Mejoras tecnológicas traerán especies humanas distintas

Mejoras tecnológicas traerán especies humanas distintas

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Una reflexión colectiva de antropólogos, neurólogos, tecnólogos, arqueólogos y filósofos, desarrollada a mediados de mayo en Berlín, ha puesto de manifiesto los desafíos que afronta la evolución previsible del cerebro a partir de las aplicaciones tecnológicas. Mientras algunos científicos creen que este paso es inevitable, otros advierten de los peligros que entraña; la posibilidad de que una parte de la población mundial pueda acceder a estas mejoras cerebrales artificiales y otra parte no, podría dar lugar a dos especies humanas distintas. Otros expertos afirman que simplemente, el cerebro humano evolucionará con o sin tecnología, y que el control de sus capacidades futuras no está bajo nuestro control.

Nos encontramos cerca de poder conseguir incrementar la capacidad de nuestro cerebro hasta límites insospechados utilizando la tecnología o la manipulación genética pero, ¿qué consecuencias tendría esta capacidad para la humanidad? ¿Dará lugar la manipulación cerebral a una nueva especie, con poderes intelectuales incomparables?
La evolución de los seres vivos funciona por la acción de la selección natural sobre las mutaciones aparecidas en los genes a lo largo de muchas generaciones. Y estas mutaciones, aparecen bien por errores en la replicación, transcripción o traducción de los genes, o bien por agentes mutágenos externos, como radiaciones o sustancias químicas que alteran el ADN. La selección natural discrimina las positivas en relación con la adaptación al ambiente del momento, y después, éstas, al producir ventajas en los seres vivos que las tienen, se propagan con más facilidad al reproducirse éstos más y mejor. La reproducción sexual, al juntar los genes de ambos progenitores en el cigoto, los cuales, además se recombinan en la meiosis genética, potencia la variabilidad genética y da mayor plasticidad génica a los descendientes para adaptarse a posibles cambios ambientales. Pero objetivamente (y contrariamente a lo que generalmente se piensa), las mutaciones favorables son escasísimas en comparación con las desfavorables, y a pesar de su ventaja (y aunque permanezcan larvadas en recesividad hasta que suceda un cambio ambiental propicio), no parece que sean un motor demasiado eficaz en la evolución, por su lentitud.
También pueden actuar sobre los genes los virus;
darwin
retrovirus pueden introducirse en el genoma y aumentar la cantidad de ADN a lo largo del tiempo (ADN aparentemente inútil), que en determinadas épocas provocan saltos evolutivos debido a superpoblación, stress, competencia, y otras modalidades de presiones selectivas. Estos saltos son catalizados por la activación debido a estas presiones selectivas, de determinados retrovirus (retrotransposones) que han estado latentes en el genoma de una determinada especie, y pueden ser de más o menos envergadura.
¿Son capaces los genes de responder a las variaciones ambientales modificándose sin necesidad de que aparezcan mutaciones al azar? De ser así, la evolución sería más coherente.
De la observación de las asociaciones materiales, se puede pensar que hay una tendencia evolutiva en el cosmos a formar materia cada vez más compleja y estructurada. En un determinado lapso de tiempo surge la materia viva, si las condiciones ambientales son favorables en una determinada región del universo. Y esta materia viva se va complicando y estructurando cada vez más, hasta que surgen, si las condiciones son propicias, seres vivos inteligentes.
evolucion de los nemes

Para unos (como el arqueólogo Lambros Malafouris del McDonald Institute for Archaeological Research de Cambridge, en el Reino Unido), la manipulación cerebral para el aumento de nuestras capacidades es, simplemente, la siguiente fase en un proceso que se ha desarrollado durante toda la historia del ser humano. Las transformaciones cerebrales del ser humano comenzaron con las mutaciones genéticas hereditarias que nos proporcionaron un cerebro “plástico”, capaz de cambiar físicamente para superar desafíos prácticos e intelectuales inalcanzables hasta ese momento. Cambios más recientes en nuestro cerebro se han producido gracias a nuestras interacciones con el entorno, y también gracias a los “memes” (unidad teórica de información cultural para su transmisión de un individuo a otro, de una mente a otra o de una generación a la siguiente) socialmente creados, y que se transmiten a través de la cultura. Los genes son sustituidos por los memes (o unidades básicas de pensamiento), que también cambian, evolucionan a lo largo de las generaciones humanas, y están sometidos a las mismas reglas evolutivas de los genes: conservación-herencia, variación-mutación y selección-ambiente. Lo que ocurre es que lo hacen a un ritmo mucho más acelerado. Hitos en la mejora del cerebro humano en los últimos dos millones de años han sido, por ejemplo, la invención de los gestos y del lenguaje para describir a otros lo que pensamos, o la escritura.
¿Y que ocurrirá en el futuro con los memes?
Está claro que si los animales inteligentes sobreviven y evolucionan, los memes también lo hacen y se pueden volver cada vez más poderosos, almacenando cada vez más información y controlando cada vez mejor el ambiente. Los "memomas" de esta vida inteligente se extenderán cada vez más, colonizando poco a poco el espacio; de igual forma, la vida ha invadido y colonizado la Tierra. Y he aquí el gran interrogante; ¿Estarán siempre prisioneros estos nemes de sus cerebros animales, o podrán en algún momento temporal de la evolución liberarse y separarse de ellos y evolucionar por su cuenta? ¿Hasta donde podrá llegar la evolución de la materia y la energía asociada a ella? ¿Hay regiones del universo con esta materia-energía en estados muy avanzados de evolución?

Las evidencias de la plasticidad del cerebro han ido aumentando en los últimos años. En el encuentro “Neuroscience in Context”, Andreas Roepstorff, de la Universidad Aarhus de Dinamarca presentó escáneres cerebrales que demuestran que la gente que hace meditación presenta engrosamiento en áreas cerebrales.
Por otro lado, Merlin Donald, profesor emérito de psicología de la Queens University, de Kingston, en Canadá, señaló que hoy más que nunca nuestro cerebro tiene la habilidad de conectar con las mentes y las experiencias de otros a través de la cultura y de la tecnología. Donald denomina “superplasticidad” a esta capacidad, que sin duda está haciendo que el cerebro evolucione hacia un lugar jamás visto en ningún otro momento de nuestra historia.
Y es que los científicos insisten; el próximo paso de mejora del cerebro podría ser tecnológico, mediante la manipulación genética o las prótesis cerebrales; sobre todo teniendo en cuenta que la tecnología para el control de ordenadores desde el cerebro ya ha sido probada por parte de individuos con parálisis total.
Un claro ejemplo del notable cambio evolutivo que actualmente experimentamos gracias a los nemes (los cuales incluyen el conocimiento tecnológico), es constatar como personas que por selección natural morirían irremediablemente, resultan ser individuos sumamente provechosos pese a sus discapacidades (como el físico, cosmólogo, y divulgador científico, Stephen Hawking).
No pasará mucho tiempo antes de que haya un dispositivo informático disponible para cualquiera, afirma Andy Clark, filósofo de la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido. Este dispositivo podrá ser desde un asistente de memoria hasta un buscador de la información que tengamos almacenada en el cerebro. Según Clark, hoy mismo, programas informáticos habituales como el Photoshop, juegan ya un papel importante para nuestras capacidades, y son algo parecido a extensiones físicas de la mente de los usuarios.
Raymond Kurzweil (Massachusetts, 12 Febrero de 1948) es un inventor estadounidense, músico, empresario, escritor, experto científico especializado en las ciencias de la computación y la Inteligencia Artificial, y eminente futurista, que se caracteriza por ser el Cybernostradamus de nuestro tiempo (porque sus predicciones suelen ser acertadas). Es actualmente presidente de la empresa informática Kurzweil Technologies, que se dedica a elaborar dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para discapacitados. También es canciller e impulsor de la Universidad de la Singularidad de Silicon Valley, y ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su trabajo. Es, además, uno de los cinco miembros del Army Science Advisory Group, que aconseja al ejército estadounidense sobre prioridades de investigación científica. "El momento en que los humanos se alíen con las máquinas para mejorar nuestras capacidades cerebrales está muy cerca; Tan cerca como el año 2045, afirma". Kurzweil predice que los nanobots serán usados para tareas de mantenimiento del cuerpo humano, alargar la esperanza de vi-ray kurzweil
da, y aumentar inimaginablemente nuestras capacidades. Considera que la primera inteligencia artificial será construida alrededor de una simulación por ordenador de un cerebro humano (lo que será posible gracias a un escáner guiado por nanobots), y sostiene que esa IA llegará a ser, inevitablemente, más inteligente y poderosa que la de un ser humano. La línea entre humanos y máquinas se difuminará como parte de la evolución tecnológica (momento denominado ; “singularidad tecnológica“), y los implantes cibernéticos mejorarán al hombre, lo dotarán de nuevas habilidades físicas y cognitivas, y le permitirán interactuar directamente con las máquinas, para posteriormente, fusionarnos con ellas. De este modo, podremos combinar nuestra inteligencia biológica con la no biológica. Llegados a ese punto, ya no podremos distinguir entre humanos y máquinas. “Lo que estamos discutiendo, constituye en mi opinión la próxima etapa de la evolución a través de la fusión entre la humanidad y la tecnología”, afirma en una entrevista realizada por Ivan Briscoe, periodista del Correo de la UNESCO. Otra de sus ideas más asombrosas consiste en la factibilidad de telecargar el cerebro de un individuo en un sistema informático.
deportista mejorado artificialmente Pero no todo el mundo está de acuerdo con el uso de la tecnología para incrementar las habilidades cerebrales. Para Dieter Birnbacher, filósofo de la Universidad de Düsseldorf (Alemania), estas aplicaciones podrían poner en peligro la dignidad humana. Por ejemplo, un problema potencial es el de alterar lo natural con procesos artificiales, de manera similar a la presión social que actualmente suponen las formas idealizadas de la belleza, el físico o las capacidades deportivas. Los individuos que no puedan acceder a estos medios artificiales de incremento de sus habilidades cognitivas, pueden verse como fracasados, tener baja autoestima e incluso ser discriminados con respecto a
los que sí puedan acceder a ellas. Para John Dupré, profesor de filosofía de la ciencia de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, la posibilidad de que alguien tenga una ventaja de este tipo frente a otros puede generar división social.
Leer a los hijos está al alcance de casi cualquier persona pero, ¿implantarles un software en el cerebro? Esta alternativa podría dar lugar a dos especies humanas completamente distintas, por lo que la preocupación al respecto es legítima, señala Dupré. Para evitar estos peligros, los expertos señalan que habría en primer lugar que asegurarse que la tecnología desarrollada sea lo suficientemente barata como para estar al alcance de muchos (como los libros o los móviles actuales).

Pero objetivamente, las clases sociales y la igualdad de oportunidades para todo el mundo, es una quimera que no se ajusta a la realidad, que parece imposible, y que nunca históricamente se ha producido (ni probablemente se producirá).
Siempre habrán divisiones sociales, discriminación por aquello u lo otro, diferencias de acceso a determinados productos (o mejoras), a pesar que sean baratos, porque vivimos en un planeta caracterizado por una multidiversidad económica, religiosa, y sociocultural. Pretender homogeneizar el conocimiento y evolución global de la raza humana, pasaría necesariamente por acabar con las clases sociales, la concentración del poder, las disputas entre estados, las diferencias entre países ricos y pobres, etcétera. Es decir, negar la evolución y su diversidad característica. Además, esa presión social que suponen las formas idealizadas de la belleza, el físico, el éxito profesional y familiar, o las capacidades deportivas -que critica Birnbacher-, es algo intrínseco en las sociedades humanas porque simplemente, todos somos distintos (con mejores y peores capacidades con respecto a algo, y aspiraciones personales variadas).
De lo contrario, no estaríamos hablando de humanos (con su pluralidad), sino de autómatas de diseño único, que responden de modo similar (o idéntico), para que no se generen “comparaciones desequilibrantes, molestas, o indeseadas”.

De cualquier forma, con implantes o no, nuestro cerebro está destinado a seguir evolucionando. Y hacia donde evolucione el cerebro humano en los próximos tiempos, no podremos controlarlo nunca del todo; por más que se desarrolle o reprimamos la tecnología (e independientemente que abaratemos sus costes en mayor o menor medida, pues el acceso a ella nunca podrá ser el mismo para todos los habitantes del planeta Tierra).

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