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  • 28-Jun-2013, 23:54
    ricardocabe

    Respuesta: Bo-Dell Air. Por Ricardo Cabezas

    Muchas gracias por tu comentario. En efecto el personaje es melancólico y viejo. Quizas lo único que pueda hacer en ese momento, sea ponerse a escuchar Pearl Jam.
  • 28-Jun-2013, 14:33
    incursora

    Respuesta: Bo-Dell Air. Por Ricardo Cabezas

    Describes muy bien la sociedad futura, en la que existen los llamados crestas rojas. Has logrado definir muy bien cómo la evolución humana a llegado a crear mentes diseñadas a través de sustancias adictivas para el control. Sin embargo, se queda ahí, como una reflexión del protagonista. No hay acción por parte de él. Parece un conformismo que no consigo justificar en la pasividad del personaje principal, que se limita a participar en esa sociedad, aún criticando a los crestas rojas.

    Por otra parte, tu narración es muy buena, transmites melancolía y tristeza que es la intención de este relato. Parece que es difícil hoy en día escribir algo original, aunque tú lo has conseguido. Especialmente me gusta la atmósfera que has logrado crear y también la sociedad y el conformismo del personaje, pues todo está relacionado con el el ritual que describes al principio. Esto me ha encantado: "el ritual de Bo Dell-air en el espacio del desconcierto. Asombro, miedo, confusión, apatía. La resonancia de las mentes al unísono y el gesto de desprecio ante quienes no puedan comprender lo magnifico de su miseria. Complejos diseños recorren las venas de sus brazos, en diagramas electrónicos instantáneos como las manchas de un pez marino. " También me ha gustado la parte cientifíca en cuanto a la explicación de la trama.
    Lo que me ha dejado tan indiferente como al personaje principal es su apatía, su conformismo. No hace nada por ser diferente, por cambiar. Quizá esa era tu intención, transmitir esos estados mentales, pues están atrapados por ellos porque es la moda de ese siglo.

    ¡Saludos!
  • 25-Jun-2013, 21:13
    Admin

    Respuesta: Bo-Dell Air. Por Ricardo Cabezas

    Como relato es un tanto atípico, ya que parece más bien una radiografía de un mundo en decadencia. También me ha parecido muy denso y técnico, con muchos nombres y conceptos difíciles de digerir en tan pocas líneas.
    A mi me parece, y es una opinión personal, más el inicio de una historia, que una historia en sí misma (como decía, más una puesta en escena descriptiva de una situación futura, que un relato que se desarrolla hasta ser autoconclusivo).
    Personalmente no me acaba de convencer, aunque demuestras gran imaginación y la escritura es buena. La razón es que a mi no me suelen gustar mucho las descripciones (solamente en su justa medida y cuando procede para aclarar los sucesos), y este relato es básicamente un descripción cuyos sucesos son más bien escasos.
    Veremos a los demás que les parece...
  • 24-Jun-2013, 04:54
    ricardocabe

    Bo-Dell Air. Por Ricardo Cabezas

    Suenan las alarmas en la plaza de los artistas. Viejas canciones de Chyntek salen de los parlantes a mi lado llenando las aceras frías con las voces de promesas perdidas. A su vez, decenas de muchachos con crestas rojas inclinan su cabeza sobre el piso entrelazando sus manos con los conductos electrónicos de sus tatuajes. Se hacen llamar Nanotechs; simbiontes tecnológicos de la estética deprimente y penetrante. Algunos alcanzan a llorar por el universo entero mientras se desploman sobre las baldosas convulsionando, gritando o gimiendo. Ellos son lo más ´Nano´, lo más cool. Los beats sincopados del Chyntek resuenan atronadores en el brumoso aire nocturno, como una ecuación siniestra, que contrasta con los grises adoquines de la plaza.
    Los crestas rojas adquieren ahora un aire intelectual muy sombrío. El dolor se imprime en sus rostros blancuzcos. Sus cerebros se encuentran conectados a bases de datos donde son catalogados los matices de su anticlímax emocional; el ritual de Bo Dell-air en el espacio del desconcierto. Asombro, miedo, confusión, apatía. La resonancia de las mentes al unísono y el gesto de desprecio ante quienes no puedan comprender lo magnifico de su miseria. Complejos diseños recorren las venas de sus brazos, en diagramas electrónicos instantáneos como las manchas de un pez marino.
    Ahora, las pantallas moleculares de sus Holo-5 proyectan estrofas de poemas antiguos; oraciones dolorosas que los crestas rojas repiten con una voz neutra y opaca en medio del pandemónium sonoro del Chyntek:
    Sobre la suave espalda de pálidos nublados,
    Moribunda, se entrega a lánguidas visiones,
    Y pasea sus ojos, apenas desmayados,
    Por el azul que arde en bellas floraciones.
    Yo soy viejo, pero muy poco Nano. Raras veces tengo lágrimas, o algo inteligente que decir. Me aparto disgustado de los Crestas Rojas y sus Holo-5 tratando de evitar las miradas inquisidoras, que me siguen mientras camino hacia la antigua avenida Caracas. Afortunadamente no hay que temer violencia alguna por parte de ellos. Sus cabezas están atiborradas de PSB y de otros depresores corticales, que modulan sus emociones y deseos. Me limito a esquivar los voluminosos cuerpos de latex perdidos entre las alegorías melodramáticas del ciberespacio y sus terminaciones nerviosas. A mi alrededor, el paisaje recuerda un camposanto primitivo con cuerpos de hombres y mujeres desparramados por el suelo en castas posiciones.
    Mi casa queda a 3 cuadras del Parque del Triangulo Neón en la avenida de la Adicción Occidental, frente a las ruinas oxidadas de una estación de Transmilenio. La antigua Caracas con 45 epicentro de bares de salsa y restaurantes malolientes, donde prosperaba el crimen organizado y la mala música. Aún así, siento nostalgia por los viejos tiempos.
    Entro a mi casa asqueado. Las pantallas sintonizan el canal del Furor Quantiko. Una voz saciada repite ¨Somos como aterrados neutrinos orbitando la calidez de un agujero de Einstein–Rosen. Nuestras plegarias de amor llenan las galaxias, se expanden hacia el vacío de los multiversos atareados. ¨ Intento sintonizar algo diferente, pero en los 835 canales de mi servidor se proyectan estupideces similares y slogans de la Corporación del Hombre Triste ¨ser inteligente y melancólico es cool¨, ¨el futuro es de los deprimidos¨ ¨¡No al fascismo de la felicidad!¨ ¨La sonrisa es para los borregos y los vulgares¨. La plaga ya llega a las colonias lunares, a las bases en Marte: ¨Universe and Sadness in Expansion: join the NASA¨. La constante de Bo-Dell-Air invade el mundo. Lo impregna.
    Busco efedrina en la alacena. Pastillas rojas y anaranjadas que rápidamente desaparecen en mi garganta seca. Cierro las ventanas y bajo el volumen del sistema. Nubes automáticas de memorias comienzan a delinearse en mi mente. Pienso en la ciudad. Antes, mucho antes de los crestas rojas y su parafernalia: una fria ciudad de páramo, vanal y seductora.
    Bo-Dell-Air no existía más que como un rumor de la red; algo que se mencionaba en algunos tweets marginales, relativo a experimentos topográficos sobre los patrones mentales de ciclotímicos y autistas. Poca cosa comparada con los torneos de futbol, la crisis económica o el último Reality de la televisión. Era a comienzos de siglo más o menos.
    Luego de algunos meses, este rumor se convirtió en el principal trending topic de las comunidades virtuales. La creación de un nuevo cerebro -o mejor aún-, de una nueva mentalidad, que reafirmaría el triunfo de lo intelectual sobre el insípido hedonismo de la cultura de masas.
    Miles se presentaron como voluntarios de estos mapas mentales: actores, escritores pintores, individuos vanguardistas cansados de su humanidad… incluso aquel genio de las instalaciones y el performance que recién acababa de triunfar en la bienal de Venecia. Poco tiempo después las compañías farmacéuticas se adueñaron del proyecto; había posibilidades inconmensurables para llegar a comprender las estructuras cerebrales de la conciencia y de sus trastornos -decían-. El Human Mental Protocol Baudelaire, recibió todo el apoyo de la OMS y de numerosos gobiernos. Algunos hackers graciosos comenzaron a llamarlo simplemente ¨Bo-Dell-Air¨, por que el protocolo era una ¨solución tecnológica para los problemas de las mentes enajenadas y poéticas¨. Puro spam cultural.



    Con el tiempo, las técnicas de mapeo cerebral, de tomografía por positrones junto con la proteómica neuronal, consiguieron replicar los patrones mentales de algunos escritorzuelos adictos a las anfetaminas. Era un producto fácil de empacar y de vender. Millones de personas, ávidas de nuevas sensaciones se lanzaron a su consumo masivo. Poco después se descubrió que el suministro permanente de PSB sobre las regiones corticales del cerebro, mediante nanovesículas acopladas al receptor de Manosa-6-fosfato garantizaban un estado de permanente de depresión, junto con una mayor creatividad y aprehensión del mundo. Solo necesitabas un catéter bajo el lóbulo temporal para sentirte como un genio incomprendido. Así pues, los crestas rojas comenzaron a multiplicarse como bacterias estomacales; niños autistas entregados a la comunión universal con las nuevas tecnologías, en perpetua contradicción con el mundo hedonista y aburrido del que yo provenía. Los conozco bien: yo trabaje en el proyecto que consolidó su existencia.
    Ahora amanece. Al fondo aparece la sombra de Monserrate, como el último vestigio de realidad en este paisaje holográfico y pixelado. Una línea amarilla difusa emerge en el horizonte, mientras el rumor del Chyntek va desapareciendo lentamente. El festival de los Nanos ha terminado.

    Apago las pantallas. Desconecto el sistema. Quedo a solas con mi viejo Ipod, mientras las anticuadas melodías de Pearl Jam llenan la atmósfera con un melancólico bienestar de duermevela. Afuera, los crestas rojas regresaran a sus sucios cuartos atiborrados de cables y de redundantes epifanías. No escucho sus voces de protesta contra la cálida mañana y el cielo gilipollas que fracasa con todo el peso de su insignificancia.



    Una voz suave canta:
    Thoughts arrive like butterflies
    Oh, he don't know, so he chases them away
    Someday yet, he'll begin his life again
    Life again, life again...

    Quiero más efedrina.

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