MicroRelato Ci-Fi: Lobo

[Artifacs]

Microrelato: Lobo

Apoyé el hombro en la ventana y acerqué la taza de café caliente al cristal. Tuve que esperar un rato, el vaho acumulado transformaba el valle en toscas manchas impresionistas: colores quebrados y verdes oscuros de un atardecer de otoño. En otro tiempo me habrìa deleitado pero ese día estaba más interesado en los detalles.

Era 5 de Noviembre y era posible que los viera aparecer en el cielo en cualquier momento, ansiosos por encontrame. No quería ponerles las cosas fáciles y decidí esperarles en mi casa de invierno de los Alpes Suizos. Suiza ha sido siempre neutral por convicción histórica y pensé que quizá captarían el mensaje.

El valle comenzó a revelarse a través del vidrio y desde la colina ví pasar una manada de lobos blancos. Me sorprendí y pensé que el invierno sería menos severo ese año. Hacía días que no nevaba.

El atardecer rojo se insinuaba al oeste como un cóctel agridulce, con dos partes de buen licor y una parte de amargo augurio. Ya no quedábamos muchos. Sus nuevas naves de superficie eran eficientes y rápidas. Tecnología híbrida. ¡Qué ironía!. Pero, por otra parte, ¿qué esperábamos?.

El bosque era un muro negro entre la cabaña y el horizonte cuando ví las luces multicolor de un objeto ovalado en el cielo. Calculé que estaba a unos dos kilómetros pero desconocía su trayectoria. Si pasaba muy cerca de la casa me encontraría.

No había forma de evadirlos. Hacía ya una semana que había podido comprobarlo por mí mismo cuando me uní al último grupo de supervivientes del sector Europa. Habían perfeccionado sus sistemas de rastreo y tuvimos que separarnos.

El OVNI se acercaba, aunque ya no era un objeto desconocido. Era un "doble eco": propulsión silenciosa, iluminación mimética, impulsor de plasma, sensores de banda corta y alta ganancia. Aquello era un lobo cazando en mi propio bosque. Supuse que serían seis tripulantes: dos navegantes y cuatro cazadores.

Iba a ser una noche animada para mí si quería salir vivo de aquel control. Ajusté mi respiración y noté como el nitrógeno inundaba mis glándulas secundarias. Iba a necesitar mucha potencia muscular y salvar energía extra para, quizá, invadir y mutar otro cuerpo anfitrión.

No podía entregarme a los humanos sin más, aún no había apurado el cóctel y, después de todo, yo era el líder de aquella primera invasión.