Cita Iniciado por arvarow
También Lovecraft, a quien recomiendo encarecidamente a Borg que le eche un vistazo (sí, lo sé, pero de verdad que merece la pena), habla en La Llave de Plata y en A través de las Puertas de la Llave de Plata, de la existencia constante de todos los planos del Universo al mismo tiempo.
Me apunto la recomendación y añado que, sin yo saberlo, Lovecraft también intuía, como yo, un "multiverso" con infinidad de realidades.
¡Vaya personaje tan tremendo, teniendo en cuenta el año en que nació!

Voy a empezar diciendo que en realidad “no somos dueños de nosotros mismos”.
Es decir, que las circunstancias existenciales que se dan en la realidad que estamos viviendo, condicionan irremisible y completamente todo cuanto hacemos. El porqué hacemos algo o dejamos de hacerlo, debe buscarse por tanto en la causalidad (los acontecimientos precedentes y contemporáneos que nos han hecho, y nos hacen, como somos).
En verdad, si tuviésemos el conocimiento de absolutamente todos los factores que determinan nuestro comportamiento (factores que vulgarmente catalogamos como “azar” debido a su extensión desmesurada e imposibilidad de cálculo completo por nuestra parte), nos daríamos cuenta que todo cuanto hacemos se debe a “algo que nos sobrepasa” (seamos conscientes o no de ello y aunque nos engañemos pensando que lo sucedido depende de nosotros mismos).
Y es que... ¿el azar verdaderamente existe, o lo que existe es nuestra incapacidad por conocer todos los entresijos causales y deterministas que hacen que las cosas sucedan del modo como se dan?

No podemos elegir el año de nuestro nacimiento (que conlleva a un conocimiento existente por el colectivo, que nos influirá irremisiblemente hasta el fin de nuestros días mediante programación educativa; que ejerce la sociedad determinada con la que estás en contacto), ni el de nuestra muerte (ya que uno no elige suicidarse; mas bien se suicida por algo) , ni la especie de la que provenimos (y que nos dictamina unas capacidades y limitaciones determinadas predeterminadas), ni los rasgos y predisposiciones genéticas que tenemos (que nos condicionarán también de por vida), ni el caos perceptivo al que fuimos, somos, y seremos sometidos mientras vivamos (y del que nos empaparemos de modo caótico, y muy a pesar de nuestros deseos, discriminando datos y situaciones en base a nuestro “funcionamiento” no elegido).

En los primeros estadios de formación, se pone en marcha “la implacable causalidad de nuestra existencia”. En el vientre nos formamos mediante un programa genético cuyo origen desconocemos. Atisbamos las primeras y confusas percepciones embutidos en una bolsa de líquido cuando ni siquiera hemos nacido...
Luego, se da la luz. Sin conciencia de existencia...
No somos del todo un libro en blanco (puesto que algunos “garabatos confusos y primarios” ya han sido acumulados en la base de datos de que disponemos y que se puso en funcionamiento cuando la debida formación celular lo permitió).
Luego, el sobrecogedor flujo de percepciones (que en ningún caso puedes controlar a tu gusto pero que te moldean irremisiblemente caracterizándote). Te programan mediante pautas de funcionamiento para adquirir la conciencia que se pretende.
No es algo que hayas deseado, pero los seres que cohabitan contigo (y debido a causas que podrían achacarse a los genes; mediante empatía de especie), impulsivamente te enseñan lo que se supone, es una “buena” (o funcional), conciencia.
Y un día diluido en el tiempo, te das cuenta que estás pensando. Que has entrado ya a formar parte del colectivo vigente porque te han manipulado suficientemente como para que encajes en él (y te sea reconocible como si fuera algo propio). Y lo asumes... Lo haces tuyo. Pensando erróneamente que los pensamientos son propios, cuando en verdad lo ajeno a ti mismo es lo que te ha hecho como eres...
Ya que el comportamiento de uno debe ajustarse a cierto patrón cognoscible u ordenación mínima indispensable por los demás.
Pero en verdad existen infinitas “ordenaciones mínimas indispensables” (que se dan en otros universos, y hasta en el nuestro; mentalidad occidental, oriental, autismo, etc...).

Estructuralmente tu cuerpo y su funcionamiento se ha formado mediante instrucciones genéticas automatizadas. Y mentalmente, se te ha dicho lo que eres, como funcionas, que puedes hacer y que no, como actúas y bajo qué circunstancias, se te han establecido límites mediante leyes, normas etc... Se te ha “programado” adecuadamente. Se te ha dotado de “un contexto” estableciendo parámetros...

Que algo “te cuaje” o lo aborrezcas, no depende de uno mismo. ¿Acaso podemos elegir libremente nuestros gustos?
¿Y si todo cuanto hacemos se basa en la búsqueda de esos placeres (cosas que nos hagan sentir bien)?
Pues eso parece...
Entonces, si es así, todo cuanto hacemos está completamente vinculado a nuestras predilecciones (impuestas, y que no se pueden cambiar a voluntad).

Y llegados a este punto, pues sí;
Podríamos pensar que en realidad somos como una especie de autómatas biológicos (cuyo origen desconocemos), y que nos auto-engañamos mediante argumentaciones (en base a “todo depende y es relativo”) para no reconocer que en verdad no elegimos nada (simplemente desempeñamos el papel que las circunstancias y contexto existenciales nos hacen poner de manifiesto). Recreamos por tanto una simulación más de las infinitas que se dan en el todo existencial...

Simulaciones en las que “Humanoides” inciden de modo muy distinto al nuestro, debe haber infinitas.
E infinitas tan parecidas, que sólo se distinguen en que un grano de arena pasó medio segundo más tiempo en el suelo antes de que se lo llevara el viento .Y absolutamente todo lo demás [pasado-presente-futuro], es decir, todo lo sucedido en la simulación que lo contiene, es idéntico y ocurre del mismo modo que en otra; mismas leyes, mismos personajes, mismas cantidades, iguales procesos, idénticos sucesos, mismas acciones y reacciones etc...
En este caso, podría decirse que un “simple?” grano de arena es “el protagonista principal” de toda una simulación (ya que ejerce de “diferenciador” entre dos simulaciones idénticas).
¿Y porqué no va a serlo?
Un grano de arena es infinitamente complejo y es propiamente “un universo contenedor” (de contenido infinito, infinitamente divisible, poseedor de estructuras infinitamente interpretables y por tanto, susceptible de simulación infinita...). Nuestro universo, en sus primeros estadios de formación tenía el tamaño de un átomo!

Hablo de “simulación” entendida como una línea temporal determinada que ya está en funcionamiento.
La idea global que tengo del asunto es muy difícil de imaginar, pero lo que digo es que nuestro universo tiene infinitas versiones de si mismo (cada una de ellas con distintas leyes, pero con la mínima diferenciación posible). Y no solo eso, sino que cada uno de estos infinitos universos casi idénticos, tiene infinitas versiones en cuanto a los sucesos que en él ocurren.
Y en este abismal conglomerado de multiversos (unos casi idénticos y otros inconcebiblemente distintos), sucede todo lo posible (todo lo que podemos llegar a imaginar y lo que sobrepasa hasta nuestra imaginación más delirante).
Porque vamos a ver... ¿El hombre inventa o crea algo de la nada, o simplemente se percata de algún desorientado modo de algo que ya existe?