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    Post Cory Doctorow La Sombra de la Nave Nodriza

    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.

    La Sombra de la Nave Nodriza (1/4)
    por Cory Doctorow
    (Shadow of the Mothaship)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************
    Es desenganchar la casa de mis padres lo que está en mi diario hoy. El vuelo de una cometa en un día de Halloween en Toronto y la preocupación y el suspense de que aparezca un momento soleado.

    Y la superficie de las velas no es ni siquiera un problemilla cuando se trata del hogar de mis padres. Es un murciélago de tres pisos cuyas delgadas alas contienen almacenes y dormitorios con forma de carro de supermercado. Mamá y papá la construyeron ellos mismos mientras yo me tambaleaba en la acera chupando la apestosa esquina de una sábana. Tal y como la contemplo hoy, con las manos apoyadas en las caderas en el patio delantero, así estaba allí aquel día.

    Papá está clavando a pistola tablas de madera en un marco. Mamá está donde yo estoy ahora, manos en las caderas (y yo retiro mis manos de mis caderas rápidamente, las meto hasta el fondo en mis bolsillos). Ella mira de reojo y grita direcciones. Entonces, ambos cogen rollos de tela de algodón fino y pistolas de grapas y los estiran en su sitio entre los marcos y tuberías de unión rápida e instalaciones prefababricadas. Mamá pone el arnés en los grandes tanques de espuma y apunta el soplador hacia el algodón, dándole cinco rápidas gruesas capas. Luego deja caer el soplador y ella y papá cogen las espátulas y dibujan zillones de remolinos y estucos barrocos en la superficie, pintándola con salsa de setas, mantequilla, buen whisky y mal vino. Un masivo lienzo cubierto por centímetros hasta que lo declaran terminado y mamá cambia los tanques, carga con baño fijador y lo convierte en neblina con el salado pulverizador. Diez minutos más tarde, la casa está firme y ellos empiezan a trabajar descargando el transporte en forma de U en la acera.

    Y ahora tengo veintidos años de nuevo y desataré esa casa y podré hacerla volar en la fuerte brisa que enmaraña mi pelo cariñosamente.
    * * * * *
    Lo primero y más importante: tengo que esperar al hombre. Odio esperar pero hoy hay que esperar, es duro y aburrido, aburrido, aburrido.

    De modo que espero al hombre, Stude el Colega y al suave clip-clop de los cascos de Tilly sobre la espuma de mi Avenida Chestnut.

    Mi nariz está aplastada contra la ventana de la entrepierna del murciélago, los dedos hundidos en la joroba de espuma gruesa que recorre su perímetro, parches de moho cubren el canalón y la suciedad que he dejado que se acumule en las ventanas invisibles de mis padres.

    -¿Dónde diablos está Stude?
    * * * * *
    El hombre ha llegado. Clop-clip, clip-clop, Stude el Colega, tan largo como un balanceante moco seco y con su claqueante jaca Tilly y el gran carro de espuma con sus pilas de cajones y barriles y cajas, listo para hacer el trato.

    -¡Maxes!, dice, y SÉ que voy a perder hoy, él parece genuinamente alegre de verme.

    -Stude, bonito día, ¿verdad?, digo lo más tranquilo que puedo, puesto que no lo es, no mucho.

    -¡Buen día! ¡Un buen día perfecto para estar vivo y esperar el juicio!.

    Él pone a resoplar los termos de café perpetuo a su lado.

    -¡Buen día!, repito.

    -Buen, buen día.

    No parece que tenga ninguna prisa por concluir el trato y sé que es una competición y el primero que gire el volante pierde.

    Resoplo y digo:

    -Aajá.

    Es casi hacer trampa, puesto que no tengo nada mejor que decir pero Stude me da un Sal-De-La-Cárcel-Grátis conversacional.

    -Buena noche para el Truco-Trato.

    Yo le concedo mi derrota:

    - Necesito algunas cosas, Stude.

    Dáselo a él, no pensará mal. Simplemente corre de nuevo hasta el Sr. Café, hace pucheros con sus labios y asiente con la cabeza.

    -Necesitas, uh, bobina de monofilamento, tres klicks, aislante de seguridad. Cuatro litros de baño fijador. Litro, litro y medio de disolvente.
    Si, vale. ¿Tienes permiso para el disolvente?.

    -Si tuviera permiso, Stude, irìa a la maldita tienda y lo compraría. No me tires de la polla.

    - Solo pregunto. ¿Para qué disolvente?. ¿Algo ilegal?.

    -Solo para un proyecto, Stude. No te preocupes.

    -¿Qué clase de proyecto?.

    -Proyecto artístico. Fan-diver-loco-tástico. Te va a encantar.

    -Porque, ya sabes, ahora etiquetan esta mierda con bolascubic, una molécula entre un millón con un número de serie y chequeo de suma. Si haces algo estúpido me cortan en pedazos.

    No lo sabía. Tampoco importaba, la casa de mis padres era legalmente mía mientras ellos andaban confabulando con sus colegas alienígenas en la nave nodriza.

    -No hay problema.

    -Serán, uh, sesenta y ocho centavos.

    -Treinta.

    -Sesenta, en firme.

    -Cuarenta y cuatro.

    -Cincuenta y ocho.

    -¿Lo aceptas en trueque?

    -¡Jodido Maxes!, ¿Truequecitos?. Me haces perder el tiempo, ¿buscas disolvente embotellado para comprar sin dinero?. ¡Que te follen, Maxes!.

    Empieza a preparar a Tilly e irse.

    -Alto-alto-alto, tengo cosas buenas. Todo va a desaparecer, venta de mudanza, ya sabes.

    Parece muy cabreado y sé que será dificil ahora. Voy a perder. Le tiendo mi bolsa y escarba rápidamente en los trastos.

    -¿Qué es esto?, pregunta.

    -Un antiguo video juego. Atari. De disparar a los alienígenas espaciales. De verdad, muy, muy antisocial. Necesita una pantalla pero ya no la tengo. La vendí el mes pasado un día que me aburría y usé los ocho centavos en buenos asientos de tribuna en el Skydome y matar así la tarde entera antes del Juicio Final.

    Hay algo de arte cutre de estilo libre, utensilios de cocina que mamá solía vender por dinero real hasta que papá fundó su Proceso de Felicidad Duradera y ella pudo perseguir arte real. Hay libros y cuadros y demás trastos clasificados.

    Stude cloquea y niega con la cabeza.

    - Si sólo te diera el monofil y el baño fijador por esta mierda, te estaría haciendo un favor. Mira tengo que COBRAR dinero real por el disolvente porque PAGO dinero real por el disolvente. Con ésto sólo no llega.

    -Conseguiré algo más. Espera un segundo.

    Él se marcha con Tilly pero a rienda lenta. Entro raudo en mi casa, lleno un zurrón con todo sobre lo que caen mis manos y salgo corriendo, arrastrándolo tras de mí. Alcanzo el carro antes de que doble la esquina.

    -Toma, toma, coge esto también.

    Stude lo vuelca frente a él y le da una patada al montón.

    -Esto son sólo trastos, Maxes. Hay muchos, eso seguro, pero siguen siendo trastos.

    -Lo necesito, Stude, Necesito de veras algo de disolvente. Ya has COBRADO con lo mejor que tengo.

    Mueve la cabeza, triste, y dice:

    -Pregúntale a Tilly.

    -¿Preguntarle?

    -A Tilly. Pregúntale a ella.

    A Stude le gusta humillarte un poco antes de hacerte un favor. La palabra es CAPRICHOSO, él me lo dijo una vez.

    Así que voy hasta su vieja y olorosa yegua, le susurro a su oreja peluda y aguanto la respiración mientras pongo mi oreja cerca de los podridos jumbos que usa como dientes.

    -Dice que deberías hacer el trato, le digo. Y dice que eres gilipollas por pedirme que le pregunte. Dice que los caballos no saben hablar.

    -Sí, vale.

    Y me entrega la mercancía.
    * * * * *
    Con la fase uno bendecidamente atrás, estoy listo para la fase dos. Cojo la tobera del aerosol de disolvente y recorro rociando por el grueso rollo de los bordes de las ventanas y, luego, los extraigo mientras el baño fijador actúa y las ventanas vuelan libres y se quiebran abajo en la calle.

    Luego llega la hora de aligerar el lastre. Con patadas y gruñidos y un mantra de:

    -Fuera, fuera, fueeera.

    Saco todo de la casa, saboreando cada destrozo, con cuidado de dejar un paso libre entre la casa y la calle.

    En el tercer piso encuentro el cardigan de papá, el que Mamá le diò un aniversario y me lo pongo. Ella había construído esa planta con espuma y la había fijado con algún baño flexible que despide la suciedad, así que cuando termino con el tercer piso, mis brazos y pecho están negros de polvo y mi jersey interior todavía brilla con misteriosa limpieza.

    Sé que a Papá no le hubiera gustado que me pusiera su jersey ahora. Dicen que en la nave nodriza, los bugouts tienen medios para observar a cada uno de nosotros y, quizá, Mamá y Papá estan allí observándome, de modo que me limpio la nariz en la manga.
    * * * * *
    Cuando el lastre está listo, comienza la fase tres. Vuelvo a trabajar fuera de la casa,
    dando una línea de disolvente en el punto donde la espuma se une con la tierra hasta que todo queda desconectado.

    Y luego tengo que darme una patada a mí mismo por gilipollas. Una rama de fibra óptica blindada, una maneta de tubería de agua y una tubería de gas de cerámica lo mantiene todo anclado al suelo, totalmente ajeno al disolvente.

    En algún lugar, en una caja de herramientas que he sacado de la ventana de la segunda planta, hay un enorme y antiguo cuchillo de carne y ahora, voy tras él, apartando la pilas de escombros con una escoba, sintiendo cada pulgada de saqueador post-apocalíptico.

    Al fín lo localizo colgando, al alcance de un brazo, en el
    marco para las rosas de mi vecino Linus. Meneo el marco hasta que cae, errando mi pie, que aparto a tiempo maldiciendo.
    * * * * *
    La fibra se parte con un único golpe.La línea de gas requiere veinte o más. Cada golpe rebota en la cerámica y envía la hoja peligrosamente hacia mi cara. Al final cede con los lados hechos astilla y un enorme chorro de gas escapa, luego se detiene.

    Podría darme una patada a mi mismo por gilipollas. Alabados sean los bugouts por los ingenieros civiles que han inventado las tuberías de auto-sellado. Ojeo la tubería de agua cauteloso y desdoblo mi comunicador, marco a la ciudad y oigo los tonos de mis toques camino a una casi sexy mujer que lee los menus hasta que averiguo que la tubería del agua también se sella ella sola.

    Whang, whang, whang, y estoy empapado y ciego por el agua que explota en libertad y...

    ME PODRÍA DAR UNA PATADA POR GILIPOLLAS.

    La casa, ahora desenganchada de veras, coge una racha de viento y se eleva unos cuantos metros en el aire. Doy un salto de baloncesto y pillo la esquina de disolvente fundido, la arrastro hacia la tierra, alargo el brazo a por el baño fijador y lo pongo donde la esquina se une a la acera, pegándola allí hasta que la fase cuatro esté lista.
    * * * * *
    Pego una punta de monofilamento a la esquina derecha delantera de la casa, luego lo dejo desenrrollarse, cubierto con goma rosa de seguridad, hasta que quedo de pie en mi desierta Avenida Chestnut. Pinto de spray un mellado en la mitad de la carretera con mi disolvente, engancho el carrete en él y lo pego, luego vuelvo a la casa y despego la última esquina.

    Pulso el botón de recogida del carrete y la casa es arrastrada lentamente a lo largo de la calle, dejando un hueco como un diente roto en la cuidada sonrisa de mi Avenida Chestnut.

    El viento mueve la casa como una pluma, izándola y posándola como una gallina nerviosa, así que le doy cuerda tocando el botón del carrete hasta que está a cien metros de distancia. Luego recojo y suelto al ritmo de las rachas de viento hasta que, en un repentino segundo sublime, coje aire y navega arriba-y-arriba-y-arriba y soy un jodido genio.
    * * * * *
    ***********************************
    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.

    La Sombra de la Nave Nodriza (1/4)
    por Cory Doctorow
    (Shadow of the Mothaship)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    Última edición por Artifacs; 19-Nov-2017 a las 13:19
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  2. #2
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    Post Respuesta: Cory Doctorow La Sombra de la Nave Nodriza

    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.

    La Sombra de la Nave Nodriza (2/4)
    por Cory Doctorow
    (Shadow of the Mothaship)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************
    Son cerca de las cuatro y mi preciosa cometa es un pájaro bailarín en el cielo antes de que los buenos chiquillos de mi Avenida Chestnut comiencen sus truco-tratos tras sus días de negación, jugando a la normalidad en la cara del Juicio.

    Linus es el primero en llegar a casa y casi se decapita con la tensa cuerda cuando avanza con su bicicleta. Se detiene en un stop y me observa incrédulo, luego mira la casa volante, luego al hueco donde antes tenía un vecino.

    -¡Maxes Fuentes Shumacher! ¿Qué significa esto?

    -Volar una cometa, Linus. Sólo volar una cometa. Bonito día para ello, ¿a que sí?

    -Esto es, dice, luego balbucea.

    Linus es un gran devoto del Proceso de Felicidad Duradera de Papá y puedo en verdad verlo tratando de sacar alguna escritura que cubra la situación mientras traga con su boca llena de bilis.

    -Esto es un Incorrecto Irresponsable, Maxes. Estás siendo un Incompetente Impuro. Esto es un abuso de la propiedad, un Azotamiento a una Figura en Ausencia. Pones en peligro a los demás, al tráfico aéreo y a la gente y la propiedad que hay debajo. Insisto en que Hagas-Correcto esto ahora, en este instante.

    -Sí, ajá, sí.

    Y ladeo mi cometa, el sol ahora descendiende tras ella y es un gran punto de fuego naraja. El viento es más mordiente que amistoso. Tiro del jersey de espuma un poco más cerca del cuerpo y cierro los botones de en medio.

    -¡Maxes!, grita Linus, su felicidad se disipa.
    Tienes treinta segundos para hacer descender eso hasta aquí o lo Haré-Correcto yo mismo

    No he vivido durante veinte años con mi papá sin haber aprendido algo de la jerga del Proceso.

    -Pareces estar Ego-Presionado aquí, Lin. Esta Culpa-Charla es una Barrera a la Alegría, colega, y a la marca del Hombre-Feliz de Fin-de-Semana. ¿Porqué no ves un rato la TV o algo?.

    Me ignora y hace una gran muestra de abrir su comunicador y comenzar a cronometrar.

    -Venga, hombre, mi cometa es una obra de arte. Megadiver.

    -Se acabó el tiempo, Incompetente Impuro, dice Linus y hace serpentear la cuerda y golpea el botón de succión de mi carrete de monofilamento. Se acciona con un WHIZ y la línea comienza a desaparecer dentro de sus tripas.

    -No se baja una cometa de ESA manera; cara-loco. Se va a estrellar.

    Cosa que hace, perdiendo toda su aerostática es un sólo segundo y cayendo a plomo como una casa.

    Arranca algunos árboles de Chestnut y oigo unos snap-crack-pops de un bol de Rice Crispies a lo lejos. Uso un cortador para mantener la línea y se pierde con un ZAP, como una serpiente hiperactiva.

    -Idiota, le digo a Linus.

    Los buenos chiquillos de la Avenida Chesnut hacen ahora sus truco-tratos en los hogares en parejas y tríos y miran al hueco de la sonrisa con ojos de tal estupidez bovina que los contemplo con disgusto mientras dejo el carrete pegado en la carretera para siempre.

    Construyo un fortín con un sofá y algunos cojines derramando baño fijador sobre las uniones para que queden permanentes y me oculto dentro, temblando.
    * * * * *
    Los niños Truco-Trato no llamaron a mi almohada-fortín la noche anterior. Perfecto para mí. Dormí bien.

    Me levanté con el sol, el rocío y los dolores de una fría noche sobre un colchón de ropas y toallas.

    Desdoblo mi comunicador y hay media docena de avisos que mi agente encontró durante la noche. Cinco son sobre los bugouts; ignoro esos. Uno es sobre la cometa.

    Se estrelló cerca de la Autopista 7 y el 400 de Vaughan, rebotando y resbalando.
    El tráfico era ligero y, aunque hubo unos pocos choques y rebotes, nada serio se vino abajo. El Ayuntamiento despachó unos jardineros para que salieran con disolvente y fundieran aquello pero, para cuando llegaron, una brisa errante la había levantado de nuevo y volaba otros setenta Kas hasta que se cruzó con el campo anti-asteroides en la Internacional Jean Paul Aristide de Barrie.

    Tengo hambre, tengo frío. Mis dientes llenos de porquería. Linus llega sacando al Noel Cobarde de su puerta delantera y siento que quiero patearle el culo. Me ve observándole.

    -¿Pasaste buena noche, Maxes?

    -Elegante, estrictamente, un regalo del vecino. Come mierda y muérete.

    El chasquea y niega con la cabeza y monta en su bicicleta. Trabaja en Yonge y Bloor, en el gran HQ del Proceso. Su papá era el teniente de mi papá y puesto que ambos fueron a la confabulación de la nave nodriza (junto con todos los otros creciditos de mi Avenida Chestnut), es como si estuviera al mando. Capullo come-mierda. Cecea un poco cuando habla y es algo rechoncho, no como Papá, que puede orar como un tirano Romano con una tabla de lavar en el estómago.
    Espero que le atropelle un semi.
    * * * * *
    Paso la mañana con mi comunicador hasta que que llego a la foto de Mamá y Papá y sus colegas del Proceso en la Jetpista hacia la lanzadera de Aristide, que asciende a los cielos como los reps de la humanidad. Ambos están desnudos, brazo con brazo y tan castos como John y Yoko y mi ojos se llenan de lágrimas. Me arrastro de vuelta a mi fuerte y duermo y sueño sobre una Avenida Chestnut zumbante con una carga de disolvente fundiendo todas las casas en chorretes que desaparecen dentro de las alcantarillas.
    * * * * *
    Despierto por segunda vez ese día con el sonido de un motor de gasolina, una rareza en la Avenida Chestnut y en los alrededores del ambiente de Toronto Norte. Es un camión de la ciudad, del tipo que solían usar para llevarse la basura antes de que el pneuma estuviera terminado. Papá señalaba cómo fue un Punto de Excelencia los planos para el pneuma subterráneo y sus acólitos lo aceptaron en silencio. Tres hombres con sobretodos y chalecos reflectantes se agarran detrás del camión. Aparca en mi portal y me suena el comunicador.

    Es un mensaje de sólo texto, firmado y encriptado con la clave de Linus, con letras de encabezado del Proceso. La primera cosa que hace es flashear un gran mensaje sobre cómo, por el hecho de leerlo, he registrado que comprendo su contenido y es ahora oficialmente servido a mí, como per blah blah blah. Jerga legal.

    Deslizo hacia abajo.

    - non compis mentis, destrucción de propiedad anti-social, peligro de vida inocente, violación de los términos, triste deber de los Trustees y, para cuando he terminado el mensaje, estoy desheredado, eliminado del fondo de confianza del Proceso. Propiedad esquilada. Convocado para una audiciencia de competencia.

    El conductor del camión ha estado esperando a que termine la nota. Cruza la mirada conmigo, yo cruzo la mirada con él. Los otros dos saltan abajo y empiezan a lanzar mis pilas de lastre dentro del camiòn.

    Cojo mi bicicleta por el sillín, me abro camino a patadas a través de la pila de basura y pedaleo hacia el ocaso.
    * * * * *
    Para Navidad, colgué algunos oropeles de mi manillar y puse una estrella de plata en el gran nudo hexagonal que sostiene el cabezal de las horquillas frontales.

    Tony el Tigre piensa que es muy divertido. Paró por mi sala de enfermo esta mañana mientras yo yacía plano con la espalda sobre mi horrible futón sudoroso con un brazo colgando fuera, la mano descansando en el retorcido resto de mi rueda frontal. Se quedó en el dosel de la puerta, sonriendo sin camisa con el flamante mostacho rojo y me ladró:

    -Já.

    Esta es su prerrogativa puesto que esta es su casa en la que estoy. Aquí, en una decadente mansión de Rosedale encaminada a ser una ruina espectacular de la Familia Adams. Aquí es donde me llevó cuando regresé sobre mi bicicleta de la ciudad fantasma de las cataratas del Niágara donde yo había construído un nido de trastos a partir de los museos de cera y los almacenes de guantes para la nieve hasta que el ambiente kitsch de todo aquello exprimía mi cabeza con demasiada fuerza y pedaleé a casa, a un Toronto
    totalmente distinto al que había dejado atrás. Había estado tan conmocionado por todo aquello que olvidé por completo el cráter entre Queen y Brock, cayendo en barrena a cuarenta kas. Me caí como la hija de un predicador, aplastando mi pobre rodilla y mi pobre bici en fragmentos igualmente tristes.

    -¡Já!, ladré en respuesta a Tony el Tigre.

    -Feliz alegría, colega.

    -Para tí también.

    Y así es, más o menos, para los canallas como nosotros que viven de los instintos paternales y las cajas de Corn Flakes de supervivencia tamaño jumbo de Tony el Tigre.

    Y ahora rompe el mediodía y mi ombligo es contemplado minuciosamente y mi adorable público espera. De modo que es hora de luchar con valor y darle de comer a mi rostro.

    Había tenido una chaqueta que solía ser blanca y con una capucha. La capucha aún estaba allí pero la chaqueta misma tiene ahora el matiz gris-sudor de todo lo que hay en el dominio de Tony el Tigre. Me la pongo y alargo el brazo hasta mi bastón. Bajo la mirada hasta la bola de fútbol estrujada donde solía tener la rodilla y me fijo alegremente en la muleta que Tony
    ha hecho con espuma y velcro. Tras esto, es hora de ponerse en pié.

    -¡Maldita-hijade-mierda-joder!

    Grito y me ahogo y mi rodilla aúlla como protesta.

    -¿'Tas bien?, la voz de Tony flota escaleras arriba.

    -¡Estupenda vida!;

    Grito de nuevo y empiezo mi mezcla de viejo fogey y descenso de veintidos años de edad: paso y arrastre.

    En la planta baja, alguien ha usado un abrillantador en aerosol para platear los sacos de arena que usamos para detener las balas disparadas al azar en nuestra puerta.

    -Es una vida maravillosa.

    Me inspecciono en el espejo. Estoy escuálido y obsesionado y hecho un rastrojo. Torpe.

    Hay un par de Kodiaks del tamaño nueve en un charco de fango fundido y las huellas de alguien con calcetines húmedos y delicados se dirigen a la cocina. Es el hogar de Daisy Duke durante las vacaciones. Denegado el acceso a la cocina para mí.

    Y ahí está ella, una visión de valerosa perseverancia en su rostro ante un clima no cooperativo. Mide la media de uno-ocho, no está en la media flaca ni la gorda, ojos de avellana media; tetas: dos, brazos: dos, piernas: dos y la piel del color del invierno de Toronto, un blanco privado-de-sol con una matiz gris-polución. Mi Ángel de la Guarda.

    Salta de su silla y ya está bajo mi brazo aguantándome antes de que me de cuenta.

    -¡Maxes, hola!, dice, arrastrando el 'hola' como un innuendo.

    - Daisy Duke, como vivo y respiro, digo y ella tiene la misma mezcla de sudor y olor raro en su pelo como cuando se sentó conmigo mientras yo gritaba y rabiaba por mi rodilla una semana después de venir a la casa de Tony el Tigre.

    Me pone en su silla tan suavemente como lo haría un controlador aéreo. Echa una mirada de disgusto profesional a mi rodilla como si pensara que está hinchada y fea sólo por que quiero molestarla.

    -Pareces desanimado y abstraído, Maxes. ¿Aún no has ido a un médico?.

    Tony el Tigre, sentado sobre la estufa con la cabeza escondida bajo la exhausta capucha, mete su cara en maíz de caramelo y resopla.

    -El chico no irá. Le he dicho que vaya pero él no irá. ¿Qué hacemos?

    Siento que debería estar molesto con él por machacarme con el tema, pero no funciona. Papá se ha ido, recogido con todos los otros mandamases del Proceso en la nave nodriza que se desvaneció tan pronto como había aparecido. Los disturbios comenzaron inmediatamente. El HQ del Proceso de Yonge y Bloor fue incendiado con pompa, seguido de franquicias a nivel mundial. Presumiblemente, ahora estamos siendo Juzgados y estamos esperando. Ahora es sólo una cuestión de tiempo.
    Por eso no funciona. No puedo estar molesto con Tony por actuar paternalmente. Creo que incluso me agrada.

    Y además, ahora que los hospitales son de la turba, probablemente me castigarán tanto como curaran, especialmente cuando descubran que mi viejo querido Papá era el toro-ganso de los mandamases del Proceso. Gracias pa.

    -¿Es verdad?. ¿No irás a coger tu medicina, Maxes?.

    Ella sabe hacer esa cosa del parpadeo de ojo, encenderlo y apagarlo a voluntad y cuando lo hace... no hay nada sobre ella que esté en la media en absoluto.
    Soy demasiado guapa para hacerlo aquí dentro.

    Daisy se vuelve hacia Tony e intercambian esa mirada de líderes de comuna que me hace sentir como mierda de simio.

    -¿A lo mejor podemos hacer que un médico venga aquí?, dice Daisy al final.

    -¿Y practicar cirugía en la cocina?, respondo.

    Mientras tanto, mi rodilla me
    pulsa y empuja bajo la ropa.

    Daisy y Tony quedan cabizbajos y se sienten mal. Esos dos, si no pueden ayudar, se sienten inútiles.

    -Bueno,¿cómo te ha ido?, pregunto a Daisy, que ha estado AWOL durante tres semanas buscando a sus amigos en la Cocina-Warerloo, llena de espíritu vacacional.

    - Nene, hace frío fuera. Tomé la autopista 2 casi todo el camino. La 407 estaba a tope hasta la ciudad. El calentador del escarabajo se paró a los diez minutos de salir, así que conduje con una toga, mitones y todos mis jerseys. Pero fue bonito encontrarse con los amigos, ¿sabes?, No divertido sino bonito.

    Genial, espero que le claven un poste en el culo a Papá y lo pongan en lo alto del árbol de Navidad.

    -Está bien volver a casa. No hay suficiente diversión en La Cocina Soy, positivamente, una hambrienta de diversión

    No lo parece, parece seca y exprimida, pero, diablos, yo soy un gran hambriento de diversión también.

    -¿Y qué hay en la agenda de Yuletide, Tony?, pregunto.

    -Pensé que podiamos incendiar el vecindario, hacer un fuego animado. Cosa que me gusta. Los vecinos se separaron hace dos semanas. Los idiotas de Scarborough creían que la gente de Florida sería cálida y amistosa. Hey, si no se les puede molestar para ver las luchas tácticas en los túneles bajo el Mundo Disney, no es mi mierda.

    -Suena como un buen plan, dije.

    Esperamos hasta después de las tres, cuando todos están en sus felices casas o fuera de la cama. Éramos casi veinte cuando hicimos asamblea, desde el pequeño Tiny
    Tim al bulldog de Maggie de la tienda de empeños. Todos nosotros: nudos recalcitrantes en la maraña
    de las habilidades hipertrofiadas de Tony.

    La cocina de Tony era lo bastante grande como para preparar cena para cuarenta invitados. Apenas cabíamos mientras luchábamos por meternos en nuestras botas y parkas. Yo acabé con un par de cubretodos aislantes y con una pierna descubierta para dejar sitio a mi rodilla/pelota de fútbol. Si estuviera con Papá y Mamá, esto sería como una reunión para una audiencia, esperando que el Ayudante de Cámara nos diera la entrada. Pero eso no era el estilo de Tony. Esperó hasta que estuvimos casi listos, luego empezó a moverse hacia la puerta sacando el arnés. Daisy Duke llevaba a hombros una cubeta de espuma y otra llena de queroseno y
    Grandville llevaba el baño fijador. Tiny Tim el saco de marshmallows y nos escurrimos al patio.

    Había pasado semana y media desde Halloween cuando las vastas inteligencias más allá de las estrellas hicieron ZAP y se esfumaron. En el año entero desde su llegada, el mundo había mantenido el aliento y andado de puntillas con su mejor comportamiento. Cuando se fueron, soltó el aire. El soplo de esa exhalación cargaba el tufo del profundo malestar por la ofensa de los Procesadores que habían actuado como adecuados monitores de sala Nazi hasta que los bugouts se marcharon. Yo mismo había lanzado un cóctel molotov en el centro del Proceso en Falls y había gritado ante el fuego hasta que ya no pude oirme.

    De modo que ahora soy un refugiado en Nochebuena, esperando que el valiente líder haga algo primordial y catárquico. Cosa que hace, incluso si comienza por tomar el, decididamente no primordial, paso de llenar de espuma el lado de nuestro escuadrón que encara el del vecino, luego lo llena de fijador. Daisy Duke reventando el sello de la cubeta con una roca para despejar el hielo. Una vez que tu casa está protegida del fuego, Daisy Duke enciende el quero y todos vitoreamos y aplaudimos mientras los vierte sobre el del vecino, una cochera de dos pisos. El quero deja lustrosos parches en la escarcha que cubre el lugar. Mi rodilla pulsa, así que me siento/arrodillo contra el poste de teléfono de enfrente.

    Los chicos empiezan a sobreexcitarse, lanzan rocas de beisbol al cristal haciendo agujeros para el chorro de quero. Tony corta el flujo y pienso por un minuto que está molesto, que va a zurrarle a alguien, pero está calmado y tranquilo. Pide a la gente que busque mangueras, cubos y sillas de la cocina. La seguridad lo primero y me tengo que reir.

    El grupo se pone a ello, extrayendo voluntarios de un, nada obvio, movimiento Browniano y, antes que tarde, todo el equipo de Tony se extiende en el césped. Tony, entonces se agacha y excava en la nieve un profundo bolo. Inclina la cuba de fijador, usa sus guantes para esculpir una depresión. Vierte baño fijador encima, luego llena su bolo de nieve-espuma con el resto del quero.

    -¿Listos todos?, dice, como si se creyera un showman.

    La mayoría de nosotros tiene frío y desea que él termine pronto, pero Tony es de los que quieren dar un ánimo harapiento.

    Quita la nieve de alrededor de la bola y la sujeta como un disco.

    -Maestro, si no le importa, le dice a Daisy Duke, que usa una larga cerilla de chimenea para darle el toque. Esa cosa arde como un brasero y Tony el Tigre la lanza al estilo frisbee y la cuadra en medio del porche.
    Se oye un pequeño CHUFF y entonces el quero parece que toma de golpe y la casa entera es de naranja alegría y cálida como el verano.

    Nos pasamos los marshmallows y Tony es un jodido genio.
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  3. #3
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    Post Respuesta: Cory Doctorow La Sombra de la Nave Nodriza

    Bajo licencia de Creative Commons, Thank you, Mr. Doctorow.

    La Sombra de la Nave Nodriza (3/4)
    por Cory Doctorow
    (Shadow of the Mothaship)
    Traducción Casera: Sirius
    (Homemade Translation)
    ************************************
    Las llamas lamen y escupen y la casa se arrodilla lentamente en escenas majestuosas. La mitad de atrás se colapsa primero, un añadido baratito cincuenta años más joven que el resto de la casa. El porche frontal le sigue y envía una constelación de ascuas asustadizas hacia los asadores de marshmallows, que se golpean unos a otros los abrigos hasta que todos quedan apagados.

    Como el residente tullido que soy, me abro camino hacia una de las sillas de la cocina y la mantengo en ángulo para encarar el calor. Me siento tan cerca que parece que mi cara está ardiendo y la giro para sentir la deliciosa brisa helada.
    Ahora las llamas están en el tejado y me encuentro en mi mundo interior, observándolas.
    Danzan hacia el espacio y siento una emoción deliciosa mientras me doy cuenta de que los bugouts no están allí, que los bugouts no nos observan, que se llevaron a mis padres y mis problemas desaparecieron.

    Daisy Duke rompe mi ensueño, tiene puesta una máscara de sky y la boca llena de marshmallows gomosos. Tiene dos marshmallows más en uno de los guantes de ciclista de sólo tres dedos.

    -Mmm. Marshmallomanía, digo.

    Tienen esa piel dura carbonífera y el interior pegasoso que está lo bastante caliente para escaldar mi lengua. Me GUSTA.

    -Casi Año Nuevo, dice ella.

    -Aaajá.

    -¿Tienes planes?, pregunta.

    -¿Y tü?.

    -Claro, dice ella.

    Y yo, honestamente, no puedo imaginar lo que esta persona perfectamente equilibrada pueda tener que planear.

    -Tú primero, dice ella.

    -Voy ir a que me arreglen la rodilla.

    -¿Sólo ESO?.

    -Aajá. El resto lo tocaré de oído. Quizá encuentre algunos mandamases del Proceso que zurrar.
    ¿Y tú qué?.

    - Arreglar las cañerías escaleras arriba. Llenar de espuma la casa entera. Cocinar una vez a la semana.Enseñar auto-defensa. Asegurarme de que te curas la rodilla.

    Y, de pronto, ella parece ser VIEJA de verdad aunque sólo tiene veinticinco, sólo tres años mayor que yo.

    -Oh, sí. Muy bueno.

    -¿Tienes OTROS planes para el año próximo, Maxes?.

    -No, nada especial.

    Siento una punzada de ansiedad libre de carga.

    -Quizá intentar ganar algo de dinero, ayudar por aquí. No lo sé.

    -Tampoco te preocupes por eso. Tony puede llevar esta casa pero yo soy quien la encontró y digo que te puedes quedar. Sólo que no quiero ver que...

    Hizo una pausa para tragar.

    -ya sabes, malgastas tu vida.

    -Ni siquiera he llegado a pensar que iba hacia ESA lìnea. Estaré bien. Algo saldrá y descubriré lo que quiero hacer. No te preocupes por mí.

    Inesperadamente y fuera del limpio humo naranja, ella me abraza y me susurra al oído, ferozmente.

    -Yo SÍ me preocupo por tí, Maxes. Yo SÍ.

    Entonces Bunny la golpea en la oreja con una bola de fango y ella se lanza en un perfecto giro en tierra, recogiendo nieve en el camino para el contraataque.
    * * * * *
    Tony el Tigre ha estado de pie a mi lado un buen rato pero sólo ahora me he dado cuenta. Él me ladra su ¡Jah!, marca registrada.

    -¿Como va la rodilla?.

    -Muy hinchada y fea.

    -Ya. ¿Cómo va el cerebro?.

    -También.

    -Ya doble.

    - ¿Tienes planes para el Nuevo Año, Tony?

    -Retocarme el bigote. Montar un jardín aquí, donde estaba la casa del vecino. Hacer pesas por las mañanas, trabajar la parte superior del cuerpo. Llenar de espuma la casa. Abrir las habitaciones del sótano, traer más amigos. Pillar una cámara y empezar a grabar las reuniones en la casa. Empezar un e-zine para conectar con otros escuadrones. Algunas cosas más.

    -¿Y tú?.

    -No preguntes, dije sin querer humillarme de nuevo.

    Él me malinterpretó.

    -Bueno, con calma, si se hace muchos planes, se intenta y eso es lo que cuenta.

    -Aajá.

    Sienta bien que te sobreestimen para variar.

    Tony solía trabajar en el departamento de servicio al cliente de Eatons-Walmart, el grande en
    Dundas y Yonge donde estaba antes el Centro Eaton. Le ofrecían promociones a menudo y él las rechazaba. Le gustaba estar allí actuando como un guía a través del laberinto burocrático en el que había que navegar para obtener una devolución de la mierda hipercara y peligrosa que vendìan.

    Era como si hubiera esperado treinta años hasta tener la oportunidad de agarrar un megáfono y organizar una liberación-desastre.

    La del vecino ya no es reconocible como una casa. Algunos se ponen a cantar villancicos. Luego queda tonto y empiezan a cantar palabrotas y yo me uno a ellos cuando se lanzan con el Jingle Bells, traducido en la jerga del Proceso.

    Regreso al fuego y me pierdo entre los parpadeos y no vuelvo a gritar. Jódete, Papá.
    * * * * *
    Alguien sablea una gran minicuba de espuma llena de whisky y otro aparece con vitamina C masticable empapada con algo y la casa sigue ardiendo.
    Media hora después, Tony el Tigre aparece por la puerta de servicio con la nariz roja. Tiene la manguera en una mano, el guante congelado de devolver bolas de nieve. Estoy cerca de la puerta, temblando, y me sonríe, sacudiéndose las ascuas.

    Le cojo sus guantes y los añado a la pila que gotea a mi lado. Cojo la cuba de espuma con whiskey y se lo paso.

    La noche pasa en el calor de veinte cuerpos sudorosos, borrachos y de speed y yo cojeo desde el meadero hasta el whiskey, hasta que el whiskey se acaba y el meadero está nadando por la mala puntería de otra gente. Luego me establezco en la esquina de uno de los harapientos sofás en el locutorio, cabeceando un poco y sonriendo.

    Alguien me despierta con un fuerte beso de whiskey ahumado en la mejilla.

    -¿Cómo puedes dormir yendo de speed, Maxes?, Daisy grita en mi oído.

    No suelo verla tan suelta pero le pega.
    Ese parpadeo esta en estróbico permanente y ella lleva un sportsbra, shorts de ciclista y rebota en el cojín siguiente.

    Me estiro la ropa.

    -Sólo es suerte. El speed me golpea fuerte, luego me deja caer como un yunque. Mis párpados son como pesas.

    Ella serpentea hacia mí. Incluso estando completamente colocada es cuidadosa con mi rodilla. Cautamente, pongo un brazo alrededor de sus hombros. Está empapada en sudor.

    -Tu Papá debía de ser como un grano en el culo, ¿eh?, balbucea ella en un tono adrenalítico y los müsculos bajo mi mano se tensan.

    -Sí, tenlo por seguro.

    -No puedo imaginarlo. Quiero decir, solíamos verlo en el tube y gruñir cuando los bugouts llegaron; y dijo a todo el mundo que él había sido invitado a explicarles porqué deberían admitir a la humanidad en la Federación Galáctica. Nos partimos el culo de la risa. Mi hermana, ella tiene treinta, está en algún lugar del oeste. Creemos que en Winnipeg, quizá. Tenía un novio en el instituto que acabó allí...

    Le lleva cuatro horas más ventilar fuera todo eso y creo que debo estar tomando un alto nivel de contacto con ella porque no estoy ni remotamente cansado. Eventualmente, ella acaba con su cabeza en mi regazo y puedo sentir mi ropa deslizarse bajo ella y estoy seguro de que mi polla está colgando a la altura de su pelo pero nada de eso importa. No importa el tiempo que pasemos sentados allí. No tengo calambres en la espalda ni en mi rodilla y, para cuando los dos caemos dormidos, creo que, quizá, esté enamorado.
    * * * * *
    Debería haber pasado la noche en mi cama. Despierto casi veinte horas después y siento como si la rodilla se hubiera partido en un millón de trozos, lo cual es cierto.
    Despierto con un grito, aguanto el aire, grito de nuevo y Daisy esta despierta y agachada a mi lado en un flash. Tony llega un momento después y me llevan a la cama.
    Paso el Año Nuevo allí, tras un muro de codeína. Daisy sumerge un dedo en su vaso de burbujeante champán y toca mis labios a medianoche.
    * * * * *
    Engullo cuatro tabletas de codeína antes de levantarme, mi dosis normal.Feb se nos hecha encima, tan apestoso y oscuro como la porquería que rodea el váter pero yo acentúo lo positivo.

    Cuando consigo bajar las escaleras, Tony está a pleno derviche, ayudando a descargar un palé saqueado de pan fresco marrón sacado de la parte de atrás de alguna panadería. Me sonríe su marca registrada cuando entro en la cocina y le respondo con otra sonrisa.

    -¡Coo-mii-daa! dice, arrancando el talón de una hogaza y lanzándolo en mi dirección. Media docena de compañeros de casa, recién llegados, cuyos nombres no he pillado aún, ya están sentados a la mesa, metiendo sus caras.

    Alcanzo el comunicador de mi bolsillo y grito:

    -¡Sonreid!

    Y hago una foto. Luego la grabo en la carpeta que estoy usando para los archivos del e-zine.

    -¿Cuál es el comentario?, dice Tony.

    -Man oh manna, digo.

    Como la hogaza de pan, luego entro en la habitación que Daisy llama la Carnicería de Pantry, esa que uso como oficina, y cierro la puerta. Nuestro e-zine, Asiento/Giro, fue pasando de ocasional a diario cuando dominó tras el Año Nuevo y yo comandaba una oficina en la que trabajar. Aparentemente, es de rigueur leer durante el café en Copenague.

    No importa. Lo que importa es:

    1) Puedo pasar el día entero en mi oficina sin que nadie me recuerde que tengo que tomar una pastilla.

    2) Cuando salgo, Daisy Duke es siempre la primera que está allí, cogiendo mi comunicador y devorando las propuestas aprobadas con ojos hambrientos.

    Empiezo a organizar los asuntos del día, pegando las fotos de Tony y Daisy bajo la cabeza del mástil.
    * * * * *
    Estoy en un patio frente al puerto con una jarra de shandy al frente, sombras oscuras y un pin de la confabulación en mi rodilla para cuando la madre nodriza regrese.

    Recibí la cura en Febrero, me escabullí y dejé una nota para que Daisy no insistiera en ser noble y me acompañara, mintiendo sobre mi nombre y acampando durante una semana fuera de Urgencias en el recièn recapturado Hospital de la Facultad de Mujeres.

    Daisy me besó en la mejilla cuando volví a casa y Tony hizo venir a todo el mundo para contemplar mi nueva rodilla. Mientras estuve dentro, alguien había puesto en orden los asuntos del Proceso y un trust gubernamental había dejado una nota para mí. Recibí unos cincuenta dólares y compré un billete de avión para unas bien merecidas vacaciones en Honduras. Traté de llevar a Daisy pero tenía cosas que hacer. Tomè el sol en la playa hasta que aparecieron los melanomas, luego, a casa de nuevo para encontrar que la casa estaba precintada como escena de crimen y Tony el Tigre y Daisy Duke seguían desaparecidos durante un mes de histérica búsqueda.

    Así que, ahora, en el primer precioso día de primavera tras un maldito y gris invierno de dolor y confusión, trabajo en mi bronceado y bebo cerveza y limonada hasta que las sirenas suenan y el tráfico se detiene y cada receptor está en el dial del Sistema de Emisión de Emergencias:

    ESTO NO ES UN SIMULACRO

    Desdoblo mi comunicador. Hay un zumbido provocado por la nave nodriza, revoloteando del ocaso al alba alrededor de nuestra roca. La pista de audio está sonando, pero sólo es cháchara no una transmisión de la madre nodriza. Lo apago.

    El mundo no respira de nuevo.
    * * * * *
    La primera transmisión llega tarde. Hablan un inglés perfecto y español y cantonés y navajo, basta escoger un canal. Y usan a un bello contralto bugout como un reportero de noticias que comenzara como cantante de ópera. Como un tirano romano orando a sus súbditos.

    Se me revuelve el estómago y bajo el comunicador antes de que se me caiga, enjuago algo de shandy y miro el lago Ontario, que es de un azul preternatural.
    Gaviotas, ratas con alas, circundan el cielo.

    -Gente de la Tierra, dice el cantante de ópera-noticiero.

    -Nos alegra volver. Debíamos llevar a cabo una tarea cuya naturaleza era...compleja. Sentimos cualquier preocupación que ésto haya podido causar.
    Hemos llegado a un verdicto.

    -La Dama o el Tigre, casi digo yo.

    ¿Nos vamos a unir a la ONU bugout o nos van a vaporizar?. Me sorprendo a mí mismo apagando el comunicador, cubriendo con un mantel la mesa y las jarras y marchándome de allí antes de oir la respuesta.

    El sonido de los claxons me dicen cuál es. Más altos que cuando los Jays ganaron el banderín. Timbres de bicicleta, megáfonos de aire, claxons, silbidos. Todo el mundo sonríe.

    Suena mi comunicador. Lo escaneo. Papá y Mamá han vuelto a casa.
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  4. #4
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    Post Respuesta: Cory Doctorow La Sombra de la Nave Nodriza

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    La Sombra de la Nave Nodriza (4/4)
    por Cory Doctorow
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    ************************************
    Reconstruyen los centros del Proceso como una mala disculpa. Los gobiernos del mundo se muestran, de pronto, muy, muy interesados por encontrar a los incendiarios que fueron los héroes vengadores durante las navidades. Aplasto mi comunicador despuès de la sexta página sobre Papá y Mamá.

    A veces, veo a Linus sonreir en las pantallas de noticias de Spadina y una vez capté el audio enfermizo que tiene, la desgarradora historia sobre cómo había rescatado valientemente docenas de mandamases del Proceso, escapado a los tüneles del metro y ocultado de las masas portadoras de antorchas. De verdad lo dijo:

    -masas portadoras de antorchas.

    Con el mismo torpe ceceo.

    Cuando Papá y Mamá aparecían en la pantalla, yo desaparecía.

    Me quedaban quince dólares. La habitación me costaba un penique la noche y por un ataúd de espuma no estaba mal.
    * * * * *
    Alguien metió una octavilla bajo la puerta de mi ataúd esta mañana.

    Mi propio padre da una clase grátis sobre la Felicidad Duradera y sobre la Federación Galáctica en el Estadio de los Raptor mañana por la noche.

    Anoté mentalmente estar en otro sitio.

    Por supuesto, no importa dónde esté. La maldita cosa se emite simultáneamente a toda sórdida y oscura esquina del mundo. Papá, después de todo, ha recibido el premio del Governador General, el premio Nobel y una medalla al valor de la ONU.

    Reboto como una bola de pinball entre los bares, buscando algún sitio fuera del ataúd donde no llegue la oración del tirano.

    Alguien ha convertido lo que quedaba del salón Roy Thompson en un gran club atronador de baile, el típico sitio con luces estroboscópicas y bailarines casi desnudos.

    Ha pasado tiempo desde que estaba en un bar. Desde el pasado verano cuando ascendieron los primeros a la nave nodriza. Me siento como un intruso aunque descubro un millón de caras medio familiares entre los que bailan, gente que conocía o a la que le estrechaba la mano o con la que bebía o peleaba algún tiempo atrás en otra vida.

    Y, entonces, veo a Daisy Duke. Le ha llevado seis meses dejarse crecer el pelo un poco y se ha hecho algo caro en él. Lleva un mono ceñido, una chaqueta bolero y parece al mismo tiempo sexy y temible.

    Está en una de las ridículamente pequeñas mesas, bebiendo y brillando ante un hombre con chaleco plateado y una falda del tipo que me hacía reir hasta que me sorprendí a mí mismo probándome una.

    Hacemos contacto visual. Sonrío y empiezo a levantarme. Incluso apunto alegre a mi rodilla. Su cita dice algo y veo, tras el parpadeo, una total ausencia de reconocimiento. Ella se vuelve hacia él y me veo a mí mismo en un espejo que hay detrás.

    Mi pelo es más largo. No llevo ropa de baño. Tengo más carne en los huesos. No camino con bastón. Aún así, soy YO y quiero andar hacia ella y darle un abrazo, subirme los pantalones y enseñarle la cicatriz de la rodilla, averiguar qué ha sido de Tony el Tigre.

    Pero no lo hago. No sé porqué pero no lo hago. Si tuviera un comunicador podría intentar llamarla, de modo que viera mi nombre y no tuviera que decírselo. Pero tampoco tengo un comunicador.

    De pronto, me siento un fantasma.

    Hago esta prueba, camino hacia la barra, rodeando la mesa de Daisy una vez y otra en el camino de regreso.Me ve en ambas pero no me reconoce. Alcanzo a oir trozos de su conversación:

    - ...compitiendo la semana que viene en un torneo de cinturón negro...Oh tío, no me puedo CREER lo pesado que fue mi jefe hoy...¿quieres otra copa?

    Y es su voz, sus tonos, pero, de algún modo, no parece ELLA.

    Es melancólico y extraño ser un fantasma. De pronto estoy saliendo del bar y andando por la calle Yonge hasta la tienda Eatons-Walmart donde Tony el Tigre trabajaba.

    Y que me jodan si no me lo cruzo en la calle, con aspecto quemado y ebrio y roto, pidiendo peniques. Está mirando hacia abajo, dirigiéndose a las rodillas de la gente que pasa delante:

    -calderilla-calderilla-calderilla

    Me paro delante hasta que mira hacia arriba. Tiene una fea cicatriz que recorre su ceja y me mira directamente.

    ¿Dónde has estado, Tony?. quiero preguntarle. No puedo. Soy un fantasma. Le doy un cuarto. Él ni se da cuenta.
    * * * * *
    Corro hacia Stude el Colega e incubo mi plan en el funeral de Tilly la yegua. Leo el obituario en el Globe, con una foto de los dos. La entierran en el cementerio de Mount
    Pleasant, con McKenzie King y Timothy Eaton y Lester Pearson.
    Stude puede permitírselo. El petardo decía que se marchaba a bordo de la nave nodriza el día después de la ceremonia.

    Montones de personas iban a hacer eso. Ahora que eramos miembros de la Confederación, teníamos pasaportes que nos podían llevar a lugares SALVAJES. Las calles se vaciaban cada día. Es difícil esquivar la cara de Papá.

    Stude me hizo cagarme de miedo con su elogio.

    -ESTÁ TODO EN LA JERGA DEL PROCESO.

    Era jodida y positivamente raro.

    -Mi Vida-Compañera se va a tierra hoy.

    Hace una larga pausa mientras observa el gran agujero y el ataúd sobredimensionado.

    -Mi Camino Diario me ha llevado lejos de los Puntos de Excelencia y siento que mi vida ha sido una Barrera para la Alegría de mí mismo y muchos otros. Pero Tilly era un Especial Alguien, un Pararayos de Felicidad y su presencia me era grata con la Visión de la Alegrìa.

    Y seguía y seguía.

    Espero cerca, a su espalda, hasta que Stude termina, luego le sigo a discreta distancia mientras regresa a su casa. Es algo que nunca hubiera considerado poder hacer el Halloween pasado. El Stude que conocía me hubiera descubierto en un segundo. Pero ahora el mundo se había ido hacia la jerigonza oscilante de la harmonía y yo soy un descarado mientras pedaleo en mi bici. Desde Yonge hasta Front y hasta a un nuevo edificio hecho de espuma.

    Me siento un fantasma mientras le veo mirarme y anoto la dirección.
    * * * * *
    Paso un día dando patadas a todo lo que lleva espuma.

    La espuma es dura, ligera y duradera e imagino las casas del suburbio de mis padres, el pequeño enclave del Proceso, sobreviviéndonos como piezas de museo para bugouts que respiran arsénico y reptan sobre los muebles momificados y los baúles de ropa; haciendo fotos y charlando en sus enervantes contraltos. Quiero gritar.

    Aquí y allá hay pedazos de lo viejo, pre-Proceso, barras de pre-espuma de Toronto y yo los froto mientras paso como si fueran indicadores de la suerte.
    * * * * *
    La primavera duró unos diez días. Ahora entramos en un sofocante verano de Toronto de 32 grados y mi collar pica y suda chorros cuello abajo.

    Tendría que llevar algo más ligero y frío si no fuera por que hoy me reuno con mi Papá en Aristide. Tienen un pequeño avión electrónico de doble respaldo con el depósito lleno esperándome en el aeropuerto en miniatura de la Isla Toronto. Papá estaba TAN alegre cuando contacté con él. Un verdadero Hito en su Camino Personal hacia la Felicidad Duradera. Hay hasta un mandamás del Proceso de Yonge y Bloor esperándome. Ni siquiera hizo un comentario al ver todo mi jodido equipaje.
    * * * * *
    Me pasé por la casa de Stude diez minutos antes de que saliera en su viaje a la nave nodriza. Yo tenía los restos del disolvente que me había vendido y lo usé para disolver un agujero en su puerta y entrar.

    No desordené nada, abrí cajones y cajas metódicamente hasta que encontré lo que estaba buscando. Luego lo saqué en turnos hasta el ascensor, lo cargué y me lo llevé a mi ataúd en un taxi.

    Tuve que alquilar otro ataúd para guardarlo todo.
    * * * * *
    El mandamás del Proceso se queda en el aeropuerto. Alabados sean los bugouts. Si hubiera estado a bordo habrìa desbaratado todo el asunto.

    Aplasto mi nariz contra la ventana oval al lado de la puerta de emergencia, comprobando mi comunicador de tiempo en tiempo, mirando de reojo la lectura del GPS. Tengo un nudo en el estómago y me duele la rodilla. Estoy genial.

    La transición hacia el territorio-Proceso es destacable desde esta perspectiva, edificios reales dan paso a la espuma blanca como la linea de una hoja de afeitar. Cuento las calles mientras volamos bajo, el piloto automático listo para tocar suelo en Aristide, sólo 70 kas más allá.

    Y allí está la Avenida Chestnut.

    Dios bendito, el viento es feroz en un avión cuando destapas la puerta de emergencia. Da espirales como una veleta mientras el avión comienza a tranquilizarme a través de su Asistente Personal.

    Tengo una correa de seguridad alrededor de mi cintura y estoy enganchado en el asiento de la fila de delante y mejor que los nudos sean seguros. Uso mi pierna herida para patear la cuba de disolvente del puente.

    Agarro mi correa con ambas manos y apoyo la barriga en la esquina de la puerta y cuento tres hipopótamos. Entonces la carga de la cuba de Stude hace bang y el avión se eleva. Ahora no es el Asistente Personal del avión el que se acerca sino la voz del tirano romano gritando; pero no lo bastante alto para que se entienda sobre el viento.

    La niebla superfina del disolvente se posa como un baño de ácido sobre mi Avenida Chestnut, sobre la perfecta sonrisa y empieza a devorar hasta los cimientos.

    Observo hasta que el avión me deja fuera de alcance, luego sigo observando desde mi comunicador, tras alquilar un super caro satélite horario con la cuenta de Papá.

    Los techos son los primeros junto con las superficies de la carretera, luego los pisos debajo y entonces la integridad estructural es cosa del pasado y cae en pedazos como pan de jengibre, el mobiliario de desploma, todo delineado con un tosco marco fractal.
    * * * * *
    Papá permanece ignorante y caragris cuando aterrizo. Todo lo que sabe es que algo ha provocado turbulencias en el avión. Está preocupado y quiere abrazarme.

    Bajo las escaleras que un tipo con paracaídas hace rodar, con los oídos pitando aún a causa del viento y de mi gran boom. Casi he llegado al escalón de abajo cuando un pequeño troll del Proceso se escurre hasta arriba y le dice algo al oído.

    Sé lo que es porque nunca lo he visto tan cabreado conmigo en toda mi vida.

    Soy un jodido GENIO.
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