Desde luego, más que una tribu guerrera, lo que somos es agresivos por naturaleza. Quizás a día de hoy, dentro del mundo en el que vivimos, no se vea esa parte de nosotros tan a menudo como en tiempos pasados, pero innegablemente se nos da muy bien la violencia.

También hay que aclarar que las guerras van siempre por periodos que suelen estar ligados bien a carestías de algún tipo –alimentos, combustibles, etc.– bien a problemas territoriales o reclamaciones ancestrales. Es por eso que, cuando no se da ninguna de estas dos situaciones, no suelen suceder grandes conflictos; además, los tiempos de los grandes conquistadores decididos a poner el mundo de rodillas ya han pasado pues es mucho más complicado reunir a un enorme ejercito y lanzarse a la conquista así como así sin pagar unas consecuencias directas e inmediatas.

Creo yo que lo más importante seria no tanto tratar de eliminar esa parte belicosa-violenta de nosotros, si no asumirla y entender que forma parte de nosotros al igual que el comer, el respirar o, entrando en conceptos mas filosóficos, cuestionarnos nuestro lugar en la vida o si hay algo tras la muerte. Cuando antes aceptemos que la violencia es innata en nosotros, antes estaremos preparados para afrontar mejor nuestra naturaleza y lo que nos deparara esta en el devenir de nuestras vidas y de nuestra sociedad presente y futura.