Niños autistas atienden más al robot que a humanos
"¡Aiden, mira!", exclama NAO, un robot humanoide de unos 60 centímetros, mientras señala a una pantalla situada en una pared alejada. En la pantalla, ha aparecido un célebre personaje de dibujos animados, el perro Scooby Doo. Aiden, un niño de tres años y medio que padece trastornos del espectro autista, mira en la dirección a la que el robot le señala.
Esta habilidad social básica se llama atención compartida. Por lo general, los niños pequeños la aprenden de manera espontánea y natural a medida que crecen. Los niños con autismo, sin embargo, tienen dificultad para dominarla, y esa incapacidad puede dar lugar a diversos problemas de aprendizaje conforme pasan los años.
Los investigadores constataron que los niños con tales trastornos, prestaron más atención al robot que a un terapeuta humano (esto sucedió gracias a la menor intimidación y la ansiedad).
El costo de sistemas robóticos como éste continuará bajando en el futuro cercano, de modo que el precio del sistema, una vez perfeccionado y optimizado, debería estar al alcance de mucha gente.