Si hablamos de ciencia-ficción feminista, no basta con poner a una mujer de protagonista o no incluir personajes masculinos, lo cual sería una atrocidad, sino que hay que especular (sobre la biología o sobre la cultura o el ejercicio de la ciencia o la guerra o de lo que sea que no haya sido bien visto siendo ejecutado por mujeres) teniendo en cuenta los postulados del feminismo, que navega por un territorio bien demarcado por la aspiración de negarse al sometimiento a los cánones impuestos socialmente (que si quieres, los cumples, pero si no, pues no). Y para conocer un poco esta clase de literatura (porque el cine va muy por detrás, pero La mujer en la Luna mola mucho), recomiendo leer a Ursula K. Le Guin, que debe ser la más representativa de lo que nos ocupa, así como a Alice Sheldon (James Tiptree, Jr. para los amigos, o al revés), Joanna Russ o a Octavia Butler entre las autoras, y a Sturgeon entre los autores, que debió ser de los más abiertos de mente (lo que no quiere decir que muchos del resto no lo fueran también, como Pohl o Aldiss o Ballard, pero no se les notaba tanto).