CYBORGS: ¿Qué es mejor lo biológico o lo artificial?

CYBORGS: ¿Qué es mejor lo biológico o lo artificial?

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La línea que separa al ser humano de la tecnología es cada día que pasa, más fina. Y la era de los cyborgs ya ha llegado. Nuestra unión con la tecnología nos acerca más que nunca a la idea de que todos ya somos cyborgs, porque... ¿Acaso no usáis la memoria artificial de vuestros teléfonos para almacenar números y datos que antes tenían sitio en vuestro cerebro?
Pero no quiero avanzarme tanto desde un comienzo...

¿Qué es ahora un cyborg? La Real academia española lo define como un "ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos".
Pero la complejidad y avance en la forma en que la materia viva se comunica con la tecnología, ha dejado en el limbo esta definición.

El primer cyborg tal y como lo entiende comúnmente la sociedad llegó en 1998. Ese año, el profesor de cibernética Kevin Warwick se sometió a una operación para implantarse un chip en su brazo.
Durante los 9 días que duró el experimento, los movimientos de Warnick fueron rastreados por un ordenador que le saludaba al entrar en el edificio y hasta le podía abrir la puerta y encender la luz al notar su presencia.

Otro logro de Warwick sucedió en el 2002, cuando el sistema nervioso del brazo de Warnick se conectó a Internet y fue capaz de controlar otro brazo robótico situado a casi 5.500 kilómetros de distancia.

Estos y otros muchos logros son sorprendentes y nos abren la puerta a incontables mejoras, pero siendo sinceros, la idea extendida que se tiene de un cyborg se ajusta más a la de una persona con algún defecto o incapacidad que por medio de la tecnología intenta simular la funcionalidad biológica perdida sin demasiado éxito.
Si bien es cierto que las prótesis y artefactos artificiales que antaño nos insertábamos eran rudimentarias y no llegaban al grado de excelencia de lo biológico, esto está cambiando (y dada la evolución tecnológica que estamos protagonizando, es muy deducible que en el futuro lleguen a superar incluso lo orgánico).
Pero centrémonos en el ahora.
Según esa definición de la RAE, parte significativa de nuestra sociedad ya son cyborgs. En el caso de prótesis de brazos y piernas resulta muy obvio, pero también, en prótesis de oído, cadera, rodilla, marcapasos, órganos artificiales, etc. Toda persona que albergue en su cuerpo cualquier tipo de artificio inorgánico, es un cyborg.

Pero como os decía al principio, nuestra realidad tecnológica nos impulsa a considerar que esta condición abarca mucho más de lo que en principio aparenta.
Actualmente el término cyborg se refiere a una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos, generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología.
Bajo esta nueva visión la verdad es que hoy la gran mayoría somos Cyborgs y hemos comenzado a vivir en una etapa que podríamos denominar "humanidad aumentada".

El uso de lentillas, audífonos o exoesqueletos que sustituyen las sillas de ruedas, y un largo etcétera, nos convierte también en cyborgs.
Cierto es que estos periféricos no están insertados propiamente en el interior de nuestros cuerpos, pero son extensiones de nosotros que usamos a diario (y es cuestión de tiempo que gran parte de ellos se miniaturicen para acabar formando parte material de nosotros).

Podría decirse que todo empezó con la aparición y uso de la primera herramienta, y el consiguiente florecer paulatino de la tecnología ha hecho el resto.
Ahora, ningún humano que exista en una sociedad desarrollada escapa al uso de esas herramientas tecnológicas, y el manejo de estos periféricos nos convierten en cyborgs a pesar que todavía no los hayamos incorporado masivamente en nuestros cuerpos). Todavía.
Smartphones, ordenadores, GPS, calculadoras, etc... ya no serán en el futuro los aparatos externos que conocemos, sino que estarán integrados en nuestros cerebros.

Harán lo mismo de ahora e incluso mejor, pero no serán artilugios externos sino que estarán implantados en nuestro cerebro. Si los implantes cerebrales son fácilmente deducibles, también lo son las inserciones artificiales en el resto de nuestro cuerpo.

Este parece ser el es el futuro inexorable hacia el que nos encaminamos, y llegado este punto cabe preguntarnos si es algo apetecible y si hay alternativa.
Como hemos visto en este vídeo todos somos en mayor o menor medida cyborgs. La especie humana dejó de ser 100% biológica hace mucho tiempo, cuando asumimos que la tecnología era el mejor método para evolucionar. Y durante el transcurso de la historia ha ido perfilándose y mejorándose, hasta formar parte esencial de nuestras vidas. Parece que ya hemos tomado ese camino y se concibe marcha atrás.

Porque yo pienso que mientras la gente consuma y demande tecnología, esta será parte cada vez más íntima de nuestro ser.
En este punto ya tenemos la clave del asunto ante nuestros ojos: ¿Qué es mejor lo biológico o lo artificial?

Existe una corriente de pensamiento que defiende que lo biológico es lo mejor; que sus prestaciones son las más deseables y que lo artificial es un empeoramiento.
Se defiende que la mejor evolución pasa por lo orgánico mediante ingeniería genética, y que gracias a esta podemos desarrollarnos plenamente y realizarnos.
El problema que le veo a este planteamiento, es que se me ocurren muchas cosas que no se pueden hacer biológicamente y en cambio artificialmente sí.

Quizá podemos manipular genéticamente un ojo para que vea mejor... ¿pero hasta qué punto?
¿Podemos manipular genes para ver en la oscuridad? ¿Podemos generar un ojo 100% biológico capaz de hacer zoom o grabar como una cámara de vídeo sin utilizar componentes tecnológicos?
Un órgano orgánico es muy limitado por más mejoras que tenga, mientras que la tecnología nos permite cosas biológicamente inalcanzables.

En el ejemplo del ojo, todo parece indicar que en el futuro la gente ansiará un ojo biónico artificial. Y extrapolando a otros órganos, es muy probable que los artificiales sean también más prometedores que los biológicos.
Aquí la cuestión, me parece a mí, no es si asumiremos lo artificial (que parece ser que sí), sino a qué ritmo y velocidad.

Este dilema es muy fácil de resolver:
Si lo biológico arroja mejores resultados que lo artificial, la gente preferirá lo biológico.
Pero si lo artificial proporciona mejoras ante lo biológico, la gente preferirá lo artificial.

Todo se decidirá como de costumbre, como siempre: Lo que suponga mejoras se extenderá y lo que suponga un lastre se extinguirá.
No hay que darle más vueltas, por tanto; será sencillamente lo que tenga que ser, lo que ha sido siempre: evolución.

¿Y tú qué piensas? ¿Lo artificial irá inexorablemente ganando terreno a lo biológico?
¿O siempre seremos seres biológicos porque es la mejor de las condiciones?

Fuentes:

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