Como siempre al finalizar la sesión, cojo la grabadora para hacer un breve resumen de lo acontecido. El caso del señor Helder es sumamente singular...
Primeramente, no encuentro las palabras para empezar. Pero acto seguido, procedo a la habitual rutina; “El sujeto insiste en que está soñando y que cuando se despierte, continuará con su vida de programador de asesores cibernéticos. Su supuesto trabajo consiste en ultimar los detalles de programas que toman decisiones económicas e incluso políticas. Lo más extraño es que no tiene distintos sueños. Al dormirse, despierta en lo que él llama ‘esta falsa vida paralela’".
Cojo un cigarro de la cajetilla que está dentro del cuarto cajón izquierdo de la mesa, y a pesar de que en la consulta está prohibido fumar, lo enciendo medio aturdido por la historia que acabo de escuchar.
Y sigo; “El señor Helder no tiene sueños distintos. Siempre recae en el mismo sueño, y prosigue a partir de donde lo dejó antes de despertarse”.
Hago una pausa y mientras la ceniza del cigarro cae encima de la mesa, reflexiono acerca de sus palabras…
Lo que nos convence de lo que es un sueño, es que los sueños son siempre distintos, no tienen una continuidad. Y al despertar, prosigues con una vida que sí es real, es decir, que sigue allí, donde la dejaste… ¿Cómo distinguir la vida real, si sueñas con otra vida que también prosigue de forma continua, y que es tan coherente como la otra?
"Dos vidas paralelas vividas como si fueran las dos reales" -murmullo-. ¿Cuál es la soñada?
Mientras me compadezco de la situación de mi paciente, un ardiente dolor recorre mi sistema nervioso desde los dedos; El cigarro se ha consumido sin haberme dado ni cuenta.
Sin duda, estoy algo nervioso, aunque desconozco el motivo.
Me dispongo a coger otro cigarro, pero no encuentro la cajetilla. Es extraño, juraría que estaba en el cuarto cajón izquierdo de la mesa… Miro en el de la derecha; Allí está.
Mientras doy vueltas a las últimas palabras del Sr Helder antes de despedirse, enciendo mi pipa con parsimonia. El humo huele distinto. Mis dedos todavía enrarecidos por la anterior quemada, me recuerdan que debo tirar la ceniza del… ¡¿Qué rayos hago fumando con pipa?!
Me estoy poniendo realmente nervioso... ¿Qué me está sucediendo?
Me dispongo a abrir el tercer cajón de la derecha de la mesa… Pero está cerrado. Empiezo a abrir todos los cajones desconcertado…¡Están vacíos!
Dirijo la mirada hacia la foto de mi familia que está a la izquierda de la mesa, pero allí solo hay un paquete de tabaco de liar de la marca 'Helder'.
Me levanto de un sobresalto y grito; ¡Esto es imposible!
Cojo el teléfono, pero no hay línea. Aunque lo más angustioso, es no recordar a quién iba a llamar...
Mi mundo se derrumba entonces empiezo a entender las explicaciones de mi enigmático paciente... Y es cuando comprendo que la marcha de Helder, significa mi irremediable fin.