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  1. #1
    Meteorito Avatar de Bukovy
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    19-August-2011
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    Novela surrealista

    Como he comentado en el chat, he decidido ir colgando, capítulo a capítulo -a medida que los escriba- mi nuevo proyecto. Con esto quiero mejorar la novela en tiempo real, tomando en cuenta vuestras correcciones y sugerencias.

    Su título provisional es: Encuentros de un paseante nocturno.

    Ahí va el primer capítulo, tanto en la web como en pdf aparte. Un saludo

    1.

    Si a nuestro protagonista le preguntaran qué sonido odia por encima de cualquier otro, respondería al instante: el del teléfono. El inesperado timbrazo, la vibración del aparato sobre el mueble de turno, desquicia sus nervios. Lo exaspera. Cuando el teléfono se vuelve loco en mitad de la madrugada, la situación cobra tintes dramáticos de novela de a duro. Rara vez se dan buenas noticias a horas intempestivas. Quizá haya excepciones a esto, excepciones que, posiblemente, podrían contarse con los dedos de una mano: el nacimiento de un hijo, un aterrizaje sin contratiempos en un país situado en diferente franja horaria, la llamada de una amante deseosa de compartir sudores… Ahora que lo piensa, tal vez si haya suficientes excepciones como para afirmar que una llamada nocturna equivale a malas noticias.

    Contrariado por la interrupción del sueño, nuestro protagonista se incorpora de la cama, se frota los ojos y estira las piernas. La habitación aparece desdibujada, sumida en la penumbra, apenas iluminada por un baile de luces tristes surgidas de los pequeños resquicios dejados por las estropeadas persianas. Desnudo de cintura para arriba, solo se cubre con una pantaloneta de los New York Nicks —en concreto la de Allan Houston— y unos calcetines repletos de agujeros. Avanza varios pasos de forma mecánica, como un robot. Esquiva los muebles a tientas, sale al comedor, rebusca bajo los ejemplares de periódicos donde se han publicado nefastas críticas de su última novela. Medianoche en las estrellas, se titula. Después de disfrutar de los hachazos aparecidos en la prensa, nuestro protagonista comparte una opinión con los periodistas: la nefasta elección del título. Suena cursi, manido, cutre. ¿Por qué aceptó entonces la sugerencia de ese mequetrefe de la editorial? Si no sabe ni afeitarse —siempre viene lleno de cortes—, ¿cómo demonios iba a saber titular novelas ajenas? Pero lo hizo y, en su momento, a nuestro protagonista le pareció bien. Qué estúpido fui, se dice.

    Una vez ha revuelto y apartado un poco los diferentes diarios, la mesa queda desnuda, mostrando su acristalada superficie, en su día transparente, hoy opaca. Las manchas de cerveza seca, de whisky y de comida basura, unidas a la acumulación de polvo, han terminado por avejentar el cristal, otrora resplandeciente. Entre los papeles ha encontrado restos de un sándwich vegetal mordisqueado. Sin pensárselo demasiado, nuestro protagonista se lo come de tres bocados. Luego reinicia la búsqueda. El teléfono continúa sonando, histérico. Ring, ring. Ring, ring. El timbre de un teléfono debería, en todos los casos, sonar así. Porque, cuando uno se detiene a pensar en el ruido producido por un aparato telefónico, sea del tipo que sea, siempre recrea en su mente la onomatopeya del ring, ring. Por eso, aunque sería más agradable escuchar cualquier canción de los Stones, nuestro protagonista prefiere seguir los hábitos propios de su raza. Los seres humanos somos animales de costumbres, va con nuestra naturaleza desde tiempos inmemoriales. Y no será él quien se oponga a los instintos primigenios.

    La búsqueda prosigue en el viejo sofá de cuero negro. Lo heredó de sus padres. Es muy cómodo, cariño, le dijeron cuando se lo regalaron. Sí, claro, por eso os deshicisteis de él, piensa nuestro protagonista mientras lo contempla. Maldice el día en que lo recibió, pues desde entonces conoce de primera mano lo que significa estar pegado a algo. Mezclar cuero y calor no es una buena idea. Para su desgracia, ha tenido que conformarse durante años con aquella succionadora construida en cuero negro. Con sus pocos recursos económicos y el coste tan alto de los sofás —¿quién demonios controla los precios?, ¿acaso cree que vende naves espaciales?—, no ha podido comprar otro. Encuentra el móvil debajo de un cojín. En el medio de la pantalla aparece una foto suya junto a su editor en la presentación de su primera novela, la de mayor éxito hasta la fecha, de la que se vendieron casi dos mil ejemplares. Eran tiempos mejores, se dice, y descuelga.

    —¿Álvaro? —pregunta una voz ronca, seca, desde el otro lado.

    —Sí, soy yo… —duda, luego pide—: ¿Qué coño quieres a estas horas, Joan?
    Su tono es áspero, amargado. Las palabras han surgido adormiladas de sus labios.

    —He leído el último manuscrito que me mandaste —contesta el editor, indiferente ante el mal humor de su representado.

    Vuela un silencio, atascado en la garganta de Álvaro. Del teléfono surgen interferencias, un ruido equiparable al de un anciano haciendo gárgaras. Hasta entonces no lo había notado, pero nuestro protagonista siente el frío de la habitación. Tiene la piel de gallina. Aunque haya escrito ya tres novelas, cuando toca enfrentarse al veredicto de su editor, no logra evitar los nervios.

    —¿Y bien?

    Otro silencio, incómodo. Un carraspeo.

    —Es una auténtica basura. ¿De verdad crees que la historia de un cazademonios amanerado es vendible? ¡Olvídate!

    Un martillo pilón, aplastando su confianza. Después del fiasco de Medianoche en las estrellas, necesitaba un empujón, unas palabras de ánimo, una mano sobre su hombro, un poco de aliento. La realidad, sin embargo, es menos halagüeña. Al otro lado del teléfono, en Dios sabe qué lugar de la Tierra, está su editor, despotricando sobre el borrador de su último proyecto.

    —¿Por qué no? —Uno debe luchar por sus ideas—. Es original, la historia es intrigante y, sobre todo, tiene un final inesperado, ¿no es eso lo que demanda el público? Además, mi estilo gusta. Tú lo sabes bien.

    Joan debe de estar fumando uno de sus amados cigarrillos irlandeses, piensa nuestro protagonista, pues tarda demasiado en contestar y se escuchan interferencias, como si hiciese viento o alguien echara el aliento sobre el auricular.

    —Gustaba. En pleno siglo veintiuno la gente pide un lenguaje claro y sencillo, sin retóricas ni temas complicados; y tú, amigo mío, te acercas peligrosamente al barroquismo. Te has quedado obsoleto, Álvaro. Tus novelas ya no gustan, son demasiado complejas, excesivamente enrevesadas. ¿Acaso crees que al ama de casa le interesan tus devaneos sobre el paso del tiempo? ¡Despierta!
    Ya estoy despierto, maldito gilipollas, piensa nuestro protagonista. Lo ha desvelado una llamada en mitad de la madrugada. Una llamada con un único objetivo: hacerle comprender que la buena literatura —o lo que él considera buena literatura, al menos— ha pasado de moda.

    —Explícame entonces qué debo escribir.

    Un nuevo carraspeo. El gélido ambiente lo incomoda. Nota los dedos de los pies agarrotados.

    —¡Y yo que sé! El escritor eres tú, no yo. Piensa en algo sencillo: un amor imposible entre un ricachón y una criada… ¡O háblame de marcianos! En realidad me importa una mierda, con que pueda venderse y sea fácil de leer, será suficiente.

    Álvaro recapacita. El regusto del sándwich vegetal ha regresado a su paladar. A punto está de escupir.

    —¿Y si me niego a entrar en el juego? —pregunta a continuación.

    Segundos de silencio, tensos. Desde la calle asciende el jaleo de coches, de borrachos en el camino de vuelta a casa. De fondo, el llanto de un bebé, lejano e irreal, aunque provenga de sólo un piso más abajo. Llega la respuesta.

    —En ese caso, vete buscándote otra profesión.

    Con la contestación muere la conversación. La línea se inunda de un ruido sordo similar a un molesto gorjeo. Nuestro protagonista cuelga por inercia. La respuesta de su jefe le ha dejado sin palabras, nervioso. Arroja el teléfono sobre la mesa y se deja absorber por el cuero, que lo atrapa como un tiburón a la carnaza.

    Necesita con urgencia una buena historia.
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    "La suerte favorece sólo a la mente preparada".

  2. #2
    Nebulosa
    Avatar de nekoland
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    Respuesta: Novela surrealista

    Aleluya Hermano. Aleluya.

    Por un momento la narración parecía que iba encaminada a esos derroteros que tanto te gustan (y al parecer al prota) de barroquismo innecesario.

    Pero me ha gustado, me ha resultado lo más limpio que has escrito teniendo en cuenta tu tradicional antipatia por la sencillez. Si el resto va a ser así, me lo leeré, no te quepa duda.

    Y de señalarte tan sólo una cosa: (te pongas como te pongas que luego nunca te gustan mis criticas) Para lo bien que describes la manía al ruido del teléfono (me encanta lo de "la llamada de una amante deseosa de compartir sudores… " una de esas frases que da envidia no haber escrito)

    Pues como te decía, resulta poco frenética la búsqueda del teléfono, y sobre todo la pausa del sanwich. No transmite la malhumorada forma de levantarse y buscar el jodio movil, se ve al prota demasiado tranquilo cunado tendría que ser más troglodita.
    Tal vez si hubieses dejado tanta descripción para el final, y centrarte en las acciones. Luego podrías retomarlas al estilo "para cuando colgó el teléfon había dejado tras de si multitud de periodicos tirados de mala manera, las sábanas de la cama sobre el suelo comoi si quisierean salir de la habitación... " Tu sabes a qué me refiero.
    Última edición por nekoland; 25-Nov-2012 a las 16:46
    "Más sabe el diablo por viejo que por diablo" pero"El que nace lechón muere cochino"

  3. #3
    Meteorito Avatar de Bukovy
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    Respuesta: Novela surrealista

    Entonces, Neko, cambiaría mi forma de escribir, traicionándome. No quiero convertirme en Faulkner (mi referente) con su Santuario.

    Lo que sí haré es remarca el malhumor del prota un poco más. Gracias por la sugerencia.

    ;)
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  4. #4
    Nebulosa
    Avatar de nekoland
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    Respuesta: Novela surrealista

    soy el primero que dice que escribes muy bien, siendo sincero, mejor que yo. No tienes que cambiar tu estilo, pero como gruñón noctámbulo sabrás que si suena el telefono ni te estiras en la cama, sales maldiciendo y medio atontado. Es tan solo eso.
    "Más sabe el diablo por viejo que por diablo" pero"El que nace lechón muere cochino"

  5. #5
    Meteorito Avatar de Bukovy
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    Respuesta: Novela surrealista

    Toda la razón, Neko. Ya te digo que voy a remarcar el malhumor del prota :)
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  6. #6
    Fluctuación cuántica Avatar de Karlos17
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    Respuesta: Novela surrealista

    Jajaja me encanta la manera con la que describes la obsesión que tiene hacia el sonido del teléfono móvil, respecto a los tonos de llamada me pasa lo mismo; no me gusta poner música porque no es como se supone que debería sonar, debería hacerlo como un teléfono pero los soniditos de "ring ring" me parecen todos molestos jaja.

    Buen escrito, tienes talento, saludos!

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