Que les parece mi primer cuento de tipo criminal. Los detectives observaban el fofo cadáver tirado en el piso de cemento, los restos de una sandía putrefacta se mesclaban con la sangre coagulada en el piso. Uno de los detectives se armó de valor e hizo un comentario. -Veintidós años de casados.- El oficial a cargo y el Investigador forense no prestaron atención al comentario y continuaron con su trabajo. Veintidós años odiando a aquel hombre. Marisol se había casado con el muchacho guapo del carro deportivo soló para molestar a su madre. A los dieciocho años de edad todavía odiaba a su católica y conservadora madre. El carro deportivo se fue haciendo viejo. La pintura se oxido, el motor empezó a traquetear, la tapicería se fue rompiendo y los faros se volvieron opacos. Pero el nunca cambio de automóvil, no podían pagar uno nuevo. El muchacho guapo con el tiempo engordo, se le cayó el pelo, los dientes se pusieron amarillos, el consumo de alcohol y tabaco incremento, se dejó de rasurar la barba, el pantalón dejo de abrochar y la piel se puso grasosa. Pero él seguía usando playeras sin mangas para salir en la calle. Cuando eran novios él la visitaba en el parque que estaba enfrente de la preparatoria, nunca fue a buscarla a su casa. La llevaba a cines y restaurantes en partes de la ciudad donde solo vivía gente con mucho dinero. Ahora el único lugar que visita es la iglesia. Lo hace sola y en un horario diferente al que van sus padres para no pasar vergüenza. Con el tiempo los aspectos positivos fueron reemplazados por aspectos negativos que se acumulaban con los previos defectos de su marido. No había ningún aspecto positivo en su matrimonio. De recién casados vivían en una casa nueva de tres metros de frente por tres de fondo y un solo piso, veintidós años después vivían en la misma casa pero más deteriorada, Marisol solo había terminado la prepa cuando se casó. Su marido tenía una licenciatura trunca en administración de empresas. La pareja sobrevivía con las comisiones que ganaba Marisol vendiendo en una tienda departamental. Su marido no podía conservar un empleo. Los pretextos eran muchos: -mi jefe es un explotador- -La paga es muy mala- -no quiero trabajar sábados y domingos- -media hora al trabajo es mucho tiempo- -de nueve a seis no me da tiempo de hacer mis cosas- -quieren que me pongan camisa- -¿Qué quieres? así soy yo- Un día su marido se sentó a ver televisión y no volvió a intentar conseguir un empleo. Su agenda diaria consistía en ver televisión hasta quedarse dormido, comer e ir a la cama para tener sexo. El sexo era lo que Marisol realmente odiaba, su marido tenía un fetiche con las frutas. La noche de bodas convirtió un plátano en puré utilizando la entrepierna de Marisol, el fetiche siguió progresando indiferentemente de la situación de la pareja. En una ocasión la compañía les cortó el suministro de agua por atrasarse con los pagos y Marisol paso una hora llorando en el baño mientras retiraba restos de naranja de sus orificios utilizando papel higiénico. En otra ocasión la mujer despertó amarrada a la cama mientras le introducían diferentes frutas fálicas en su cuerpo, tuvo que reportarse enferma en el trabajo por tercera vez en el mes pero cuando se presentó a trabajar al día siguiente nadie dudó que lucía devastada. La única manera de evitar recibir palizas o despertar amarrada era comportarse consensualmente cuando su marido satisfacía su frutal deseo. Lamentablemente eso lo orilló a buscar formas más imaginativas de aprovecharse de la fruta y su esposa. El martirio de la fruta termino el día en que Javier se quedó dormido a mitad del coito. Con cuerpo adolorido Marisol escupió la manzana que tenía en la boca y procedió a retirar el pepino que estaba incrustado en su ano. Se sintió agradecida cuando vio que se había quedado dormido antes de utilizar el melón y la piña. (Él nunca antes había utilizado las dos al mismo tiempo). Dos días después Marisol regreso a la casa temprano, había renunciado a su empleo. Su marido absorto en la televisión no volteo a verla. En el congelador del refrigerador reposaba una sandía, llevaba dos días en el refrigerador permitiendo que el agua se transformara el hielo. Con voz apenas audible Mariana dijo: -¿te gusta la fruta?- La sandia congelada impactó contra la cabeza de Javier. Mientras el trataba de levantar su obesa figura recibió otro golpe en el cráneo causando una hemorragia cerebral. Las huellas digitales se perdieron en cuanto se descongelo la sandía, el calor, las bacterias y los insectos consumieron la fruta en dos semanas. Los ratones royeron la cascara y comieron del cadáver. Al segundo mes de la sandía solo quedaba una mancha tinta en la alfombra gris. Meses después los investigadores tomaban fotografías del cadáver de Javier, aquel pobre diablo había sido asesinado por su esposa o al menos eso sugerían los vecinos. El reporte dice que Javier estaba comiendo sandia cuando alguien lo golpeo en la cabeza, sin el arma homicida y la esposa desaparecida el caso quedaría abierto durante décadas.
Twiter: @herreiere Mi blog:cerdovenusiano.wordpress.com Toda critica es constructiva, excepto la destructiva
Es interesante saber que también dominas otros géneros. Lo que ocurrre es que para esta revista predomina la cifi en toda su extensión. ¡Saludos y gracias
http://www.fantasiailustraciones.blogspot.com
Me gusta. Estaría bien adaptarlo el género de la ciencia ficción. Un policía humano y un compañero androide. Saludos!!!!
Iniciado por Blasero1 Me gusta. Estaría bien adaptarlo el género de la ciencia ficción. Un policía humano y un compañero androide. Saludos!!!! Los policias androides no pueden detectar evidencia por que no hay ningun algoritmo que relacione la fruta con armas.
There are currently 1 users browsing this thread. (0 members and 1 guests)
Reglas del Foro
Redes sociales