Ya se pueden piratear pensamientos humanos

Ya se pueden piratear pensamientos humanos

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Emotiv es una empresa de bio-informática fundada el 2011, bajo el propósito de avanzar en la comprensión del cerebro humano utilizando la electroencefalografía. Su misión es capacitar a las personas para comprender su propio cerebro, y acelerar la investigación del cerebro a nivel mundial.
Tiene como objetivo además, realizar un seguimiento del rendimiento cognitivo, controlar las emociones, y controlar tanto objetos virtuales como físicos, a través de una máquina de aprendizaje de órdenes mentales.
Las aplicaciones de la tecnología de Emotiv y su interfaz, abarca una increíble variedad de industrias y aplicaciones potenciales: desde los juegos, hasta la televisión interactiva, interacciones con la computadora, sistema de control de manos libres, entornos adaptativos inteligentes, el arte, la psicología, el aprendizaje, la medicina, robótica, automoción, defensa, seguridad, etc.
Emotiv es un reconocido pionero y líder del mercado en el campo interfaz-ordenador: y viendo sus logros, es fácil deducir porqué.



En 2013, lanzaron lo que es una especie de auricular inalámbrico orientado a la investigación, que cuenta con unos sensores que registran señales de electroencefalografía, que transmiten los datos a través de Bluetooth.
Este aparato, captura las ondas cerebrales del usuario. Estas ondas, después de ser interpretadas por el software correspondiente, le dicen al sistema que es lo que el usuario quiere hacer. En otras palabras, pensamos en “arriba” y el personaje virtual se levanta (por poner un ejemplo). Pensamos en movernos a la izquierda, y nuestro protagonista del juego se desplaza hacia esa dirección. ¡O navegamos por internet con la mente! Todo ocurre solo con pensarlo, no hay que mover ni un dedo: controlamos simplemente las cosas con nuestra mente.

En realidad, el EPOC de la empresa Emotiv, es un aparato de electroencefalografía  similar al que usan los neurólogos desde hace años para medir las corrientes eléctricas que nuestro cerebro produce; pero simplificado, y concebido para ser trasladado al público en general.
Al principio es necesaria una calibración del software (toma 10 o 15 minutos, y se hace una sola vez), y a medida que el EPOC va “conociendo” (podríamos decir) al usuario, los movimientos se hacen más precisos. La idea es que podemos pensar en “empujar”, y el personaje de nuestro juego dispara, o “correr”, y este sale corriendo hacia adelante. El EPOC no deja de ser un controlador de juegos, pero es fácil imaginar las aplicaciones que este dispositivo puede tener para personas impedidas.
Imaginad un juego que se controle con unas pocas acciones, como Tetris (Izq, Der, Abajo) o Mario Bros (Izq, Der, Saltar, Disparar, Correr). Se puede calibrar el EPOC para que detecte esas funciones, y asignarlas a los comandos correspondientes en el juego.
Lo más asombroso es que esta tecnología está disponible por unos 300 dólares, y tiene grandes aplicaciones en distintos campos (no solo en los videojuegos). Ya que podemos dar órdenes simples a una computadora solo con pensarlo, o podemos utilizarlo también para controlar por ejemplo un pequeño robot,  un carrito, la domótica de la casa, una silla de ruedas, etc.

Imaginad una persona en silla de ruedas, que pueda controlarla solo con su pensamiento. O personas que por algún accidente han perdido total movilidad de su cuerpo. Con el EPOC y con algo de entrenamiento, pueden volver a comunicarse a voluntad. Pueden controlar el cursor del ratón también, controlar un teclado en la pantalla, etc.
Todo esto puede tomarse como una anécdota curiosa y sorprendente, pero para una persona con dificultades motrices, puede ser mucho más que un simple control para juegos.

Bien. Dicho lo bueno. Vamos a por la parte negativa del asunto. Una parte por otro lado fácilmente deducible, pero que es cuando los expertos nos la recuerdan, que la tomamos más enserio.
La tecnología que lee las ondas cerebrales para dirigir videojuegos con la mente (esta que hemos visto, por ejemplo), puede ser utilizada también para robar las contraseñas que usamos para gestionar nuestra cuenta bancaria, así como para descubrir nuestros pensamientos más íntimos, nuestras creencias, e incluso, nuestros prejuicios. Y lo peor, es que el riesgo se extiende también al posible uso fraudulento de la electroencefalografía médica.
 
Según Nitesh Saxena (investigador de la Universidad de Alabama en Birmingham), Epoc puede ser utilizado para adivinar a escondidas las contraseñas y códigos pin, si el usuario efectúa operaciones bancarias mientras está jugando. Y lo demostró con unos voluntarios.
Este investigador señala que sería posible pedir al usuario de un videojuego que escriba textos o códigos mientras juega, y que eso sería suficiente para que un programa de inteligencia artificial incorporado al videojuego, adivine con facilidad las contraseñas más usuales del usuario o su código PIN.
Aunque se trata de un riesgo teórico (nadie se ha preocupado todavía en llevarlo a la práctica), tecnológicamente se abre la puerta al pirateo de los pensamientos humanos.
 
Pero es peor...
Según Tamara Bonaci, la misma configuración del juego puede utilizarse para extraer informaciones mucho más sensibles, como las creencias religiosas, el estado de salud o incluso, los prejuicios del usuario.
“Las señales eléctricas producidas por nuestro cerebro pueden contener informaciones sensibles que no queremos compartir con nadie, a pesar de lo cual podemos ceder esta información sin darnos cuenta”, explica.

Aunque no hay indicios de que esta piratería cerebral se haya dado, Bonaci advierte que para los fabricantes de cascos de realidad virtual, no sería difícil añadirles la capacidad de registrar reacciones psicológicas de los usuarios sobre temas que no tienen que ver directamente con el videojuego.
También podría conseguirse una invasión de la intimidad, manipulando los interfaces cerebro-máquina que se usan en medicina (pudiendo descubrir los pensamientos y creencias más íntimas de una persona).
Bonaci plantea que las señales eléctricas producidas por el cerebro, son tan sentibles que deberían ser protegidas legalmente, como otras señas identidad personal.
Tanto las instituciones como las empresas, deben ser conscientes de la posibilidad de que se pirateen los pensamientos humanos, y prevenir un uso clandestino y criminal de esta información reservada.
Bueno... pues ya lo veis; estamos planeando ese futuro de la ciencia ficción que parecía tan lejano.
Hablamos ya de piratear pensamientos, ni más ni menos... ¡De regulación mental!

¿Proliferarán estos dispositivos? ¿Y sabremos gestionarlos, para que sean seguros?
¿Estamos a un paso de la telepatía?

Fuentes:

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