeos y no vuelvo a gritar. Jódete, Papá.
    * * * * *
    Alguien sablea una gran minicuba de espuma llena de whisky y otro aparece con vitamina C masticable empapada con algo y la casa sigue ardiendo.
    Media hora después, Tony el Tigre aparece por la puerta de servicio con la nariz roja. Tiene la manguera en una mano, el guante congelado de devolver bolas de nieve. Estoy cerca de la puerta, temblando, y me sonríe, sacudiéndose las ascuas.

    Le cojo sus guantes y los añado a la pila que gotea a mi lado. Cojo la cuba de espuma con whiskey y se lo paso.

    La noche pasa en el calor de veinte cuerpos sudorosos, borrachos y de speed y yo cojeo desde el meadero hasta el whiskey, hasta que el whiskey se acaba y el meadero está nadando por la mala puntería de otra gente. Luego me establezco en la esquina de uno de los harapientos sofás en el locutorio, cabeceando un poco y sonriendo.

    Alguien me despierta con un fuerte beso de whiskey ahumado en la mejilla.

    -¿Cómo puedes dormir yendo de speed, Maxes?, Daisy grita en mi oído.

    No suelo verla tan suelta pero le pega.
    Ese parpadeo esta en estróbico permanente y ella lleva un sportsbra, shorts de ciclista y rebota en el cojín siguiente.

    Me estiro la ropa.

    -Sólo es suerte. El speed me golpea fuerte, luego me deja caer como un yunque. Mis párpados son como pesas.

    Ella serpentea hacia mí. Incluso estando completamente colocada es cuidadosa con mi rodilla. Cautamente, pongo un brazo alrededor de sus hombros. Está empapada en sudor.

    -Tu Papá debía de ser como un grano en el culo, ¿eh?, balbucea ella en un tono adrenalítico y los müsculos bajo mi mano se tensan.

    -Sí, tenlo por seguro.

    -No puedo imaginarlo. Quiero decir, solíamos verlo en el tube y gruñir cuando los bugouts llegaron; y dijo a todo el mundo que él había sido invitado a explicarles porqué deberían admitir a la humanidad en la Federación Galáctica. Nos partimos el culo de la risa. Mi hermana, ella tiene treinta, está en algún lugar del oeste. Creemos que en Winnipeg, quizá. Tenía un novio en el instituto que acabó allí...

    Le lleva cuatro horas más ventilar fuera todo eso y creo que debo estar tomando un alto nivel de contacto con ella porque no estoy ni remotamente cansado. Eventualmente, ella acaba con su cabeza en mi regazo y puedo sentir mi ropa deslizarse bajo ella y estoy seguro de que mi polla está colgando a la altura de su pelo pero nada de eso importa. No importa el tiempo que pasemos sentados allí. No tengo calambres en la espalda ni en mi rodilla y, para cuando los dos caemos dormidos, creo que, quizá, esté enamorado.
    * * * * *
    Debería haber pasado la noche en mi cama. Despierto casi veinte horas después y siento como si la rodilla se hubiera partido en un millón de trozos, lo cual es cierto.
    Despierto con un grito, aguanto el aire, grito de nuevo y Daisy esta despierta y agachada a mi lado en un flash. Tony llega un momento después y me llevan a la cama.
    Paso el Año Nuevo allí, tras un muro de codeína. Daisy sumerge un dedo en su vaso de burbujeante champán y toca mis labios a medianoche.
    * * * * *
    Engullo cuatro tabletas de codeína antes de levantarme, mi dosis normal.Feb se nos hecha encima, tan apestoso y oscuro como la porquería que rodea el váter pero yo acentúo lo positivo.

    Cuando consigo bajar las escaleras, Tony está a pleno derviche, ayudando a descargar un palé saqueado de pan fresco marrón sacado de la parte de atrás de alguna panadería. Me sonríe su marca registrada cuando entro en la cocina y le respondo con otra sonrisa.

    -¡Coo-mii-daa! dice, arrancando el talón de una hogaza y lanzándolo en mi dirección. Media docena de compañeros de casa, recién llegados, cuyos nombres no he pillado aún, ya están sentados a la mesa, metiendo sus caras.

    Alcanzo el comunicador de mi bolsillo y grito:

    -¡Sonreid!

    Y hago una foto. Luego la grabo en la carpeta que estoy usando para los archivos del e-zine.

    -¿Cuál es el comentario?, dice Tony.

    -Man oh manna, digo.

    Como la hogaza de pan, luego entro en la habitación que Daisy llama la Carnicería de Pantry, esa que uso como oficina, y cierro la puerta. Nuestro e-zine, Asiento/Giro, fue pasando de ocasional a diario cuando dominó tras el Año Nuevo y yo comandaba una oficina en la que trabajar. Aparentemente, es de rigueur leer durante el café en Copenague.

    No importa. Lo que importa es:

    1) Puedo pasar el día entero en mi oficina sin que nadie me recuerde que tengo que tomar una pastilla.

    2) Cuando salgo, Daisy Duke es siempre la primera que está allí, cogiendo mi comunicador y devorando las propuestas aprobadas con ojos hambrientos.

    Empiezo a organizar los asuntos del día, pegando las fotos de Tony y Daisy bajo la cabeza del mástil.
    * * * * *
    Estoy en un patio frente al puerto con una jarra de shandy al frente, sombras oscuras y un pin de la confabulación en mi rodilla para cuando la madre nodriza regrese.

    Recibí la cura en Febrero, me escabullí y dejé una nota para que Daisy no insistiera en ser noble y me acompañara, mintiendo sobre mi nombre y acampando durante una semana fuera de Urgencias en el recièn recapturado Hospital de la Facultad de Mujeres.

    Daisy me besó en la mejilla cuando volví a casa y Tony hizo venir a todo el mundo para contemplar mi nueva rodilla. Mientras estuve dentro, alguien había puesto en orden los asuntos del Proceso y un trust gubernamental había dejado una nota para mí. Recibí unos cincuenta dólares y compré un billete de avión para unas bien merecidas vacaciones en Honduras. Traté de llevar a Daisy pero tenía cosas que hacer. Tomè el sol en la playa hasta que aparecieron los melanomas, luego, a casa de nuevo para encontrar que la casa estaba precintada como escena de crimen y Tony el Tigre y Daisy Duke seguían desaparecidos durante un mes de histérica búsqueda.

    Así que, ahora, en el primer precioso día de primavera tras un maldito y gris invierno de dolor y confusión, trabajo en mi bronceado y bebo cerveza y limonada hasta que las sirenas suenan y el tráfico se detiene y cada receptor está en el dial del Sistema de Emisión de Emergencias:

    ESTO NO ES UN SIMULACRO

    Desdoblo mi comunicador. Hay un zumbido provocado por la nave nodriza, revoloteando del ocaso al alba alrededor de nuestra roca. La pista de audio está sonando, pero sólo es cháchara no una transmisión de la madre nodriza. Lo apago.

    El mundo no respira de nuevo.
    * * * * *
    La primera transmisión llega tarde. Hablan un inglés perfecto y español y cantonés y navajo, basta escoger un canal. Y usan a un bello contralto bugout como un reportero de noticias que comenzara como cantante de ópera. Como un tirano romano orando a sus súbditos.

    Se me revuelve el estómago y bajo el comunicador antes de que se me caiga, enjuago algo de shandy y miro el lago Ontario, que es de un azul preternatural.
    Gaviotas, ratas con alas, circundan el cielo.

    -Gente de la Tierra, dice el cantante de ópera-noticiero.

    -Nos alegra volver. Debíamos llevar a cabo una tarea cuya naturaleza era...compleja. Sentimos cualquier preocupación que ésto haya podido causar.
    Hemos llegado a un verdicto.

    -La Dama o el Tigre, casi digo yo.

    ¿Nos vamos a unir a la ONU bugout o nos van a vaporizar?. Me sorprendo a mí mismo apagando el comunicador, cubriendo con un mantel la mesa y las jarras y marchándome de allí antes de oir la respuesta.

    El sonido de los claxons me dicen cuál es. Más altos que cuando los Jays ganaron el banderín. Timbres de bicicleta, megáfonos de aire, claxons, silbidos. Todo el mundo sonríe.

    Suena mi comunicador. Lo escaneo. Papá y Mamá han vuelto a casa.
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  2. #2
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    Post Respuesta: Cory Doctorow La Sombra de la Nave Nodriza

    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.

    La Sombra de la Nave Nodriza (4/4)
    por Cory Doctorow
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    ************************************
    Reconstruyen los centros del Proceso como una mala disculpa. Los gobiernos del mundo se muestran, de pronto, muy, muy interesados por encontrar a los incendiarios que fueron los héroes vengadores durante las navidades. Aplasto mi comunicador despuès de la sexta página sobre Papá y Mamá.

    A veces, veo a Linus sonreir en las pantallas de noticias de Spadina y una vez capté el audio enfermizo que tiene, la desgarradora historia sobre cómo había rescatado valientemente docenas de mandamases del Proceso, escapado a los tüneles del metro y ocultado de las masas portadoras de antorchas. De verdad lo dijo:

    -masas portadoras de antorchas.

    Con el mismo torpe ceceo.

    Cuando Papá y Mamá aparecían en la pantalla, yo desaparecía.

    Me quedaban quince dólares. La habitación me costaba un penique la noche y por un ataúd de espuma no estaba mal.
    * * * * *
    Alguien metió una octavilla bajo la puerta de mi ataúd esta mañana.

    Mi propio padre da una clase grátis sobre la Felicidad Duradera y sobre la Federación Galáctica en el Estadio de los Raptor mañana por la noche.

    Anoté mentalmente estar en otro sitio.

    Por supuesto, no importa dónde esté. La maldita cosa se emite simultáneamente a toda sórdida y oscura esquina del mundo. Papá, después de todo, ha recibido el premio del Governador General, el premio Nobel y una medalla al valor de la ONU.

    Reboto como una bola de pinball entre los bares, buscando algún sitio fuera del ataúd donde no llegue la oración del tirano.

    Alguien ha convertido lo que quedaba del salón Roy Thompson en un gran club atronador de baile, el típico sitio con luces estroboscópicas y bailarines casi desnudos.

    Ha pasado tiempo desde que estaba en un bar. Desde el pasado verano cuando ascendieron los primeros a la nave nodriza. Me siento como un intruso aunque descubro un millón de caras medio familiares entre los que bailan, gente que conocía o a la que le estrechaba la mano o con la que bebía o peleaba algún tiempo atrás en otra vida.

    Y, entonces, veo a Daisy Duke. Le ha llevado seis meses dejarse crecer el pelo un poco y se ha hecho algo caro en él. Lleva un mono ceñido, una chaqueta bolero y parece al mismo tiempo sexy y temible.

    Está en una de las ridículamente pequeñas mesas, bebiendo y brillando ante un hombre con chaleco plateado y una falda del tipo que me hacía reir hasta que me sorprendí a mí mismo probándome una.

    Hacemos contacto visual. Sonrío y empiezo a levantarme. Incluso apunto alegre a mi rodilla. Su cita dice algo y veo, tras el parpadeo, una total ausencia de reconocimiento. Ella se vuelve hacia él y me veo a mí mismo en un espejo que hay detrás.

    Mi pelo es más largo. No llevo ropa de baño. Tengo más carne en los huesos. No camino con bastón. Aún así, soy YO y quiero andar hacia ella y darle un abrazo, subirme los pantalones y enseñarle la cicatriz de la rodilla, averiguar qué ha sido de Tony el Tigre.

    Pero no lo hago. No sé porqué pero no lo hago. Si tuviera un comunicador podría intentar llamarla, de modo que viera mi nombre y no tuviera que decírselo. Pero tampoco tengo un comunicador.

    De pronto, me siento un fantasma.

    Hago esta prueba, camino hacia la barra, rodeando la mesa de Daisy una vez y otra en el camino de regreso.Me ve en ambas pero no me reconoce. Alcanzo a oir trozos de su conversación:

    - ...compitiendo la semana que viene en un torneo de cinturón negro...Oh tío, no me puedo CREER lo pesado que fue mi jefe hoy...¿quieres otra copa?

    Y es su voz, sus tonos, pero, de algún modo, no parece ELLA.

    Es melancólico y extraño ser un fantasma. De pronto estoy saliendo del bar y andando por la calle Yonge hasta la tienda Eatons-Walmart donde Tony el Tigre trabajaba.

    Y que me jodan si no me lo cruzo en la calle, con aspecto quemado y ebrio y roto, pidiendo peniques. Está mirando hacia abajo, dirigiéndose a las rodillas de la gente que pasa delante:

    -calderilla-calderilla-calderilla

    Me paro delante hasta que mira hacia arriba. Tiene una fea cicatriz que recorre su ceja y me mira directamente.

    ¿Dónde has estado, Tony?. quiero preguntarle. No puedo. Soy un fantasma. Le doy un cuarto. Él ni se da cuenta.
    * * * * *
    Corro hacia Stude el Colega e incubo mi plan en el funeral de Tilly la yegua. Leo el obituario en el Globe, con una foto de los dos. La entierran en el cementerio de Mount
    Pleasant, con McKenzie King y Timothy Eaton y Lester Pearson.
    Stude puede permitírselo. El petardo decía que se marchaba a bordo de la nave nodriza el día después de la ceremonia.

    Montones de personas iban a hacer eso. Ahora que eramos miembros de la Confederación, teníamos pasaportes que nos podían llevar a lugares SALVAJES. Las calles se vaciaban cada día. Es difícil esquivar la cara de Papá.

    Stude me hizo cagarme de miedo con su elogio.

    -ESTÁ TODO EN LA JERGA DEL PROCESO.

    Era jodida y positivamente raro.

    -Mi Vida-Compañera se va a tierra hoy.

    Hace una larga pausa mientras observa el gran agujero y el ataúd sobredimensionado.

    -Mi Camino Diario me ha llevado lejos de los Puntos de Excelencia y siento que mi vida ha sido una Barrera para la Alegría de mí mismo y muchos otros. Pero Tilly era un Especial Alguien, un Pararayos de Felicidad y su presencia me era grata con la Visión de la Alegrìa.

    Y seguía y seguía.

    Espero cerca, a su espalda, hasta que Stude termina, luego le sigo a discreta distancia mientras regresa a su casa. Es algo que nunca hubiera considerado poder hacer el Halloween pasado. El Stude que conocía me hubiera descubierto en un segundo. Pero ahora el mundo se había ido hacia la jerigonza oscilante de la harmonía y yo soy un descarado mientras pedaleo en mi bici. Desde Yonge hasta Front y hasta a un nuevo edificio hecho de espuma.

    Me siento un fantasma mientras le veo mirarme y anoto la dirección.
    * * * * *
    Paso un día dando patadas a todo lo que lleva espuma.

    La espuma es dura, ligera y duradera e imagino las casas del suburbio de mis padres, el pequeño enclave del Proceso, sobreviviéndonos como piezas de museo para bugouts que respiran arsénico y reptan sobre los muebles momificados y los baúles de ropa; haciendo fotos y charlando en sus enervantes contraltos. Quiero gritar.

    Aquí y allá hay pedazos de lo viejo, pre-Proceso, barras de pre-espuma de Toronto y yo los froto mientras paso como si fueran indicadores de la suerte.
    * * * * *
    La primavera duró unos diez días. Ahora entramos en un sofocante verano de Toronto de 32 grados y mi collar pica y suda chorros cuello abajo.

    Tendría que llevar algo más ligero y frío si no fuera por que hoy me reuno con mi Papá en Aristide. Tienen un pequeño avión electrónico de doble respaldo con el depósito lleno esperándome en el aeropuerto en miniatura de la Isla Toronto. Papá estaba TAN alegre cuando contacté con él. Un verdadero Hito en su Camino Personal hacia la Felicidad Duradera. Hay hasta un mandamás del Proceso de Yonge y Bloor esperándome. Ni siquiera hizo un comentario al ver todo mi jodido equipaje.
    * * * * *
    Me pasé por la casa de Stude diez minutos antes de que saliera en su viaje a la nave nodriza. Yo tenía los restos del disolvente que me había vendido y lo usé para disolver un agujero en su puerta y entrar.

    No desordené nada, abrí cajones y cajas metódicamente hasta que encontré lo que estaba buscando. Luego lo saqué en turnos hasta el ascensor, lo cargué y me lo llevé a mi ataúd en un taxi.

    Tuve que alquilar otro ataúd para guardarlo todo.
    * * * * *
    El mandamás del Proceso se queda en el aeropuerto. Alabados sean los bugouts. Si hubiera estado a bordo habrìa desbaratado todo el asunto.

    Aplasto mi nariz contra la ventana oval al lado de la puerta de emergencia, comprobando mi comunicador de tiempo en tiempo, mirando de reojo la lectura del GPS. Tengo un nudo en el estómago y me duele la rodilla. Estoy genial.

    La transición hacia el territorio-Proceso es destacable desde esta perspectiva, edificios reales dan paso a la espuma blanca como la linea de una hoja de afeitar. Cuento las calles mientras volamos bajo, el piloto automático listo para tocar suelo en Aristide, sólo 70 kas más allá.

    Y allí está la Avenida Chestnut.

    Dios bendito, el viento es feroz en un avión cuando destapas la puerta de emergencia. Da espirales como una veleta mientras el avión comienza a tranquilizarme a través de su Asistente Personal.

    Tengo una correa de seguridad alrededor de mi cintura y estoy enganchado en el asiento de la fila de delante y mejor que los nudos sean seguros. Uso mi pierna herida para patear la cuba de disolvente del puente.

    Agarro mi correa con ambas manos y apoyo la barriga en la esquina de la puerta y cuento tres hipopótamos. Entonces la carga de la cuba de Stude hace bang y el avión se eleva. Ahora no es el Asistente Personal del avión el que se acerca sino la voz del tirano romano gritando; pero no lo bastante alto para que se entienda sobre el viento.

    La niebla superfina del disolvente se posa como un baño de ácido sobre mi Avenida Chestnut, sobre la perfecta sonrisa y empieza a devorar hasta los cimientos.

    Observo hasta que el avión me deja fuera de alcance, luego sigo observando desde mi comunicador, tras alquilar un super caro satélite horario con la cuenta de Papá.

    Los techos son los primeros junto con las superficies de la carretera, luego los pisos debajo y entonces la integridad estructural es cosa del pasado y cae en pedazos como pan de jengibre, el mobiliario de desploma, todo delineado con un tosco marco fractal.
    * * * * *
    Papá permanece ignorante y caragris cuando aterrizo. Todo lo que sabe es que algo ha provocado turbulencias en el avión. Está preocupado y quiere abrazarme.

    Bajo las escaleras que un tipo con paracaídas hace rodar, con los oídos pitando aún a causa del viento y de mi gran boom. Casi he llegado al escalón de abajo cuando un pequeño troll del Proceso se escurre hasta arriba y le dice algo al oído.

    Sé lo que es porque nunca lo he visto tan cabreado conmigo en toda mi vida.

    Soy un jodido GENIO.
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