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    Post Cory Doctorow El Super Man y el Bugout

    El Super Man y el Bugout (1/4)
    por Cory Doctorow
    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.
    (Original Title: The Super Man and the Bugout, 2003)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************

    -Mamá, NO soy un súper-villano, dijo Hershie por la millonésima vez.

    Persiguió la última gota de salsa de su plato con un trozo de centeno oscuro, arrinconando la
    arrugada piel que quedaba de su kishka. Desde que los bugouts habían incluído a la Tierra en su Federación Galáctica, prometiendo el fin de las guerras, el crimen y la corrupción; se había sentido a sí mismo como un nudo suelto. Su madre terrícola adoptiva, que le llamaba Hershie Abromowicz, le había pedido que se reuniera con ella en su restaurante favorito del corazón de la franja de Gaza de Toronto.

    -No un súper-villano, dice. Escüchenle: el señor importante. Bien, genio del leotardo, si no eres un súper-villano, entonces ¿qué es todo ese lío de la televisión que ví ayer por la noche?.

    Un camarero rellenó su vaso de agua y Hershie dió un largo sorbo, desviando la mirada a media distancia. Últimamente, evitaba mirar a su madre: su lectura infrarroja era como una pista de aterrizaje para una coronaria y ella no permitiría nunca que él la llevara a una de las clínicas de nanocirugía bugout.

    La señora Abromowicz se inclinó sobre la mesa y le dió un coscorrón en la cabeza con la mano de sus grandes pulseras, que golpearon de canto contra su súper-sién. Si hubiera sido otra persona, habría interceptado el golpe o, al menos, lo habría esquivado en un súper-rápido movimiento borroso, más veloz que cualquier ojo humano. Pero su Mamá le habìa hecho saber lo que pensaba de ESOS descaros antes de su tercer cumpleaños. Criar súper-infantes requiere disciplina, AMOROSA disciplina

    -¡Hey, despierta!, ¡Hey!. ¡Estoy hablando contigo! ¿Qué era todo ese lío de la televisión de ayer por la noche?.

    -Era una demostración, Mamá. Estábamos protestando. Queremos desmantelar las máquinas de guerra. Está en la Torah, Mamá. Isaiah: ellos convertirán las espadas en arados y sus lanzas en hoces. Tot lo aprobarìa.

    La señora Abromowicz tomó aire entre sus dientes.

    -Tu padre nunca hubiera aprobado ESO.

    ESO era la Acción de la noche anterior. Había sido idea suya y la difundió entre la gente del Movimiento que había planeado la demo: habían ido a un almacén de suministros del ejército y comprado cientos de rifles decomisionados con los cañones llenos de plomo y los percutores romos. Él había volado por encima y encabezado la demostración en su tradicional traje ceñido y capa, arrastrando en su cinturón una red de carga llena de rifles. Los sacó todos uno a uno y los dobló como si fueran animales hechos con globos: graciosas girafas, perros vieneses, abejas burbuja, perritos de lanas; y los pasó entre la multitud que esperaba en fila india en la calle Yonge. Había sido un éxito aplastante. Y quedó genial por la TV.

    Hershie Abromowicz, el Hombre de las Estrellas, tomó las manos de su madre entre las suyas y la miró a los ojos.

    -Mamá, Soy un adulto. Es como...como una llamada. El mundo aún es un gran lugar, con bugouts o sin bugouts y hay un montón de gente que está loca o poseída, con sus dedos en los gatillos. Me preocupo por este planeta y no puedo quedarme sentado cuando está en peligro.

    -¿Pero porqué, de repente, tienes que salir con todos esos MESHUGGENAHS? ¿Cómo es que no has NECESITADO estar con toda esa gente loca hasta ahora?.

    -Porque tenemos una OPORTUNIDAD ahora. El mundo está listo para reinventarse a sí mismo. Porque...

    El camarero le rescató apareciendo con la cuenta. Su madre fue a abrir el bolso pero él había puesto su tarjeta de débito sobre la mesa más veloz que cualquier ojo humano.

    -Invito yo, Ma.

    -No seas ridículo. Yo pagaré.

    -Yo QUIERO. Déjame. Un hijo debería llevar a cenar a su madre de vez en cuando.

    Ella sonrió, por la primera vez en toda esa tarde y dió palmaditas en su mejilla con una mano de manicura.

    -Eres un buen chico, Hershie, yo lo sé. Sólo quiero que seas feliz y tengas lo que es mejor para tí.

    * * * * *

    Hershie, en traje ceñido y capa, se relajaba en su fortaleza de la soledad cuando sonó su comunicador. Comprobó el id de la llamada y alzó una ceja: Thomas le llamaba desde Toronto. Las facturas de larga distancia le estaban matando desde que el Departmento de Defensa había cancelado su cuenta ilimitada.

    Por no mencionar que hablar con Thomas, inevitablemente, conducía a más problemas con su madre.

    Se levantó de su cristalino respaldo y desdobló su comunicador, flotando un par de metros sobre el suelo.

    -Thomas, ¿Qué tal?.

    -Super, ¿Viste las reviews? ¡La crítica nos ADORA!.

    Hersh apartó el comunicador de su cabeza y miró el antiguo símbolo hebreo portable de su difunto padrastro. A Thomas Aquino Rusk le gustaba jugar a ser un productor profesional de Broadway, sus obras, las deplorables demostraciones visuales que, él y su banda de felices perturbadores de mierda, hacían.

    -Sí, quedó bastante bien el vídeo, no está mal.

    No preguntó porqué Thomas le había llamado. Sólo había una razón por la que él SIEMPRE llamaba: tenía otra nueva idea.

    -Nunca adivinirías porqué te llamo.

    -Has tenido una idea.

    -¡He tenido una idea!.

    -En serio.

    -Te va a encantar.

    Hershie se estiró y acarició los ataúdes de diamante facetados en los que yacían sus padres naturales, en busca de consejo. Sus dedos cálidos se mezclaban con la blanca escarcha fundida y se deslizaban por la cripta haciendo sonar una alta nota pura cristalina como un platillo volante averiado cayendo a plomo hacia la tierra.

    -Seguro que sí, Thomas.

    Como siempre, Thomas ignoró el sarcasmo en su voz.

    -Escucha esto: DefensaFest 33 se presenta en Toronto en Marzo y el nuevo orador del apunte clave es: ¡el Patrón Ik'Spir Pat! ¡El jodido cabeza de los jodidos bugout! Su título es Historia Galáctica y Tácticas Militares: una introducción a la Estrategia.

    -¿Y esto es una buena noticia?

    -OmbreJoderNo. Es terrible, terrible, por supuesto. Los bugouts nos están vendiendo. Van directos al Otro Lado. Francamente horrible. Pero, ¡piensa en las posibilidades!

    -¿Pero piensa en las posibilidades?, Oh, sí.

    A pesar suyo, Hershie sonreía.
    Thomas siempre le hacía reir.

    -Te estás riendo,¿no?.

    -Cállate, Thomas.

    -¿Puedes llegar a una reunión en Belquees para las 18h?

    Hershie comprobó su comunicador. Eran las 1702h.

    -Puedo conseguirlo.

    -Te veo allí, colega.

    Thomas colgó.

    Hershie dobló su comunicador, lo guardó en su cinturón y acarició la cripta de sus padres una vez más, para darle suerte.

    * * * * *

    Hershie adoraba el cambio hasta casa. Comenzando en el Círculo Ártico, voló arriba y arriba y arriba y sobre las nubes más altas, luego aplanó su cuerpo y cabalgó las corrientes hasta casa, serpenteando alrededor de las húmedas masas de nubes congeladas, esquivando los truenos, con sus facultades críticas desconectadas, volando a gran velocidad usando sólo el ciego instinto.

    Normalmente hacía contacto visual con la superficie alrededor de Barrie, justo fuera de Toronto, y no era tan inocentemente cándido como para no notar la emoción de superioridad cuando volaba sobre los domingueros y visitantes de casas de campo atascados en el tráfico del fin de semana con sus skis y motos de nieve en los techos de sus vehículos.

    * * * * *

    El Belquees tenía la mejor comida etíope y la peor decoración etíope de la ciudad.
    Sucesivas generaciones de gestores habían añadido sus propios toques: faroles tiki, papel de pared, fotos enmarcadas de Haile Selassie, lanzas tribales y muñecas de hierba; y las añadían en capas hasta que el efecto neto era el de una venta tipo rastro africano. Pero, eso sí, la comida era buena.

    Al descender las escaleras había una sala para banquetes cuya decoración consistía en el material demasiado feo para mostrarlo escaleras arriba, con un escenario y una bola de discoteca. Había sido un lugar de reuniones habituales para los radicales de Toronto durante más de cincuenta años, las sillas ya estaban desencoladas por generaciones de nalgas socialistas.

    Aquella noche estaba a tope. Al menos cincuenta personas se atiborraban en torno a las mesas, arrancando pedazos de las tortitas de arroz y engullendo curry vegetariano con ellas. Incluso antes de ver a Thomas, su súper-oído había captado su voz entre el jaleo y lo tenía localizado. Hershie se encaminó hacia la mesa de Thomas sin hacer contacto visual con los otros activistas de la vieja guardia que le consideraban una herramienta de la maquinaria bélica.

    Thomas se chupó los dedos y le estrechó la mano.

    -¡Super! ¡Bien que has llegado! ¡Sienta, sienta!.

    Había una mezcla general de abrigos y sillas cuando las otras personas de la mesa despejaron un espacio para él. Thomas ya estaba sirviéndose cerveza de una de las jarras que había sobre la mesa.

    -Jeeeesús. ¿Pero a cuánta gente has invitado?.

    Tina, una mujer bajita china, que sabía rimar el número cinco con asombrosa facilidad, dijo:

    -Todos están aquí: los Cuáqueros, los Comus, un par de Consejeros, los Vets, todos los que se nos han ocurrido. Esto va a ser ENORME.

    La comida caliente y los diferentes curries y ensaladas eran una sinfonía de sabores y texturas.

    -Esto está buenísimo, dijo Hershie.

    -La mejor etíope fuera de Addis Ababa, dijo Thomas.

    Mejor que la de Addis Ababa, pensó Hershie aunque no lo dijo. Él había estado allí como el arma secreta detrás de la tercera y más desafortunada misión de paz canadiense. No habían muchos restaurantes abriertos entonces, sólo bloque tras bloque de edificios bombardeados y jefes de la guerra tribales conduciendo por ahí con tácticas de disparar al azar a todo lo que se moviera. El CO terrestre le envió para dispersar bandas de merodeadores mientras las balas rebotaban en su pecho.
    Nunca entendió el significado táctico de aquellas acciones, aún seguía sin entenderlas, pero en aquella época, había estado dispuesto a confiar en los que estaban al mando.

    -Buena comida, dijo.

    * * * * *
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  2. #2
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    Post Respuesta: Cory Doctorow El Super Man y el Bugout

    El Super Man y el Bugout (2/4)
    por Cory Doctorow
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    (Original Title: The Super Man and the Bugout, 2003)
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    ************************************

    Una hora después, la guapa camarera había despejado las mesas de platos y traído jarras frescas y el traje ceñido de Hershie se ceñía ahora un poco más. Uno de los Cuáqueros, un antiguo y escuálido hombre de pelo gris y facciones astutas se levantó y dió golpecitos en su jarra de cerveza. Gradualmente, la conversación enmudeció.

    -Gracias, dijo. Me llamo Stewart Pocock y estoy aquí de parte del Círculo de Amigos. Me gustaría que nos tomaramos un momento para dar gracias en silencio por la estupenda comida que todos hemos degustado.

    Hubo un ajetreo nervioso y luego, un movimiento general de inclinaciones de cabezas y el mayor de los silencios, salvo discretos murmullos.

    -Thomas, pensaba que eras TÚ quien convocaba esta reunión, susurró Hershie.

    -Y lo hice. Estos tíos siempre hacen esto. Maniáticos del control. No te preocupes, susurró como respuesta.

    -Gracias a todos. Nos hemos tomado la libertad de redactar una agenda para esta reunión.

    -Estos SIEMPRE hacen esto, dijo Thomas.

    Los Cuáqueros les guiaron a una ronda de presentaciones, que llegó hasta Hershie.

    -Yo soy, uh, el Super Man, supongo que la mayoría de ustedes lo sabe, ¿no?.

    Silencio.

    - Estoy, de veras, deseando trabajar en todo esto con todos ustedes.

    Un momento de silencio siguió antes de que la mesa siguiente comenzará con sus propias presentaciones.

    * * * * *

    -Hora, dijo Louise Pocock.

    Felizmente. Al fín la agenda tenía marcas de confirmación al lado de:

    PRESENTACIÓN
    TRASFONDO de ESTRATEGIA
    El DÍA de APOYO
    Y ORGANIZAR PUBLICIDAD

    -Es hora para cerrar el círculo. Por favor, todos, levantaos y cogeos las manos.

    Muchos en la asamblea ni se molestaron en disimular sus quejas. Con torpeza, en torno a las mesas y los knapsacks, formaron un tosco círculo y se cogieron las manos. Las sujetaron durante un largo y doloroso momento, luego las soltaron agradecidamente.

    Obraron su camino escaleras arriba. El viento había arreciado y soplaba la capa de Hershie tras él en un crepitar vertical de modo que se enmarañaba en las caras de los demás mientras circulaba.

    -Super, vamos tú y yo a por un café, ¿ha?, dijo Thomas sin ningún giro en absoluto para que Hershie supiera que no había sido una solicitud casual.

    -Sí, claro.

    * * * * *

    El café que Thomas escogió era el de un banco remodelado y tenía una sala privada de la vieja cámara. Se sentaron allí, lejos de ojos curiosos y cazadores de autógrafos.

    -Entonces, ¿estás animado?, dijo Thomas, tras pedir los cafés.

    -Después de ESA reunión. Sí, claro.

    Thomas se carcajeó, una ligera pero amigable risa.

    -Eso fue una reunión GENIAL. Mira, si esos tipos tienen sus medios, podríamos hacer una marcha al mes y caminaríamos despacio toda una ruta para la que tendríamos permiso. Educadamente, pedimos a la gente que vea nuestro nuestro punto de vista. Y mientras, tenemos un millón de reuniones como ésta en las que sacamos brillantes ideas como: entreguemos octavillas la próxima vez.
    Así que, lo que hacemos es ir junto a ellos. Darles suficiente cuerda para que se cuelguen solos. Dejarles tener cuatro o cinco de estas reuniones hasta que todo el mundo que aparezca esté tan aburrido que hará CUALQUIER cosa diferente.
    De modo que estos tipos quieran preparar una sentada delante del centro de convenciones.
    ¡Ro-llo! Esperamos hasta que se vayan a sentar y entonces ponemos música y lo convertimos en una DANZADA.
    Proyectamos películas en los lados de los edificios.
    Traemos cien agentes secretos de paisano como añadido. Nunca sabrán qué les ha golpeado.

    Hershie se retorció. Este tipo de shenanigans maquiavélico le venía grande.

    -Eso parece un tipo de, bueno, de desingenio, Thomas. ¿Porqué no hacemos sólo nuestra propia marcha?.

    -¿Y dividir el movimiento? No, esto es mucho mejor. Esos tipos hacen todo el carteleo y el teléfono, son buenos reclutando, este es su papel natural.
    Nuestro papel natural, hijo mío...

    puso una mano amistosa en el hombro de Hershie.

    -...es velar por ellos para que sus esfuerzos no sean derrotados por nuestra falta de imaginación.
    Ellos son los pies del movimiento pero nosotros somos su RISA.

    Thomas sacó su comunicador y tecleó en su superficie:

    Ellos son los pies del movimiento pero nosotros somos su risa.

    -Eso es genial, será uno de nuestros memorandums.

    * * * * *

    Hershie decidió patrullar un poco para aclarar sus ideas. Recogió basura y jeringuillas de Grenadier Pond. Voló silenciosamente por High Park, con las orejas afinadas ante cualquier asalto.

    Nada.

    Patrulló el Gardner Expressway después y usó su visión térmica para fundir algo de hielo negro.

    Sintiéndose inútil, puso rumbo a casa.

    Había hecho la mayoría del camino hasta la calle Yonge cuando escuchó la sirena: un coche de policía, conduciéndo rápido calle Jarvis abajo. Miró el símbolo de su padre y rodó hacia el este, entrando en el Regent Park y localizando la sirena por Doppler. Aterrizó suavemente sobre uno de los feos, rechonchos edificios y pasó de tejado en tejado hasta que encontró al policía. Era gordito, con el bigote tradicional y el chaleco antibalas que todos ellos llevaban en las patrullas del centro de la ciudad. Se inclinaba contra el capó de su cruiser, resoplando y rodeado del vapor de su propia respiración.

    Un chico rodó por el suelo, sujetando su entrepierna, jadeando en busca de aire. Su lectura infrarroja latía dolorosamente entre sus piernas. Claramente, le habían dado una patada en las bolas.

    El policía se inclinó dentro del cruiser y bajó el volumen de la radio, luego, sin avisar, le dió una patada al chico en la parte baja de la espalda. El chico rodó por el hielo golpeándose dolorosamente.

    Antes de que Hershie supiera lo que estaba haciendo, ya estaba suspendido sobre hielo entre el chico y el poli. Los ojos de gato en el emblema de su pecho relucían con las farolas de la calle. Los ojos de poli se abrieron como platos y Hershie pudo ver el blanco alrededor de sus pupilas.

    Hershie se le quedó mirando.

    -¿Qué cree que está usted haciendo?, dijo tras un calculado silencio.

    El poli dió un paso atrás y resbaló un poco en el hielo antes de sujetarse en el cruiser.

    -¿Desde cuándo le da usted patadas en la espalda a civiles desarmados?

    -Estaba huyendo. Tenía que atraparle. Quería enseñarle a que no corriera.

    -¿Inspirándole confianza con una muestra de mano izquierda de lo Mejor de Toronto?

    Hershie podía ver las frías huellas del cruiser, derrapando y ondeando a través de las calles. El chico había ofrecido una buena persecución. Tras él, oyó al chico levantarse y retomar la huída. El poli comenzó a avanzar pero Hershie lo detuvo con un dedo, inmóvil en el centro del chaleco antibalas.

    -¡No puedes dejarle escapar!

    -Yo lo alcanzaré. Créame. Pero primero, vamos a esperar a que lleguen sus refuerzos y voy a registrar un informe.

    Un periodista del Sun llegó antes que la unidad de apoyo. Hershie mantuvo un silencio pétreo en su rostro ante sus preguntas pero no pudo evitar que el hombre oyera su conversación con el viejo guardia que apareció unos minutos después, mientras registraba su informe. Encontró al chico unos cuantos bloques más allá, acurrucado en un callejón, con las manos puestas en la espalda. Lo llevó a emergencias del Monte Sinaí y se lo devolvió a un policía uniformado.

    * * * * *

    Los titulares histéricos del Sun que vilificaban a Hershie por interferir en la labor de un policía, iniciaron una salva de mensajes de voz de su madre llenos de promesas de darle un gran ZETZ en la cabeza la próxima vez que lo viera. Él dobló sus leotardos y la capa, los embutió en su armario y pasó mucho tiempo en el parque durante unas pocas semanas siguientes. Le gustaba observar a los chicos jugando, las Naciones Unidas en miniatura, a los padres mirando amistosamente, intimidados por la frontera lingüíntisca que sus hijos superaban sin dificultad.

    El primero de Marzo, sacó sus leotardos del sobrecargado armario del recibidor y voló a Ottawa para cobrar su pension.

    Aterrizó sobre la Colina del Parlamento y fue rodeado instantáneamente por guardias de la Real Policía Montada de Canadá de botas altas, obsérvandole con ligero pánico. Él levantó las manos, sorprendido.

    -¿Qué pasa, tíos?

    -Lo siento, Señor, dijo uno. Alta seguridad hoy. Uno de Ellos está hablando en el Parlamento.

    -¿de Ellos?

    -Los bugouts. Bajó para tener una charla sobre las relaciones vecinales. Sólo personal autorizado hoy.

    -Bueno, Ese soy yo, Hershie dijo y empezó a caminar entre ellos.

    El guardia, que parecía extremadamente infeliz, se movió para cerrarle el paso.

    -Lo siento, Señor, pero Ese no es usted. Sólo gente de la lista. Tengo órdenes, me temo.

    Hershie miró al rostro del hombre y pensó en lanzarse al cielo y volar directo hacia el edificio. Pero este hombre sólo estaba haciendo su trabajo.

    -Mire, es mi día de paga. Tengo que ver al Ministro de Defensa. Llevo haciendo esto todos los meses durante AÑOS.

    -Lo sé, Señor. Pero hoy es un día especial. ¿Quizá pueda usted volver mañana?

    -¿Mañana? Mi alquiler se cobra HOY, Sargento. Mire, ¿qué tal si me comunico con su oficina?

    -Por favor, Señor, eso estaría bien.

    El Sargento pareció aliviado.

    Hershie dió un veloz tecleo y esperó. Una voz grabada le dijo que la oficina estaba cerrada y el Ministro en una sesión extraordinaria.

    -Él está de sesión. Mire, seguramente esté en la mesa de su despacho. Llevo viniendo aquí durante años; en serio, esto es ridículo.

    -Lo siento. Tengo órdenes.

    -No creo que pueda usted detenerme, Sargento.

    El Sargento y su tropa separaron sus pies.

    -Probablemente, tiene usted razón, Señor. Pero órdenes son órdenes.

    -Sabe, Sargento. Yo me licencié como coronel de las Fuerzas Armadas. Yo PODRÍA ordenarle que me dejara pasar.

    -Lo siento, Señor, no. Es diferente cadena de mando.

    Hershie controló su frustración con un esfuerzo de voluntad.

    -Entonces bien. Volveré aquí mañana.

    * * * * *

    El superintendente del edificio no estaba contento sobre el retraso en el alquiler. Amenazó a Hershie con la expulsión, le dijo que era violación del alquiler, citó de memoria las secciones relevantes del Acta de Protección de Propietarios, luego se rindió ante las súplicas de Hershie. Hershie había tenido medio en mente ponerse su disfraz y dejar que el hombre descubriera cómo era un súper REAL.

    Pero su identidad secreta era sacrosanta. Incluso en la era de la Pax Aliena, el Súper Man tenía montones de enemigos y todos ellos habían descubierto, mucho tiempo atrás, que incluso lo invulnerable tiene sus debilidades: sus amigos y familias. Le aterraba pensar en lo que un amargado, obsoleto y resentido terrorista podría hacerle a su madre, a Thomas o incluso a sus antiguas novias de instituto.

    Por su parte, Thomas rechazaba reconocer el riesgo. Estaba más preocupado sobre las Fuerzas Que Son que por los míticos terroristas.

    Los periódicos del día siguiente estaban llenos sobre el movimiento del gabinete de la pasada noche en Ottawa.
    Más de la mitad del gabinete había sido relegado a los bancos de atrás y muchos de sus portafolios se había eliminado o amalgamado en los nuevos
    SuperPortafolios de Asuntos Domésticos, Comercio y Asuntos Extraterrestres.

    El antiguo Ministro de Defensa, que una vez había invitado a Hershie a la cena de Acción de Gracias, se había desvanecido en los infiernos inferiores de los bancos de atrás. Su portafolio se había sumado al de Asuntos Extraterrestres y el nuevo Ministro, un joven recién ascendido llamado Woolley, no le devolvía las llamadas Hershie. Hershie llamó a Thomas para ver si podía prestarle el dinero del alquiler.

    Thomas se rió:

    -Los pollos vuelven a casa para el asado, ¿eh?, dijo.

    -¿Qué se supone que significa eso? dijo Hershie, acaloradamente.

    -Bueno, sólo que se puede hacer mucha mierda molesta antes de que alguien se siente encima y la note. El Belquees está pinchado, probablemente, o quizá uno de los comus es un informador. En cualquier caso, estás jodido. Especialmente con Woolley.

    -¿Porqué?, ¿qué hay de malo con Woolley?

    Hershie lo había conocido de paso a los asuntos de la Oficina del Primer Ministro, era un tipo de veintidos años que vestía elegante. Parecía bastante buen tipo.

    -¿Que Qué hay de MALO en él?, Thomas casi gritó. ¡Es el jodido Anticristo! Fue el que vino con la idea de vender anuncios de los críos quejicas, ¡camisetas! Está sólidamente respaldado por seguridad privada que va en traje; a su lado, Darth Vader es un tipo estupendo. Menudo acicalado gilipollas chupasangre está hecho ese..

    Hershie le interrumpió.

    -Vale, vale, capto la idea.

    -¡No la captas, Súper! No captas ni la mitad. Este tío no es el Liberal medio que normalmente es un oportunista básico. ¡Éste es un CELOTE! Le encantaría golpearnos con Garrotes. Fuí a uno de sus debates y apareció con un bate de beisbol. ¡Quería PEGARME con él!

    -¿Y qué estabas haciendo tú en ese momento?

    -¿Y eso qué importa? La violencia nunca es una respuesta aceptable. He lanzado tartas a mejores hombres que él.

    Hershie sonrió. Thomas no había inventado el lanzamiento de tartas pero sus contribuciones a ese arte eran de seminario.

    -Thomas, el hombre es un Ministro federal con obligaciones. No puede simplemente borrarme, tiene que pagarme.

    -Claaro, claro, Thomas canturreó. Por supueeesto que lo hará. ¿Quién ha oído alguna vez sobre un político que insulta su oficina para avanzar en su agenda? No sé lo que estaba pensando. Te pido disculpas.

    * * * * *
    Última edición por Artifacs; 23-Nov-2017 a las 16:47
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  3. #3
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    El Super Man y el Bugout (3/4)
    por Cory Doctorow
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    (Original Title: The Super Man and the Bugout, 2003)
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    Hershie aterrizó sobre la Colina del Parlamento con el corazón acelerado. La advertencia de Thomas era un eco en su cabeza. Sus recuerdos de Woolley ya estaban cambiando de forma, el elegante y pulcro chico se transformaba en un fiero depredador. La Colina era cenagosa y fría y gris; y él chapoteaba hasta el mostrador principal de seguridad sintiendo un helado escalofrío debido al fango que se colaba dentro de sus super-botines. Había un nuevo guardia RCMP en el puesto, un Sikh con turbante. Normalmente, se sentía torpe con los Sikhs. Imaginaba que su falta de contexto cultural hacía que sus leotardos y emblema parecieran absurdos, que les evocaban sonrisas bajo sus poblados mostachos. Pero hoy estaba alegre de que el hombre fuera un Sikh, otro forastero con una incómoda litera en el complejo industrial-militar canadiense. El Sikh estaba inexpresivo cuando Hershie envió sus credenciales desde su comunicador hasta el transceptor del mostrador de seguridad. Imperturbable, el Sikh. le envío en respuesta las direcciones de la oficina nueva de Woolley, situada sólo a un peldaño de la exultante altura de la Oficina del Primer Ministro.

    La oficina del Ministro estaba guardada por una puerta de digna antigüedad con un rico acabado de madera que había sido amarilleado diariamente durante dos siglos; un guardia RPMC de ropas neutras; una guapa y joven recepcionista en traje de combate de seda de la marina; una gerente oficinista un poco mayor que la anterior, cuya belleza detenía el corazón y que era apenas refrenada por su blusa y falda inmaculadas; y, finalmente, un par de puertas con minúsculos pomos de bronce y un escaner de retina.

    Cada obstáculo a superar requería más tiempo que el anterior, así que le llevó casi una hora antes de que el gestor de oficina mirara fíjamente al escaner y las puertas se abrieran con un suave Clack. Hershie chapoteó hacia el interior dejando un goteo fangoso en la alfombra marrón de curso industrial.

    Woolley se acomodaba en el asiento de un carro de operaciones ergonómico, desarrollado con un grupo de pantallas articuladas, comunicadores, teclados, guantes de datos, gafas de inmersión, notas pegadas y posavasos. Su postura, cabello y expresión rivalizaban entre sí para alcanzar la perfección.

    - Hola, hola, dijo él, dándole a la mano de Hershie un seco y firme apretón. Pudo oler el alto coste del talco y el cuero del interior del coche.

    Condujo a Hershie a un par de fuertes sillas escandinavas cuyo enlucido llevaba líneas de botones de interface de usuario a ambos lados. Los gustos del Ministro anterior habían impuesto mesas se roble y sillas de club con hebras de crin de caballo y Hershie se sintió desorientado momentáneamente mientras se hundía dentro de aquella funcional y brillante máquina-para-sentarse. Ésta traqueteó como la rueda de una ruleta y se movió y adaptó para sujetarlo firmemente.

    -Gracias por recibirme, dijo Hershie.

    Captó su reflejo en el cristal blindado de la ventana que daba al Canal Rideau y sintió el rubor y vergüenza cuando vió que parecía un payaso con su traje comparado con todo aquel ambiente práctico.

    Woolley le favoreció con media sonrisa y le observó sinceramente con ojos ampliamente espaciados, inteligentes y vivos, rodeados de líneas sonrientes. El hombre, prácticamente, irradiaba carisma.

    -Soy yo quien debería darte las gracias. Estaba a punto de llamarte y organizar una reunión.

    Entonces, ¿porqué no me cogías las llamadas?, pensó Hershie. Débilmente, dijo

    -¿De verdad?

    -Sí, quería tocar base contigo, aclarar el modo en que vamos a operar de ahora en adelante.

    Hershie sintió su garganta seca.

    -¿de ahora en adelante?.

    - Lo he fraseado mal. Lo que quiero decir es que este es un nuevo Gabinete, un nuevo Ministerio. Tiene su propio modus operandi.

    -¿Cómo puede tener ya su propio modus operandi si se creó ayer por la noche?, dijo Hershie, odiando la petulancia en su voz.

    -Oh, me gusta tener a mano muchos planes de contingencia, aunque el tiempo para planear cambios más profundos está lejano aún. De lo contrario, uno acaba corriendo de un lado a otro tratando de tener mobiliario de oficina y los teléfonos instalados cuando lo que necesita es estar aprovechando la oportunidad.

    A Hersie le chocó lo ACABADA que estaba la oficina, el personal, los sistemas, la seguridad. Imaginó a Woolley escuchando las noticias de su asignación y pidiendo archivos con los esquemas, haciendo pedidos, solicitando personal. No era exactamente una sospecha astuta pero, ciertamente, se tambaleaba en el meridiano que separaba CON PLAN y COMPLOT.

    -Bueno, ciertamente parece que tiene usted todo en orden.

    -He estado pensando sobre el acuerdo de tu sueldo. ¿Sabes que hay un párrafo entero de la póliza relacionada con tu pensión?

    Hershie asintió, no le gustaba hacia dónde estaba yendo el asunto.

    -Bueno, No es algo sensato, dijo Woolley, juiciosamente. El gobierno canadiense ya tiene sus propios aparatos de pensión: hacemos millones de depósitos directos cada día, para veteranos, pensiones, seguro de empleos, ayudas familares. Estamos hasta nuestras axilas en el pago de infraestructuras y tenerte a tí volando hasta Ottawa cada mes, bueno, es ridículo. Estamos en el siglo vientiuno, tenemos mejores formas de hacer circular el dinero.
    Lo he estado meditando y se me ha ocurrido una solución que debería facilitarlo todo para todos. Voy a transferir tu pensión a las oficinas de Plan de Pensiones de Canadá. Haré un depósito mensual directamente a tu cuenta. Tengo todo el papeleo preparado aquí, todo lo que necesitas hacer es poner tus datos bancarios y Número de la Seguridad Social.

    -Pero yo no tengo un Número de la Seguridad Social o una cuenta bancaria, dijo Hershie.

    Era claro que Hershie Abromowicz tenía ambos pero el Súper Man no.

    -¿Cómo pagas impuestos, entonces?, Woolley tenía una peligrosa sonrisa.

    -Bueno, yo, Hershie balbuceó. ¡No! ¡Estoy exento de impuestos! Nunca he tenido que pagar impuestos o conseguir una cuenta bancaria. Sólo recojo los cheques de la Unión de Crédito de la Unión de Empleados Públicos de Canadá y ellos me dan el dinero. Ese es el acuerdo.

    Woolley movió la cabeza.

    -¿Quién te dijo que estabas exento de impuestos?, preguntó interrogativamente. NADIE está exento de impuestos salvo los Indios de Estado. Como no tienes una cuenta bancaria, bueno, puedes abrir una cuenta en la Unión de Crédito CUPE y te haremos el depósito allí. Pero no hasta que este asunto de la exención de impuestos se haya aclarado. Tendrás que hablar con el Rédito de Canadá para obtener una tarjeta SIN y llevar esa información a las Pensiones de Canadá.

    -¡Yo pago impuestos! Usando mi identidad secreta.

    -¿Pero esta...

    Hizo el símbolo de unas comillas con los dedos en el aire

    -...identidad secreta declara los ingresos de tu pensión?.

    -¡Pues claro que no! ¡Tengo que mantener mi identidad secreta SECRETA!

    Su voz era estridente en sus propios oídos.

    -Es una Identidad Secreta. He servido en las Fuerzas como Súper Man, de modo que me pagan como Súper Man. Exento de impuestos, sin cuentas bancarias, sin tarjetas SIN. Sólo un cheque, todos los meses.

    Woolley apoyó la espalda en el respaldo del asiento y cruzó sus manos en su regazo.

    -Lo sé. Sé como solía ser pero lo que trato de decirte hoy es que el acuerdo, por muy prolongado, por muy bien intencionado, no era el adecuado o, incluso, legal. Tenía que terminar algún día. Estás retirado ahora, no necesitas tu... "identidad secreta".
    Si ya tienes una tarjeta SIN, sólo dámela a mí junto con la información bancaria de tu identidad secreta y podemos procesar tu pensión en una semana o dos.

    -¿Una semana o dos?, Hershie rugió. ¡Tengo que pagar mi alquiler!¡Esto no funciona así!

    Woolley se levantó, abruptamente.

    -No señor, esto FUNCIONA así. Estoy tratando de ser razonable. Trato de acelerar tus cosas durante este tiempo de transición pero tienes que encontrarte conmigo en mitad del camino. Si pudieras darme tu SIN y la información bancaria ahora mismo, estoy seguro de que podría acelerar las cosas considerablemente. Estoy dispuesto a hacer este esfuerzo, incluso con lo enormemente ocupados que estamos aquí.

    Hershie jugueteó con la idea de demoler la oficina del hombre, convertir el adorable mobiliario en salsa de nachos fundidos y dejar al hombre colgando de su traje en la aguja de la Torre CN. Pero su madre lo mataría.

    -No puedo darle mi identidad secreta, dijo Hershie, suplicante. Es un asunto de seguridad nacional. Sólo necesito lo justo para pagar el alquiler.

    Woolley se quedó mirando el techo durante un largo, largo tiempo

    -Hay una cosa, dijo.

    -¿Sí?, dijo Hershie, odiándose a sí mismo por la nota de esperanza en su voz.

    -La gente de DefensaFest 33 me llamó a la oficina ayer para ver si yo aparecería como orador invitado junto al Patrón Ik'Spir Pat. Tuve que negarme, por supuesto. Estoy muy ocupado ahora mismo. Pero estoy seguro de que recibirían con agrado a un veterano de tu reputación en ese turno; y acompaña unos honorarios sustanciales. ¿Podría llamarles de tu parte y darles tu comunicador . . .?

    Hershie pensó en Thomas y en el alquiler y en su madre y en toda la gente del Belquees que le había mirado con desconfianza.

    -Que me llamen, suspiró.

    -Hablarè con ellos.

    Se miró los pies, de la punta de su bota goteaba más sucio fango.

    * * * * *

    -¿Hershie?

    - ¿Sí, Mamá?

    Ella lo había llamado de camino a casa, volando alto sobre los pulgosos moteles sobre la vieja Autopista 2.

    -Es viernes, dijo ella.

    Vale, viernes, le había dicho que iría a cenar y eso implicaba llegar allí antes de la puesta de sol.

    -Allí estaré, dijo él.

    -Oh, no importa, soy sólo yo. No te des prisa por mí, después de todo, tendrás miles de cenas de Shabbas con tu madre. Viviré para siempre.

    -He dicho que iré.

    -Y no te pongas ese traje, dijo ella.

    Ella odiaba el disfraz. Cuando el Departamento de Defensa se lo había enviado, ella había querido saber porqué le habían enviado un traje de combate con leotardos rojo satén.

    -Me cambiaré.

    -Eres un buen chico, dijo ella. Estoy haciendo brisket.

    * * * * *
    Última edición por Artifacs; 23-Nov-2017 a las 16:56
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    Post Respuesta: Cory Doctorow El Super Man y el Bugout

    El Super Man y el Bugout (4/4)
    por Cory Doctorow
    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.
    (Original Title: The Super Man and the Bugout, 2003)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************

    Para cuando aterrizó sobre el tejado de su edificio, sabía que llegaría tarde a la cena. Deslizó como una flecha el ascensor hasta la décima planta y se infiltró hasta la puerta de su apartamento; sólo para descubrir que estaba cerrada con candado. Había una nota del super del edificio clavada a la pelada pintura verde. Entre otras cosas, citaba el código del Acta de Protección de Propietarios que permitìa al super cerrar la puerta y prohibir la entrada a Hershie, bajo consideraciones legales si él hacía algo sobre el asunto.

    El súper-oído de Hershie captó el sonido de una puerta abriéndose al final del pasillo. En un borroso movimiento, voló hasta el techo y se mantuvo allí, pegándose plano en la baldosa acústica. Uno de sus vecinos, ese tipo que parecía siempre reirse del pobre Hershie Abromowicz, recorrió el pasillo y se paró directamente debajo de la forma plana y quieta de Hershie para leer la nota de la puerta mientras se ajustaba el cuello del chaleco. Sonrió a la nota y caminó hacia el ascensor.

    Hershie se dejó flotar hasta el suelo con sus mejillas ardiendo.

    ¡Maldición! No tenía tiempo para esto. Nada de tiempo. Considerò el candado por un tiempo, luego lo partió con el índice y el pulgar.
    Se movió por el apartamento con velocidad superhumana, se cambió con un par de bonitos slacks, un jersey tejido que su madre le había regalado en su último cumpleaños, una chaqueta tweedy y un abrigo de lana. Abrió una ventana y despegó.

    * * * * *

    -Thomas, de verdad, no puedo hablar ahora mismo, dijo.

    Su madre estaba enfadada, tamborileando con las pulseras en el borde de la mesa. Abruptamente, cogió el cuenco de sopa fría y la llevó a la cocina. No había hecho esto desde que él era un niño pero aún inspiraba la misma sensación de pánico en él. Si no iba a comer la cena, ella no iba a guardársela para luego.

    -Súper, TENEMOS que hablar sobre esto. Quiero decir, DefensaFest está sólo a una semama vista. Tenemos cosas que hacer.

    -Mira, sobre lo de DefensaFest. . .

    -¿Sí?, Thomas tenía un nota prudente en su voz.

    La madre de Hershie reapareció con un plato cargado con brisket, tsimmis y kasha. Lo puso delante de él.

    -Hablaremos luego, dijo Hershie.

    -Pero, ¿qué pasa con lo de DefensaFest?

    -Es complicado, Hershie comenzó.

    Su madre recogió el plato de brisket y se dirigió de vuelta a la cocina. Estaba murmurando furiosamente.

    -Tengo que colgar, dijo y cerró su comunicador.

    Hershie persiguió a su madre y cogió la esquina del plato mientras ella lo sujetaba dramaticamente sobre el fregadero. El sujetó el comunicador con la otra mano y le mostró cómo lo apagaba.

    -Está apagado, Mamá. Por favor, ven y come.

    * * * * *

    -He pensado en vender la casa, dijo ella mientras cortaba en rebanadas la tarta de limón.

    Hershie bajó el tenedor.

    -¿Vender la casa?.

    Aunque su padre no la había construído, exactamente, con sus propias manos, había vendido su tripas en la tienda de descuentos de ropa masculina para pagarla. Su madre la había decorado pero la esencia de su padre aún encantaba los rincones.

    -¿Porqué quieres vender la casa?.

    -Oh, es muy grande, Hershie. Sólo soy una anciana y no es que haya ningún nieto que venga a quedarse. Podría comprar un piso en Florida y aún quedaría mucho para tí.

    -No necesito dinero, Mama. Tengo mi pensión.

    Ella cubrió sus manos.

    -Pues claro que la tienes, nenito. Pero los ingresos fijos son para los viejos. Tú eres joven, necesitas un nido para el huevo, algo donde empezar una familia.

    Sus ojos afilados, hundidos en las almohadas de suave piel le perforaron.
    Trató de mantener su mirada ligera y despreocupada.

    -¿Tienes problemas con el dinero?, dijo.

    Hershie se metió en la boca el tenedor lleno de tarta y negó con la cabeza. Los poderes perceptivos de su madre rozaban la clarividencia y él no tenìa confianza en sí mismo para mentirle abiertamente. Miró alrededor del comedor, decorado con pantallas chinas de imitación, tapetes orientales, candelabros de artesanía angular de cristal.

    -Cuéntaselo a Mamá, dijo ella.

    Él suspiró y se terminó la tarta.

    -Es el nuevo Ministro. No me dará la pensión a menos que le diga mi identidad secreta.

    -¿Y?, dijo su madre. ¿Tan avergonzado estás de tus padres que prefieres morirte de hambre antes de decirle al mundo que su gran héroe es Hershie Abromowicz? Yo, no es que me importe, podría por fín hablar con mis amigas cuando ellas hablan de sus hijos, los abogados.

    -¡Ma!, dijo él, sintiéndose con ocho años. No estoy avergonzado de vosotros y lo sabes. Pero si el mundo supiera quién soy, bueno, ¿quién sabe el tipo de peligro al que estarías expuesta? He hecho algunos enemigos poderosos, Mamá.

    -Enemigos, shmenemies, dijo ella. No te preocupes a mi costa. No me hagas ser la causa de que termines en el frío. No estoy indefensa. Tengo a Mace.

    Hershie pensó en las batallas que había librado: los soldados, mercenarios, terroristas, fanáticos y super fanáticos con sus locos planes y aparatos imprácticos. Su madre era tan formidable como una ancianita judía sin nietos podía serlo pero no era rival para las armas automáticas.

    -No puedo hacerlo, Mamá. No sería un acto responsable. ¿Podemos dejar el tema?.

    -Bien, ya no hablaremos más de ello. ¿Estás seguro de que no necesitas dinero?.

    Él imploró desesperadamente por una forma de aplacarla.

    -Estoy bien. Tengo un conferencia programada.

    * * * * *

    Había un mensaje esperándole en su comunicador cuando lo encendió. Un mensaje de una despiadadamente alegre mujer con un animado acento de Texas, que se identificó como la coordinadora de programación de la DefensaFest 33. Ella confíaba que él le devolviera la llamada esa noche.

    Hershie flotaba en una oscura nube sobre el lago, el viento soplaba su abrigo hacia atrás. Él sujetaba el comunicador en su mano. Miró de reojo a través de las nubes y en la distancia hasta que vió el edificio de su apartamento, una fila de ventanas encendidas como dientes, su ventana oscura era un vacío en la sonrida. No le molestaba el frío, hacía mucho más frio en su fortaleza de la soledad pero su apartamento tenía esa calidez especial.
    Era su propia desharrapada esquinita hogareña en la horrorosamente cara ciudad. En el vuelo desde la casa de su madre, encontró al viejo estilo un billete de cincuena dólares, doblado limpiamente y metido en el bolsillo del pecho de su abrigo.

    Él le devolvió la llamada.

    * * * * *

    El súper no estaba feliz de que le levantaran de sus sitcoms pero gruñonanente permitió a Hershie enviarle el dinero del alquiler a su comunicador. Él querìa levantarse y coger el candado pero Hershie le convenció para le que diera la llave con la promesa de devolvérsela por la mañana.

    Su apartamento era un pequeño dormitorio con una constante sinfonía de radiadores. Cada pieza de mobiliario en él había sido rescatada de los rincones de la ciudad mientras Hershie volaba en sus patrullas nocturnas, salvando sillas, sofas e, incluso, armarios de piel de foca de la basura.

    Hershie se sentó a la mesa redonda de formica y llamó a Thomas.

    -Soy yo, dijo.

    -¿Qué pasa?

    Él no quería andarse por las ramas.

    -Voy a hablar en la DefensaFest. Luego me voy de gira seis meses. Pagan bien. Muy bien. Muy, muy bien, lo suficiente para que no tenga que preocuparme por la pensión.

    Los promotores de la base USA habían solucionado su exención de impuestos con el IRS, que la aceptó felizmente, liberándolo totalmente de entrelazamientos con el Rédito de Canadá.
    La alegre Tejana había estado FELIZ de hacerlo.

    Esperó la riada de vitriolo marca registrada de Thomas. No llegó. Con mucha calma, Thomas dijo.

    -Ya te veré.


    -Thomas, dijo él con un tono suplicante en su voz. Yo no he elegido hacer esto. Si no lo hago, tendré que darle a Woolley mi identidad secreta. No me dará la pensión sin mi Número de la Seguridad Social.

    -O puedes conseguir un empleo, dijo Thomas, la injuria del enredo familiar regresaba arrastrándose.

    -Te lo acabo de decir, no puedo revelar mi SIN.

    -Pues haz que tu identidad secreta tenga un empleo, ¡lava platos!

    -Si busco empleo, Hershie dijo, con las palmas sudorosas, tendría que dejar de hacer patrullas nocturnas. Tendría que dejar de luchar contra el crimen.

    -¿Luchar contra el crimen?, la voz de Thomas no mostraba remordimiento.¿Qué crimen? Los bugouts se encargan del crimen, ¡tienen planes para cerrar la policía! Súper, te has quedado obsoleto.

    -Ya lo sé, dijo Hershie, sintiendo pena de sí mismo. Lo sé. Por eso me uní a tus proyectos en primer lugar. Necesitaba un propósito. ¡Soy el Súper Man!

    -¿Y tu propósito es ahora hablar en espectáculos militares? ¿Decirle al mundo que aún necesita sus arsenales aún cuando los bugouts han hecho obsoleta la guerra? Es un propósito estupendo, Súper. Muy Noble.

    Se atragantó en un sollozo desesperado.

    -¿Qué hago entonces, Thomas? No quiero venderme pero tengo que comer.

    -Aplasta carbón y haz diamantes, dijo él.

    Estaba de broma pero no de broma pesada.
    Hershie sintió que su tensión disminuía, Thomas no le odiaba.

    - ¿Tienes idea de lo grande que tiene que ser un trozo de carbón para conseguir incluso una piedra de un quilate? Créeme, alguien notaría que los estratos de carbón están desapareciendo.

    -Mira, Súper, esto se puede vadear. No tienes que venderte. Lo has dicho tú mismo, eres el Súper Man, tienes responsabilidades. Tienes obligaciones. Simplemente, no puedes venderte. Consultémoslo con la almohada, ¿vale?.

    Hershie estaba muy, muy cansado. Siempre era duro para él cuando los rayos amarillos del sol de la Tierra se ocultaban; la luna era un pálido sustituto de sus rayos rejuvenecedores.

    -Hagámos eso. Gracias, Thomas.

    * * * * *

    DefensaFest 33 abría sus puertas en uno de esos días increíblemente brillantes de Marzo cuando la nieve del suelo devolvía suficientes lumens como para encogerte las pupilas hasta micropuntos. A pesar del brillo del día, un amargo viento helado exploraba la Calle Front y el Centro de Convenciones Metro.

    Desde la distancia, Hershie observaba la demostración de asalto frontal del Centro Eaton, a pocos kilómetros al norte y la marcha al final de la calle Front, junto a su ruta permitida predefinida. El resultado era bueno, especialmente para el tiempo que hacía. Aparecieron alrededor de 5,000 con bufandas de lana y pancartas que el viento amenazaba con arrancar de las manos.

    Los veteranos marchaban delante bajo un estandarte, de uniforme. Les seguían los Cuáqueros, que tenían la misma apariencia que los veteranos pero vestían como profesores de inglés. Venían después tres facciones comunistas diferentes que circulaban adelante y atrás, tratando de venderse revistas entre ellos. Por último venía el populacho: el grupo de anarquistas vestidos de harlequines del grupo de Thomas; estudiantes de instituto con sacos de dormir que, aplicadamente, avisaron por comunicador a los empollones de la clase, los cuales votaron quedarse en sus pupitres; civiles que vieron una nota, salieron e intentaban el juego de seguir las letras de los cantos.

    Los cantos se hacían más altos según se acercaban al cordón de seguridad alrededor del Centro de Convención. Los diferentes grupos se mezclaron todos cuando se masificaron frente a las barricadas. Los Cuáqueros y los vets cantaban Dale a la Paz Una Oportunidad, mientras que Thomas y su cohorte merodeaban por allí distribuyendo material a varios individuos de confianza.

    Los estudiantes gritaron abuso a los asistentes que se burlaban en caros abrigos del Centro de Convenciones, con vistosos y caros desayunos e inmaculado servicio de catering.

    La aparición de Hershie silenció a la multitud. Él volaba sobre el lago al lado de la Torre CN, inclinado verticalmente y cayendo a plomo. Los manifestantes lanzaron una gran ovación cuando él los recorríó por encima y luego quedó en silencio y estupefacta cuando aterrizó sobre el lado CONTRARIO de la barricada, junto a los visitantes de la convención. Un poli antidisturbios le sujetó la puerta y él caminó al interior. Un rugido surgió de los manifestantes y fue aumentando hasta convertirse en un aullido furioso sin palabras.


    * * * * *

    Hershie evitó el escenario del espectáculo y se dirigió a la sala verde. De camino le paró un general Somali que había sido absuelto por un tribunal de Crímenes de Guerra pero solo por los pelos. El hombre le saludó como un viejo camarada y pidió a su ayudante que les hiciera una foto estrechándose las manos.

    La sala verde estaba atestada de presentadores succionadores de café que picoteaban furiosamente sus comunicadores y revisaban sus diapositivas. Hershie arrastró curiosas miradas cuando entró pero para cuando había cogido su café y donut, todo el mundo alrededor suyo estaba de nuevo volcado en su trabajo, un campo de repollos calvos untados con productos capilares de alta tecnología.

    Las palmas de Hershie estaban pringosas, su corazón alienígena latía en contrapunto. Su
    pelo irregular caía marchito por el calor agresivo que surgía del ventilador que había detrás de su sofá. Trató de mantener la calma pero cuando un asistente le llamó al comunicador y le indicó la dirección al salón principal estaba hecho una ruina.

    * * * * *

    Hershie entró a la zona donde se grababa el evento de la demostración a tiempo de ver a los Cuáqueros sentados en masa frente a la barricada, con las manos entrelazadas y los culos empapados en el fango del borde de la acera. Los polis los observaban imperturbables y mientras estaban distraídos, Thomas dió la señal a su gente. Ésta desenrrolló rápidamente una pantalla smart de varios pisos de altura, la tela de gasa golpeaba tensa en el viento mientras se desplegaba sobre la fachada del Centro de Convenciones.

    Los polis se percataron de pronto, pero Thomas fue cuidadoso de mantener la pantalla en su lado de la barricada. Tina condujo a un grupo de estudiantes de instituto que extendieron un colector solar del tamaño y consistencia de un paracaídas. Brillaba con el duro sol del dìa.

    Szandor conectó al colector los cables de un aparato proyector con altavoces. El perro de Szandor mordía sus talones mientras preparaba y enfocaba el apararo sobre la pantalla. Szandor enchufó su comunicador al proyector y lo encendió.

    Hubo un zumbido de estática cuando los altavoces volvieron a la vida lo bastante alto para que pudiera oirse sobre el ruido de la calle. El poderoso proyector emitió su imagen sobre la pantalla, brillante incluso a pleno mediodía.

    La multitud vitoreó cuando reconoció la imagen: una emisión en directo de los apuntes clave del Centro de Convenciones. El prominente sillón volador del Patron Ik'Spir Pat. La camara se detuvo en los ojos del Patrón, la única parte de él que era visible desde el interior de la infraestructura que enmascaraba el sillón. Eran orbes plateados observando, con pesados párpados e inexpresivos.

    La cámara giró hasta Hershie. Szandor escupió dramáticamente y encabezó un coro de silbidos.

    Hershie cerró rápidamente su comunicador y se aclaró la garganta, ajustó el micro y se dirigió a la multitud.

    * * * * *

    -Uh..., dijo


    Sus tripas dieron un salto acrobático tres-sesenta en el aire. Era hora de hacerlo bien o de volver a casa.

    -Hola.

    Eso estaba mejor.

    -Gracias. Soy el Súper Man. Durante años he trabajado junto a las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU por todo el mundo. Espero haber hecho un buen trabajo. La mayoría del tiempo, supongo que puede haber sido así.

    Captó el ojo de Brenda, la alegre tejana que le había registrado. Parecía incómoda.

    -Aunque hay una cosa de la que estoy seguro: es que la preparación de la guerra nunca ha llevado a nada salvo a la guerra. Con este espectáculo, vosotros, damas y caballeros, estáis participando en una gigante conspiración para cometer asesinato. Individualmente, podéis no ser malos, pero colectivamente, vosotros sois el mayor inmoral super-villano con el que jamás me haya enfrentado.

    Brenda estaba hablando frenéticamente con su comunicador. El micro dejó de funcionar. Él simplemente expandió su poderoso diafragma y continuó con su discurso. Su voz llenaba el Salón Principal.

    -Os insto a que dejéis esto atrás. Entramos en una nueva era en la historia de la humanidad. El buen Patron aquí ofrece el Universo entero, vosotros medráis por la Tierra negociando las muertes de gente que nunca habéis conocido.

    -Es una terrible, estúpida y descabellada empresa. Tendría que daros vergüenza.

    Con esto, Hershie se alejó del podium y salió caminando del Salón.

    * * * * *

    La cámara le siguió cuando hizo su camino de regreso atravesando el Centro de Convención hacia las puertas exteriores. Saltó la barricada y se puso delante de la pantalla. Los manifestantes le dieron una admirable ovación y Thomas estrechó dignamente su mano.
    La escena se repitió en la pantalla gigante tras ellos, cortesía del cámara que le había seguido volcando la barricada.

    La multitud bailó, se abrazó, rió, el perro de Szandor le mordió en el culo y casi tira el proyector.

    Se recuperó a tiempo de hacerlo caer de nuevo cuando el sillón volador de Patron Ik'Spir Pat atravesó las puertas del Centro y serpenteó hasta Hershie.

    Hershie observó con temor nauseabundo cómo el coche se acercaba. El Patron paró a escasos centímetros de él, de modo que estaban casi ojo con ojo. El Asistente Personal del sillón del Patrón se activó y el Patron habló con el enervante contralto bugout:

    -Gracias por tu contribución, dijo el bugout.
    Fue refrescante haber presentado otra perspectiva.

    Hershie trató un asentimiento de cabeza heroico.

    -Me alegra no haberle ofendido.

    -Todo lo contrario, fue estimulante. He de hablar con los organizadores de la conferencia, este formato parece muy bueno para futuros encuentros.

    Hershie sintió la expresión del Patrón resbalar y deslizarse, deslizarse hacia una mandíbula floja de incredulidad.
    Luchó por mantenerla, luego la perdió por completo cuando uno de los párpados de los plateados ojos del Patron cayó a plomo en un inconfundible guiño.

    * * * * *

    -Hola, Mamá.

    -Hershie, Lo acabo de ver en la televisión.

    Él se acercó de nuevo al comunicador mientras penetraba en la esquina del Belquees a dónde se habìa movido cuando sonó su comunicador.

    -Mama, todo va bien. Me han anotado para los próximos seis meses. Estaré bien.

    -Pues claro que estarás bien, nenito. Pero, ¿Te mataría peinarte un poco antes de salir por televisión delante del mundo entero? ¿Quieres que todos piensen que tu madre a criado a un gandúl?

    Hershie sonrió.

    -Lo haré, Mamá.

    -Sé que lo harás. Eres un hombre muy guapo, ya sabes. Pero nadie quiere casarse con un hombre que va despeinado.

    - Lo sé, Mamá.

    -Bueno, no te entretengo. ¿Crees que podrás venir a cenar el viernes? Sé que estás ocupado pero tu vieja madre no estará aquí para siempre.

    El miró el símbolo de su padre.

    -Estaré allí, Mama.

    ***********************************
    Última edición por Artifacs; 23-Nov-2017 a las 17:19
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