El segundo relato no ha tenido éxito, y quizá sea hora de probar con un tercero. Las reglas son las mismas; Uno postea unas frases, y otro sigue con otras (no vale repetir en 2 posts seguidos). Se entiende, que se procura coherencia en la historia. Esta vez no quiero empezar yo, así que si alguien se anima, que ponga algo... PD: Recordar que el primer relato quedó finalmente terminado así; http://www.portalcienciayficcion.com...oforistas.html
Venga, nadie se anima a empezar? Tenemos a más de un escritor por acá... ¡que se note! Puede ser divertido...
Este cuadrante parece no tener fin y lo peor de todo es que se acaban las provisiones y el combustible...
Iniciado por proteo Este cuadrante parece no tener fin y lo peor de todo es que se acaban las provisiones y el combustible... El silencio es lo único que obtengo como respuesta. Respiro persignado mirando el tablero buscando una señal. Activo el navegador automático y me desperezo en mi silla. Camino pesadamente hasta el habitáculo continuo y me sirvo una taza de café. Al tomar el primer sorbo, el sabor de aquella bebida me recuerda desagradablemente que no tengo café verdadero, tan sólo una emulación horrible traía de algún lugar perdido. Tiro lo que resta de la bebida. Abro la compuerta hacia el módulo de carga, enciendo las luces que tintineando se encienden de a una. Dos kilómetros de bodega repleta de mercadería. Camino pesadamente hasta el sector G8 y me paro frente al embalaje que hay ahí. Al igual que muchas otras veces me acerco a la pequeña ventana de la cápsula de metal y observo a la bella mujer que hay adentro. Tan tranquila, tan apacible... tan muerta.
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Este cuadrante parece no tener fin y lo peor de todo es que se acaban las provisiones y el combustible... El silencio es lo único que obtengo como respuesta. Respiro persignado mirando el tablero buscando una señal. Activo el navegador automático y me desperezo en mi silla. Camino pesadamente hasta el habitáculo continuo y me sirvo una taza de café. Al tomar el primer sorbo, el sabor de aquella bebida me recuerda desagradablemente que no tengo café verdadero, tan sólo una emulación horrible traía de algún lugar perdido. Tiro lo que resta de la bebida. Abro la compuerta hacia el módulo de carga, enciendo las luces que tintineando se encienden de a una. Dos kilómetros de bodega repleta de mercadería. Camino pesadamente hasta el sector G8 y me paro frente al embalaje que hay ahí. Al igual que muchas otras veces me acerco a la pequeña ventana de la cápsula de metal y observo a la bella mujer que hay adentro. Tan tranquila, tan apacible... tan muerta. Pero no lo está. Al decir verdad, no acostumbro a llevar pasajeros en mi nave. Soy un huidizo solitario. Pero el precio por llevar esa mujer era demasiado alto como para despreciarlo. Allí domida, hibernada, imperturbable, espera el momento de su despertar. Siempre que la avizoro, me pregunto que secretos esconde… Y por qué me pagaron tan alto precio por llevarla a un satelite marginal como Ethar.
¿Qué demonios ira a hacer una chica como ella en una colonia minera perdida de la mano de Dios y con tan mala fama? Los sucesos de hace setenta años, a pesar de estar plagados de rumores, aun colean en el espacio civilizado haciendo que muchos procuren evitar las rutas de salto cercanas, dándole a toda la zona una extraña fama de estar encantada o, peor aún, maldita; de hecho, se rumorea que los mineros que trabajan en las instalaciones son o bien criminales o bien mano de obra esclava procedente del espacio salvaje. En cualquier caso, me da exactamente igual, no voy a aterrizar en la zona, no solo porque con mi “nena” no podría ni aunque lo intentase –hay muy pocos espacio-puertos planetarios capaces de albergar a un carguero clase Olimpic plenamente cargado– si no porque, según mi empleador que tan generosamente me pagó, cuando llegue a la zona debo de ponerme en contacto con un tal Riker Hoffman, quien se encargara de todo así como de activar la transferencia del resto de mi dinero. Sin embargo, cuando me alejo a comprobar el estado de carga de los campos repulsores, no puedo evitar sentir un sudor frio en mi nuca; este instinto mío me está avisando de algo, pero no se dé que…
Allons-y!
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