Cazarecompensas
Las orugas del tanque crepitaban sobre la roca seca del planeta, básicamente era la misma música que Macoy venía escuchando hace tres días.
Había llegado a ese rincón podrido del universo en busca de su recompensa: un dragón de Theerin. Una criatura mitológica tan poderosa que nunca se había atrapado a ninguna, ni viva ni muerta. Tan sólo se la conocía por antiguos escritos encontrados en el planeta Oot, donde se creía habían vivido los elementales.
Como este es un universo capitalista, un excéntrico pentallonario tuvo ganas de ser el primero en tener como mascota a un dragón de Theerin, para lo cual puso una suculenta recompensa para el que le otorgue dicho gusto.
Es así como Macoy terminó en ese seco planeta.
Tardó más de tres meses en llegar y hacía tres días enteros que buscaba rastros de la invisible presa sin resultados.
Detuvo el tanque y abrió la escotilla. Afuera el aire seco quemaba y raspaba.
Caminó unos pocos metros hasta el gran cañón que se extendía delante de él. Tan inmenso que a penas podía verse la otra pared en el horizonte.
Sabía que el bendito dragón debía estar escondido en algún lado, sólo tenía que saber donde buscar.
- "Meredith, scanea por señales de vida"
La computadora de la nave, que se hallaba aproximadamente a cincuenta kilómetros de distancia comienza a cumplir la orden al instante.
- "Datos no computables"
Fue la seca respuesta. Macoy recuerda el aterrizaje forzoso que tuvo que hacer cuando al entrar en la atmósfera uno de los motores decidió que era un buen momento para dejar de funcionar.
- "¡Maldíta sea!"
Grito a los cuatro vientos. Eso significaba que debía buscar a la criatura más escurridiza del universo a la vieja manera: instintos y saber leer huellas.
Cuatro días después encontró una extraña pisada sobre una roca, sabía que podía no ser nada, pero era el primer indicio que algo nuevo caminaba por esos lares.
Con el visor saca una impresión de la huella.
- "Meredith, analiza la huella en busca de patrones en la base de datos"
- "Patrón desconocido"- Fue la respuesta instantánea.
"Excelente" pensó Macoy.
El rastro era realmente difícil de seguir, y él estaba un poco oxidado en toda esta parafernalia del western. Uno acababa por depender tanto de la tecnología que perdía las costumbres.
Al mes ya la comida se hacía escasa, el agua prácticamente inexistente y su paciencia directamente había desaparecido hace una semana.
- "Maldito renacuajo, en cuanto te encuentre voy a despellejarte y mearé en tu cara"- Solía murmurar para sus adentros.
Cuando estaba a punto de abandonar la misión, las cosas se pusieron realmente mal: una tormenta inmensa arrasó con el lugar. Macoy llegó a esconderse con el tanque en una caverna que oportunamente apareció. Pero todo contacto con Meredith era imposible y temía por el estado de su bebé desprotegida.
La tormenta duró poco más de una semana. Agotado, sin comida ni bebida accionó el automático del tanque hacia la nave madre, luego se desmayó.
Soñó que el mundo daba vueltas, muchas vueltas. Era como una montaña rusa pero demasiado violenta y las extremidades le dolían cada vez más.
Cuando despertó, los brazos y piernas le dolían realmente y mucho más de lo que recordaba en el sueño. El tanque estaba totalmente destruido, dado vuelta y fuera de línea. Abrió la puerta de emergencia con dificultad y cayó de cara al piso.
Al mirar el tanque desde afuera no podía creer que no se hubiera lastimado más. Al menos entendió que es lo que había pasado: El tanque había caído por el gran cañón. Se volvió a introducir en lo que quedaba del apéndice de su nave para sacar el móvil de auxilio, se lo ajustó a la espalda y salió nuevamente. Accionó el botón de inicio y salió despedido hacia el cielo.
Cuando alcanzó la altura deseada notó que todo el suelo era azotado por un terremoto. De repente, la tierra se abrió y un cilindro color negro comenzó a emerger desde las profundidades. Cuando estaba a la mitad de su altura ¡El cilindro comenzó a contornearse! ¡Era algo vivo!
El intercomunicador de su pecho empezó a emitir sonidos de todo tipo.
- "¡Dime Meredith!"
- "Dragón de Theerín identificado"
Por alguna extraña razón se lo veía venir.
- "Meredith, dispara dardos tranquilizadores ¡Los suficientes como para dormir a una tribu de elefantes!"
- "Reacción:... 0%"
El cilindro contorneante siguió creciendo en su dirección. Macoy cambó de rumbo para evitar la colisión, pero el cilindro viró en su sentido errándole por pocos metros.
El extraño ataque se repitió unas tres veces hasta que finalmente logró llegar a su nave.
- "Me alegra verte sana y salva Meredith"
- "A sus servicios" -Fue la cálida respuesta.
- "Muy bien, agarremos a ese maldito dragón de una buena vez"
La nave despegó velozmente hacia el firmamento, lanzando cables de diamante con puntas de titanio que se clavaban bajo la piel de aquel ser una tras otra, pero al parecer sin causarle el menor daño.
Cuando pasó por sobre los restos de su tanque, pero a diez mil pies de altura, Macoy notó algo extraño en el monitor. No eran los restos de su tanque, sino aquello que lo rodeaba: el piso se había puesto de un blanco brillante, húmedo... y se movía.
Recién cuando el gran cañón se cerró de golpe aplastando todo en su camino se dio cuenta de la gravedad de la situación.
- "¡¡¡Meredith, sacanos de acá inmediatamente!!!"
La nave se puso noventa grados mirando hacia las estrellas. Muy abajo un gigantesco ojo la observaba.
- "¡¿Que cornos es eso Meredith?!"
- "Analizando.... Espécimen de dragón de Theerin ubicado"
Macoy no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar. Tampoco tuvo mucho tiempo para analizarlo ya que todo el planeta había terminado de despertar y venía hacia él.
