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Artifacs
07-Dec-2017, 14:50
Esto Va Así
por Greg X. Graves
Bajo licencia de Creative Commons Copyright 2008-2016 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/es/legalcode.es)
(Original Title: It Goes Like This, 2008)
Traducción Casera: Sirius
(Homemade Translation)
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Albert se ajustó la corbata. Sonrió al cámara.

-"Está bien, nada en tus dientes" dijo John, el cámara.

-"Bien" dijo Albert.

Se giró y mantuvo su sonrisa en su sitio. A su lado estaba un hombre con canas. Obviamente, un profesor, con un bata blanca sobre una camisa abotonada hasta arriba y pantalones unisex, y unas gafas muy delicadas. Tenìa la tonta sonrisa del incompleto fotogénico.

-"Grabando" dijo John. "Cuando estéis listos."

-"Este es el Dr. Ingoss" dijo Albert a la cámara. Giró una fracción de un grado.

- "¿Cómo está, Dr. Ingoss."

-"Oh, bastante bien y a gusto, gracias" dijo el Dr. Ingoss con un acento irrastreable, como un soplo de gas en un tren lleno de gente.

-"Estamos aquí hoy en la casa y laboratorio del Dr. Ingoss, ¿es correcto, Dr. Ingoss?"

-"Sí, sí lo es."

-"Y usted es doctor de ¿qué, exactamente?"

-"Rubótica" dijo él, destrozando la vocal.

-"Robótica, sí. ¿Podemos ir dentro?"

-"Sería un placer mío" dijo el Dr. Ingoss.

Albert y John le siguieron hasta la puerta del garaje, que se abrió automáticamente al acercarse. El garaje parecìa, desde el exterior, ser capaz de guardar tres o cuatro coches. Sólo tenía una puerta del tamaño de un coche pequeño.

Dentro, el garaje no era tanto un laboratorio futurìstico de maravillas como un serie de bancos pesados de madera cubiertos con una variedad de equipo electrónico y pequeños estantes bajo la mesa llenos de otros chismes metálicos. El olor a pintura y ozono cosquilleó las nasales de Albert.

-"Y aquí es donde el Dr. Ingoss produce sus creaciones, diseñadas para mejorar la vida de los humanos."

-"Muy muy cierto" dijo el Dr. Ingoss. "Cuando era niño, teníamos que hacerlo todo nosotros mismos, desde coger agua del pozo hasta calentar el fuego yo mismo. ¿Porqué?, pensé. Hoy tenemos hornos de cocina y bombas, pero necesitamos ir más lejos. Esto, por ejemplo".

Caminó hasta un poste colocado sobre una base metálica, de unos dos metros de altura, con delicados brazos saliendo del poste como ramitas del tronco de un árbol, separados unos centrímetros. Unos cables hidráulicos iban por aquì y allá, emparejados con cables eléctricos. En lo alto se asentaba una caja metálica del tamaño de una sandwichera.

-"Ya no hay que preocuparse de quitarse la ropa" dijo el Dr. Ingoss. "Esto va así."

Un segundo después de que el Dr. Ingoss terminara de hablar, Albert oyó un ruído salir de la máquina, un zumbido. Una luz sobre la caja en lo alto del poste comenzó a parpadear. Los brazos de la máquina se movíeron tan rápido alrededor del Dr. Ingoss que se volvieron borrosos. Otro segundo después y el Dr. Ingoss quedó allí de pie desnudo. Sus ropas estaban a su lado sobre un banco de trabajo, perfectamente dobladas. Los brazos de la máquina se deslizaron hasta su posición original.

-"Voilá" dijo el Dr. Ingoss, señalando a sí mismo la pálida barriga y las regiones inferiores.

- "Note que no he necesitado hacer nada."

-"Estudiaremos esto durante la edición" dijo John, enfocando la sonrisa orgullosa del Dr. Ingoss.

John le mostró el pulgar al Dr. Ingoss, que radiaba más incluso.

-"Dr. Ingoss, por favor, haga que el robot le ponga las ropas para que podamos continuar con la entrevista" dijo Albert.

-"Oh, él no hace eso aún" dijo el Dr. Ingoss, poniendose su ropa interior. "Pero lo hará pronto. Pongo la tarea más difícil primero, vestirse será fácil."

Albert dió golpecitos en el suelo con el pie hasta que el Dr. Ingoss estuvo vestido del todo. John hacía unas tomas por el taller para el rodaje de reserva.

-"Eso ha sido una máquina muy impresionante" dijo Albert. "¿Podría enseñarnos más?"

-"Oh, claro, claro muchas" dijo el Dr. Ingoss.

Les condujo a una de las mesas cerca del fondo. Una pequeña vía de tren recorría todo el largo de la mesa y una serie de máquinas la acompañaban. Había tres cuencos sobre uno de los vagones-carrito y una neverita debajo de la mesa.

-"La molestia de preparar comidas y comer es grave en este mundo moderno" dijo el Dr. Ingoss.

Abrió la neverita y sacó una bolsa de arroz, un filetito, algunas verduras y unos botes de salsa. Puso el filete en un cuenco, el arroz de otro y las verduras y la salsa en el tercero.

-"Esto va así" dijo el Dr. Ingoss.

Un segundo después, el carrito empezó a moverse con un zumbido.

-"¿Estás grabando esto, John?" preguntó Albert.

-"Pues claro" respondió John.

El trío observó en silencio. El carrito rodaba por la vía, deteniéndose en varios puntos donde las máquinas cogían el cuenco, lo volcaban sobre sus chimeneas superiores y lo colocaban bajo ellas. Dependiendo de la máquina, tomaba unos segundos o hasta diez minutos que el contenido fuera devuelto a los cuencos. Una máquina expulsaba arroz hervido en uno, verduras en juliana caían a otro, salsa exprimida a otro, un filete a la plancha salió de una, cerca del final. Cada máquina tenía una lámpara de calor enfocada en la comida que esperaba en el carrito para mantenerla templada.

La segunda máquina del final lo sirvió en un plato y el plato fue empujado cerca de ellos.

-"Observe, la comida está cocinada" dijo el Dr. Ingoss.

Albert admitió a sí mismo que, aunque la Maquina de Desnudar, como a Albert se le ocurrió llamarla, era un poco rara, ese filete tenía un aspecto delicioso. Las verduras brillaban con la cantidad perfecta de salsa. Incluso el arroz parecía perfectamente esponjoso. Su estómago ronroneó. Albert recordó las salidas de autopista que se habían saltado y las carrereras de convolución que les habían hecho llegar lo bastante tarde para que no pudieran almorzar.

-"¿Puedo probar un poquito?" preguntó Albert.

-"Por supuesto, pero cuando esté terminado" dijo el Dr. Ingoss. "Está cocinado pero no está listo. Programé a estos carritos para que paren aquí y así yo pueda comprobarlo. Control de calidad."

Dr. Ingoss sacó un termómetro de cocina de su bata de laboratorio y lo metió en las diferentes comidas. Se volvió a Albert y John, satisfecho.

"Un paso final es necesario. Esto va así" dijo él.

Un segundo después, el carrito se movió con un zumbido, rodando hasta la máquina final, la cual metió la comida perfecta del plato en su chimenea.

Un extraño quejido estridente salió de la máquina y luego, un líquido grís, una pasta pobremente mezclada salió a presión por debajo hasta un gran vaso de cristal. El cristal transparente permitía que un Albert repugnado viera el interior. El líquido parecía como esos excrementos de los gusanitos grises que se enrollan, un manojito de esferas, que Albert solía encontrar en la tierra cuando era niño.

-"Ahora está listo" dijo el Dr. Ingoss, con la sonrisa de un padre orgulloso.

Levantó el vaso hasta Albert, que arrugó la nariz y reprimió el reflejo de taparse la boca con mano. El olor de la deliciosa comida casera se había convertido en un mezcla de aceite de motor y tintes de carne poco hecha templada.

-"Qué le ha hecho usted a esto" dijo Albert, con el tono retórico del que hace una buena pregunta demasiado tarde. "¿Porqué le a hecho usted esto?" Su estómago también gruñía como protesta.

-"Dije yo antes, el proceso de comer y cocinar es molesto, demasiados mordiscos y demasiadas degluciones. Esto ha sido, ¿mayormente comido? Sí, mayormente comido. Triturado y comprimido. Ahorra tiempo y es más eficiente. La máquina con muchos cuchillos es mejor que la boca y los dientes tuyos o míos."

Albert probó un poco de la pasta para la cámara y casi enmascara su desagrado al descubrir que sabía exactamente como olía. Albert pensó brevemente que lo que el Dr. Ingoss había creado en realidad era una pasta aromática que podía destruir años de práctica fingiendo estar feliz ante la cámara.

-"Esto es una pasta deliciosa" dijo Albert. Él era un maestro del buen gusto. El reflejo de atragantarse le hizo sonar un poco ahogado pero consiguió soltar las palabras al fin.

-"¿Tiene algo de agua?" preguntó Albert.

-"Esto va así" dijo el Dr. Ingoss.

Un segundo después, se oyó un zumbido y un chorro de agua golpeó a Albert en la cara, empapando el micrófono. John saltó hacia atrás para protejer el equipo. Albert se se aclaró el agua de los ojos y miró hacia su origen. Unas gotas finales de agua caían de una manguera sujeta a un montaje móvil del techo.

-"Sí" dijo el Dr. Ingoss, sonriendo una vez más. "No hay que levantarse de la silla cuando se tenga sed."

-"Muy bonito" dijo Albert.

Su bonito traje de lana tardaría una eternidad hasta secarse. Uno de sus ojos parpadeó involuntariamente.

- "Vamos a seguir con esto."

Albert caminó hasta otra mesa y se giró para recoger un pequeño artefacto que parecía una nave con cohetes.

-"¿Esto despega de verdad?"

Albert le dió la vuelta, buscando un interruptor o palanca.

-"Espera. ¿Cuál es la frase mágica que usted usa? ¿Esa que activa las máquinas? Ah. Vale. Esto va así" dijo Albert.

El modelo de la nave a cochetes no hizo nada. Albert lo dejó en su sitio y se giró.

El Dr. Ingoss estaba completamente desnudo. Los brazos de la Máquina de Desnudar acababan de detener su zumbido.

-"Maldición" dijo Albert.

Indicó a John que apuntara la cámara arriba, arriba, fijando la toma en la sonrisa del Dr. Ingoss. Albert había tenido suficiente. Ocultó su impaciencia y rabia tras su compostura de reportero. Podía haber sido un presentador pero las políticas periodísticas habían arruinado su oportunidad. Ahora estaba aquí fuera con John grabando estos segmentos sentirse-bien rídiculos que, además, languidecían en el sótano por si nada de remoto interés sucedía durante el día.

Respiró profundamente y se apoyó en el umbral de una cápsula hueca con forma de huevo un poco mayor de una persona. Su superficie estaba fría y sobresalían brazitos de metal terminados en ganchos. Dentro era totalmente lisa con un desagüe en el suelo. Albert apoyó su cabeza en la cápsula. El frío metal le ayudaba a re-concentrarse. Tras un segundo, abrió sus ojos. El Dr. Ingoss había caminado hasta él, seguido por John.

-"Y, ¿Sobre qué funcionan estas máquinas, estas maravillosas máquinas de provecho, Dr. Ingoss?" dijo Albert.

-"Bueno, hay que engrasarlas ocasionalmente y recolocar un engranaje aquí y allí..."

-"Sí, pero, ¿con qué funcionan?"

El Dr. Ingoss parecía ignorarle y sólo cogía velocidad.

"...y hay que cambiar sus servo-motores y he probado con baterías y cosas de ese tipo y naturaleza pero, al final, un sistema circulatorio funciona mejor..."

-"¿Qué demonios les da energía?" preguntó Albert, perdiendo la compostura de nuevo.

-"-...y la gasolina funcionaba bien durante un tiempo pero yo necesitaba algo mejor y más conveniente. Algo que pudiera venir a mí por razones de optimizar la eficiencia. El transporte es un gran inconveniente."

-"¿Qué? ¿Una energía que va hacia usted? ¿Solar, Dr. Ingoss?"

-"No, las he ingeniado para recibir sus mayores reservas de energía de la sangre de reporteros curiosos."

-Albert arrugó la frente. Ingoss estaba hablando demasiado rápido para que pudiera seguirle.

-"¿de qué?"

-"Oh, bueno, es muy sencillo, se lo mostraré. Está justo de pie en la máquina" dijo el Dr. Ingoss, señalando a la cápsula.

"Esto va así."

Un segundo después, Albert oyó un ruído salir de la cápsula, un zumbido.


* * * * *
FIN