Iniciado por Indíbil Vaya pues parecía que iba a ser una de vampiros (nada malo habría en ello, a mí me encanta el género de terror). así me has dejado... Mi tercera novela, de la que tengo las directrices básicas, y que está prevista para 2012, es de misterio y terror. Aunque todavía tiene que llover bastante para eso. Por otro lado, Noctalia tiene su toque de terror en bastantes partes. Esta Ciudad de Piedra es de intriga y aventuras; nada que ver, vamos.
"La suerte favorece sólo a la mente preparada".
Otro fragmento más... "Amaneció sorprendido por los ruidos inesperados que se estaban produciendo dentro de la habitación. Lo que no podía imaginar es que al abrir los ojos el tipo al que había venido a buscar lo estuviera esperando a punta de pistola. Lo encañonaba sentado tranquilamente en una silla. Gabriel dio un respingo y se irguió, apoyando la espalda contra la pared. —¿Quién demonios eres tú? —preguntó en español. El desconocido se reclinó un poco en su asiento sin dejar de apuntarlo. Luego habló en un francés dialectal muy propio de las colonias pertenecientes al departamento de ultramar del país galo. Por el deje de su voz, puede que perteneciera a la isla de Guadalupe, o tal vez a la de Reunión. Lo cierto es que Gabriel no lo entendió. —Tranquilo, amigo. O hablas más despacio o no me voy enterar de nada de lo que me digas. El caballero de fortuna utilizó esta vez el francés. La poca luz nocturna que se colaba por la ventana teñía de una coloración azulada al visitante. Sus globos oculares eran de color amarillo. —¿Por qué me estás siguiendo? La cadencia utilizada y el silabeo premeditado permitieron a Dumas comprender al asaltador. —No te estoy siguiendo. —Tenía que meditar cada palabra antes de pronunciarla—. En realidad no sé quién eres. —Estuviste en casa de Giorgio, husmeando con la policía. Y ahora en Niza. Explicó el desconocido mientras empuñaba la pistola amenazadoramente. —En primer lugar, no soy policía, ¿vale? Y en segundo lugar, no te estoy siguiendo. Ha sido una desafortunada casualidad. —No creo en las casualidades. La frase fue clara y rotunda a la vez. Tras pronunciarla, el hombre se levantó de su sillón y se acercó a Gabriel. —¿Qué vas a hacer con eso? Dumas buscaba con la mirada algo con lo que defenderse de aquel tipo que avanzaba hacia él sin buenas intenciones. —No hagas ninguna tontería y dime quién eres. El caballero de fortuna sudaba generosamente. Levantaba los brazos en un gesto de rendición que no parecía surtir ningún efecto. —Soy…, soy Gabriel Dumas. El asaltador guardó silencio con las palabras todavía retumbando en la sala. Con la boca del arma orientada hacia su corazón y los ojos clavados en él, aquel pistolero de acento colonial era fácilmente confundible con un jinete del apocalipsis. Unos segundos después apretó el gatillo".
Parece que mantienes un buen ritmo de escritura. No suena ni atropellado ni forzado.
"Más sabe el diablo por viejo que por diablo" pero"El que nace lechón muere cochino"
Tengo tu libro Noctalia entre los siguientes a leer. He leido algunas de las estupendas críticas que está recibiendo y eso es algo que anima sin duda a su lectura. Al parecer una de las cosas que más se parecia es que no entres a intentar explicar los fenómenos "sobrenaturales" dejando al lector se espectador y juez de la historia. En cuanto tenga ese hueco lo leeré y de seguro que confirmo esas críticas tan favorables.
En cuanto tenga ese hueco lo leeré y de seguro que confirmo esas críticas tan favorables. Favorables o no, espero con ansias poder leer tus valoraciones al respecto
Más... "Tras despedirse de Cilleros con la promesa de reencontrarse ya en Nassau, cinco días más tarde, se puso en camino hacia la casa del joven informático. Escoltado por un bisoño amanecer que arrojaba aristas escarlatas que tapizaban los irreductibles rascacielos y las lánguidas calles, caminaba bajo una cortina de nubes manchadas de verde que navegaban los cielos como navíos a vela. El alba amenazaba a la ciudad con el reflejo de un posible día enterrado bajo el frío y firmamentos ahorcados por la lluvia".
Otro más: "Situó la mano derecha sobre la cadera esbelta y cedió al calor de los labios entreabiertos. El corazón le latía de forma tan descontrolada que parecía palpitarle dentro del cuello. Luego deslizó la mano por la pierna de piel suave y tensa, casi de terciopelo. Y mientras se bamboleaba sobre la curvatura del vientre, en aquella autopista hacia el paraíso, se esmeraba en escuchar los gemidos que le regalaban el oído, excitándolo. Disfrutaba del contacto de su busto firme y generoso pegado contra su pecho, de sus incontrolables contracciones cuando estaba en su interior. Experimentaba una extraña excitación con cada espasmo, excitación que se convertía en éxtasis cuando aceptaba estoicamente los arañazos que le rasgaban la espalda. Entregados a la noche y sus sombras, acoplados el uno al otro, en una sinfonía de susurros largos y deliciosos; eran como chispazos de un fuego que crepita en la oscuridad. Besos que se entrecortaban por los quejidos de placer, silencios que pregonaban el cénit de un delirio dulce y agotador. Y de repente, sus ojos se encontraban con los de ella. Se cruzaban con aquellas dos esferas negras que lo miraban con la tristeza de Marco de Setiñano al contemplar su ansiado Prometeo; con la expresión muerta y fría de un Orfeo condenado al silencio".
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