Evolución: Encontrar vida… ¿De qué tipo y dónde?

Si tomamos como ejemplo de vida inteligente que desarrolla tecnología a la raza humana (en realidad la única que conocemos), parece inevitable una paulatina fusión con las máquinas. Es difícil imaginarse que dentro de un millón de años, nuestros cuerpos no estarán saturados de dispositivos y mejoras de todo tipo. Primero creamos artefactos externos para adaptarlos a nuestras necesidades, luego los combinamos con nuestros cuerpos para suplir deficiencias, y el futuro parece ser desarrollarlos hasta donde nuestra inteligencia nos permita, para mejorar nuestras capacidades y traspasar las barreras biológicas. En el proceso, queda clara la transición a lo artificial como método racional para desembarazarse de la implacable selección natural (en la que los genéticamente débiles, se extinguen). La finalidad ya no es una adaptación al medio que premia a los fuertes en detrimento de los débiles, sino que adaptamos el medio a nuestra conveniencia. No es nada extraño hoy día constatar como personas que morirían irremediablemente por selección natural, gracias a la tecnología son rescatadas de una muerte segura. Y lo que es más importante; como esas personas supuestamente “desechables”, encadenan interesantes aportaciones a la sociedad que las salvaguarda de los métodos adaptativos naturales convencionales.

La medicina no es más que la lucha contra la selección natural. Podríamos decir en cierto modo que, realmente, estamos batallando para desembarazarnos de una dictadura genética amoral e inquisitiva que no ha variado en milenios, para confeccionar una realidad que se adapte a las necesidades de cada persona (sea cual sea su condición). En definitiva, se trata del declive de lo “natural”, para avanzar hacia lo “artificial” (o como prefiero llamarlo yo; “racional”).

Si la evolución irrevocable de toda inteligencia biológica es la implementación gradual de tecnología cada vez más compleja con la consiguiente y lógica metamorfosis sucesiva de su ser (mediante implantes, prótesis, chips cerebrales, nanorobots, etc), no parece descabellado pensar que una vez traspasada una era transicional (denominémosla cyborg; convivencia biológico-artificial), lo biológico tiene fecha de caducidad programada y no es más que una transitoriedad evolutiva.

Para el magnate de los medios ruso Dmitry Itskov y su “Iniciativa 2045”, un ser humano pasaría de su cuerpo de carne y hueso a avatares holográficos con transferencia completa de conciencia, en apenas treinta años. Es muy discutible la fecha, pero sí parece marcar una tendencia. Todo depende de la capacidad que tengamos de transferir los datos cerebrales de una conciencia humana, a soportes no biológicos (sin que para ello la sensación y experiencia de ser humano, desaparezca). Para algunos, tal escenario representaría la deshumanización completa de la especie. Para otros, el recipiente biológico no es lo que importa, sino la información que se baraja mentalmente; independientemente del soporte que se utilice.

Realmente, vivir una realidad virtual de infinitas posibilidades exentos de cuerpo quizá ahora suene poco alentador, pero a medida que las experiencias futuras vayan ensamblando este escenario como algo cotidiano, la animadversión inicial podría convertirse en el anhelo de un futuro próximo.
Llegados a este punto, podríamos decir que una vez desplegada en toda su extensión la tecnología, la biología deja de tener aplicación práctica. Lo biológico podría ser solamente un apaño hasta culminar a eras post-biológicas; un paso hacia nuestra inevitable existencia tecnológica.
Así lo cree el doctor y científico de la NASA Steven Dick; “Si los extraterrestres están allí fuera, probablemente vivan en civilizaciones mucho más antiguas que las nuestras, y hayan transicionado a través de la biología, hacia la tecnología. La gran mayoría de mundos allí fuera son ya postbiológicos”, afirma.

El Dr. Dick sugiere que la comunidad SETI debería considerar la tolerancia ambiental de los robots y la disponibilidad de recursos más allá de los planetas; la inteligencia artificial buscará lugares que proporcionen la materia primera y energía (y piensa en cuásares, no en planetas habitables).

Este razonamiento nos hace cuestionar lo que comúnmente entendemos por “vida”, cómo buscarla, y una redefinición de la misma (ya que quizás un ser vivo no necesariamente deba tener una condición biológica tal y como la entendemos ahora).