El otro día, leí una convocatoria a concurso que decía: relato hiperbreve. Dentro de las bases hablaba de la limitante y, para este evento en particular, no se podían sobrepasar las 305 palabras.
Bueno, sentí curiosidad por el reto y os presento el resultado.
Nota: en tan corto espacio, se sugiere algo más de lo que se dice: muchas incógnitas quedan en el aire, lo cual, al parecer, es parte del trato, de la promesa de un relato tan breve. A ver qué os parece.



Título: RELATIVIDAD

Género: Ciencia ficción-Romance.


Los engranajes del espacio-tiempo crujieron una vez más: un sonido ronco, apagado y sostenido le impidió escuchar los repiqueos de las fontanas que parecían comentar su tan brusca aparición. Alzó entonces la vista y la vio, en ese momento cruzaba la puerta principal de la Iglesia de Liebeck y vestía igual que en aquella fotografía de su pasado, de antes de conocerse. El tiempo de destino, que aún no se terminaba de sincronizar con el que él traía, le permitió admirar su caminar de una manera ralentizada. Sus primaverales vestimentas, impulsadas por un viento indiscreto, se recogieron hasta los muslos al tiempo que las doradas hebras de su cabellera escaparon libres e irresolutas desde un sombrero que voló por los aires. Su lento caminar terminó en una pausa y, justo antes de hacer pie en el primer peldaño de la escala, su cuello giró y sus ojos recorrieron la plaza sin posarse sobre el desconocido viajero. Permaneció durante otro instante estática, mientras el flash de fósforo iluminaba sus pupilas. El tiempo se hacía cada vez más lento, tanto así, que los chorros de agua de las fuentes ahora parecían estar congelados en el aire. «Está más hermosa que nunca», pensó. Un segundo ralentizado era todo lo que tendría, después, desaparecería y regresaría al futuro, donde ella ya no existía. Pero eso no importaba, la había encontrado. Había viajado en vano al mismo lugar en varias oportunidades, y ahora, envejecido y a punto de expirar, había por fin llegado al segundo exacto. A aquella escurridiza pero gloriosa fracción del tiempo que le permitiría admirarla por última vez. Tomó ese segundo, lo atesoró y lo hizo eterno mientras la abrazaba con la mirada. Luego, desapareció, regresó a su tiempo y murió con una sonrisa en los labios, sabiendo que había vivido el mejor segundo de su vida.

Emisario