No se puede luchar sin odio. Las luchas que se hacen sin odio son únicamente para ocupar la poltrona del supuesto enemigo. Sin odio no queremos destruir la silla sólo ocuparla. En realidad no son luchas verdaderas puesto que sólo cambiará el ocupante de la silla no la silla. Odiar es necesario para hacer una revolución y una lucha de verdad. Para estar dispuesto a no ganar un sólo euro, a poder ser detenido por desobediencia, por resistencia a la autoridad hace falta algo más que Justicia; hace falta odio.