Toth
08-Nov-2014, 22:29
Les comparto este cuento breve que escribí hace poco tiempo y que intenta homenajear a Arthur C. Clarke y su magnífico cuento El Centinela que posteriormente inspiro la creación de 2001: odisea en el espacio.
Espero les guste.
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La Revelación
En honor a
Arthur C. Clarke.
Fue en el 2048 cuando un grupo de camarógrafos de National Geographic, descubrió el misterioso objeto plateado en los Valles Secos de la Antártida. Ellos se encontraban filmando el fascinante relieve que, según expertos de la NASA y otras agencias espaciales, era lo más semejante a Marte que se podría encontrar en la Tierra, lo cual proporcionaba un excelente campo de estudio con vistas al inminente viaje tripulado que se estaba planeando para visitar al planeta rojo. El lugar estaba rodeado por montañas y enormes glaciares a través de los cuales descendían ráfagas de aire feroces que, a lo largo de los siglos o tal vez milenios, habían esculpido las rocas dándoles figuras inimaginables que parecían desafiar a la gravedad o sacadas de museos de arte moderno. Sin embargo, todas las extrañas figuras que ahí se observaban eran objetos de lo más común al compararlos con el cono plateado, de no más de 2 metros de altura, empotrado en tres soportes, que yacía con su punta en dirección al suelo y que estaba envuelto por diez franjas de las cuales nueve despedían una luz verdosa y sólo la última, la que estaba más cercana a la punta, permanecía apagada. Los hombres que conformaban la expedición de National Geographic llegaron hasta el misterioso objeto, no atraídos por el destello de los rayos del Sol al chocar en él, ya que su superficie aparentemente metálica no los reflejaba, sino por las luces verdosas que lograron divisar al anochecer; y al contemplarlo, aunque nadie dijo una sola palabra en aquel crucial momento, todos supieron que su único origen posible debía ser el espacio exterior.
En primera instancia, National Geographic quiso divulgar lo que llamó “El Hallazgo Más Grande de Todos los Tiempos” al mundo entero, pero el gobierno de los Estados Unidos, caracterizado por entrometerse en asuntos de toda índole, lo impidió y de inmediato puso a los Valles Secos, sin importarle que fueran Patrimonio de la Humanidad, bajo su jurisdicción. Se montó un campamento entorno al cono plateado y se dispusieron laboratorios en los que se encontraban los científicos más astutos del planeta que iban desde astro-biólogos hasta físicos teóricos y programadores. Y al cabo de un mes de investigaciones, lo único que pudieron saber con certeza, fue que la antigüedad del objeto databa de más de 4000 millones de años atrás. Éste descubrimiento los estremeció, porque significaba que el cono plateado había aparecido en la Tierra incluso antes de la vida misma, que según las últimas estimaciones basadas en fósiles bacterianos encontrados en lava solidificada, había surgido hacia 3900 millones de años; y eso era algo con lo que las mentes humanas, tan acostumbradas a no quedarse con dudas, no podían lidiar. Por otro lado, tiempo más tarde, empleando la más sofisticada tecnología con que se disponía, supieron que el material de que estaba construido el artefacto, era una combinación de metales, no metales y actínidos, estos últimos, de forma enigmática, no emitían radiación como solían hacerlo al estar en unión con otros elementos; además, aquella excepcional mezcla de elementos, aunque no reflejaba los rayos del Sol, sí absorbía su energía. Los cálculos no pudieron arrojar la cantidad exacta de energía que almacenaba. Pero sin tener la cifra exacta, los científicos se estremecían porque sabían que era la recolectada a lo largo de millones de años.
Una vez agotados los recursos y la paciencia de los Estados Unidos y otros países que ya se habían sumado a la investigación, recurrieron a su último recurso-primero en muchas otras circunstancias-y, para tratar de revelar los secretos del cono plateado y, deduciendo que más que tratarse de una especie de bomba, se trataba de una batería, lo atacaron con lo último en armamento. El resultado, luego de incontables intentos, fue una mayor frustración de aquellos que se empeñaban en abrir lo que parecía ser la Caja de Pandora. Aprovechándose del desconcierto y la ausencia de ideas nuevas, National Geographic por fin pudo divulgar “El Hallazgo Más Grande de Todos los Tiempos”.
El mundo recibió la noticia en víspera de navidad del 2049, y al instante se convirtió en el único tema de conversación. Las especulaciones que se generaron alrededor del origen del artefacto fueron más variadas que cualquier otra cosa con la que la humanidad se hubiera enajenado antes. Sin embargo, a pesar de que las teorías iban desde disparates tales como: que todo era un escenario dispuesto por el gobierno para apartar las miradas y las opiniones de la posible Tercera Guerra Mundial que se gestaba, hasta que era el vestigio de la primera civilización que había vivido sobre las faz de la Tierra; en el fondo todos sabían que el misterioso objeto había llegado de alguna de las millones de estrellas que los rodeaban y eso les provocaba un miedo silencioso pero inquietante.
Los gobiernos, fatigados por su fracaso, desistieron en sus investigaciones y se replegaron a sus respectivas trincheras para trabajar, cada quien por su cuenta, como si se tratara de una competencia, en la elaboración de un ponte rayo láser que, según los cálculos e hipótesis, sería capaz de perforar al cono plateado. Esta aparente tregua entre el artefacto cósmico y los líderes de los humanos, fue aprovechado por los medios de comunicación que inundaron al planeta con información-la mayoría de ella poco veraz-, y que plantaron cámaras y micrófonos que transmitían las 24 horas del día, para no perder un solo detalle de lo acontecido en los Valles Secos.
Como era de esperarse, el mundo comenzó a girar alrededor del cono plateado; se transformó en el tema de moda e inspiró muchas canciones, series de televisión, películas, caricaturas, novelas, cuentos, diseños de ropa, diseños de autos, diseños de joyas, juguetes, aparatos tecnológicos, edificaciones, incuantificables obras de arte y supuestas obras de arte, surgimientos de cultos, sectas, religiones, grupos políticos y sociales, mitos, leyendas, marcas de miles de productos y el nacimiento de una pandemia de sitios absurdos en internet, entre muchas otras cosas. Incluso a aquella época se le empezó a llamar el Siglo Cónico y diversos intelectuales-y otros no tanto-, propusieron que la fecha en que se descubrió el artefacto se encargara de marcar una nueva pauta en la línea del tiempo de la humanidad, así como lo había hecho el nacimiento de Jesucristo en su momento.
Para la víspera de navidad del 2050, diversas agencias ya habían invertido gran parte de su capital en organizar excursiones a los Valles Secos de la Antártida, donde los campamentos gubernamentales ya habían sido reemplazados por complejos turísticos que incluían hoteles, museos y un pequeño parque de diversiones, todos impregnados con la tendencia arquitectónica denominada conicidad. Así, el continente helado, con el peor clima del mundo, se convirtió en el principal destino de los turistas. Y no importaba la clase social a la que perteneciera la gente, las agencias de viajes se encargaron de crear paquetes que le permitían prácticamente a cualquier individuo realizar el Gran Viaje.
Pero como toda moda, para el 2053, tan sólo 5 años después del hallazgo del artefacto, la conicidad ya había quedado olvidada. La humanidad regresó a su estado basal y los gobiernos desaceleraron sus ímpetus en la creación del láser esperanzador. Los días volvieron a transcurrir como siempre y, salvo algunas guerras, desastres naturales, muertes de algunos personajes influyentes y otros cuantos sucesos relevantes como el nombramiento de un nuevo Papa que aceptó que el infierno no existía, la desintegración de la Unión Europea y el resurgimiento-tal vez intencional-de la viruela en países del Medio Oriente, la Tierra continuó con su andar en calma. Fue hasta el año 2068 cuando el viejo temor injustificado retornó en forma de una enorme nave espacial.
Nadie supo el momento preciso de su aparición, simplemente el 27 de abril de dicho año, a plena luz del día, cuando algunas personas de América le echaron un vistazo al cielo, se quedaron con la boca abierta al ver a la nave, unas cinco veces más grande que la Luna, con forma de tetraedro irregular, quieta más allá de la atmósfera terrestre. Sus contornos y aristas estaban bien definidas, sin embargo, debido a la distancia que la separaba de la Tierra hasta aquel momento desconocida, lucía como construida con las propias nubes del cielo; era como un espejismo, algo que al cerrar y volver a abrir los ojos la gente esperaba ya no estuviera ahí. Pero eso no ocurría, la nave permanecía estática y todos la pudieron observar, tanto de día con su aspecto fantasmal, como de noche con sus luces encendidas que la camuflaban con el firmamento y la hacían parecer una nueva constelación. Y a pesar de que ahora las miradas estaban fijas en el cielo y que un sinfín de nuevas especulaciones y temores resurgieron, una parte del pensamiento humano regresaba al cono plateado porque, sin importar que no tuvieran ningún argumento ni ninguna prueba, todos sabían que el diminuto artefacto de la Antártida y la gigantesca nave estaban relacionados.
Un día después del aparecimiento de la nave, los telescopios y computadoras humanas dedujeron que tenía un diámetro de unos 1100 kilómetros-poco menos que un tercio del que posee la Luna-; y que su distancia con respecto a la Tierra era de aproximadamente 200,000 kilómetros, algo así como la mitad de la que existe con respecto a su satélite natural.
Contrario a lo que ocurrió con el cono plateado que, aunque sí infligió cierto temor en los humanos pasó a transformarse en una tendencia social que llegó hasta lo absurdo, la presencia de la nave, prueba irrefutable de que no estaban solos en el universo, los desquició; nadie podía vivir con la idea de que estaba siendo observado y, sobre todo, de no saber el porqué era observado. Dicha situación se llevó abajo la frágil estabilidad de la humanidad en un par de días. Un caos se apoderó de las ciudades y todas las partes de la sociedad formaron parte de él. Mientras las calles eran tomadas por la gente más radical que, más que otra cosa, sólo causaba desmanes, el resto de las personas, sabiendo que la nave auguraba un cambio que posiblemente podría ser malo, se resguardaba en sus casas y permanecían abrazados frente al televisor, viendo los pobres intentos de los noticieros por cubrir todo lo que ocurría.
Las tentativas de comunicación con la nave no tuvieron respuesta y, ante su impotencia y miedo, así como lo habían hecho con el cono plateado, los gobiernos empezaron a organizar un ataque. Fue entonces que todos los artefactos del planeta capaces de transmitir video mostraron, simultáneamente, al solitario artefacto cónico, con sus nueve anillos luminosos parpadeando de una forma secuencial que indicaba un flujo de luz de arriba hacia abajo. La proyección duró un par de minutos y luego en las pantallas aparecieron una serie de símbolos extraños, nunca antes vistos en la Tierra que, dependiendo de su lector, se transformaron a caracteres del idioma correspondiente; así toda la humanidad pudo leer lo siguiente:
CUANDO SU ESTRELLA ERA TODAVÍA MÁS JOVEN
LE REGALAMOS EL GRAN DON A ESTE PLANETA.
USTEDES TENÍAN QUE ALCANZAR LAS ESTRELLAS,
PERO EN LUGAR DE ELLO,
DESPUÉS DE MILLONES DE AÑOS DE EVOLUCIÓN,
CUANDO PUDIERON HABERLO LOGRADO,
LO MALGASTARON EN VANALIDADES.
NO CONSIGUIERON LA ELEVACIÓN.
EL TIEMPO SE LES HA TERMINADO.
Los humanos ni siquiera tuvieron tiempo de digerir el mensaje, porque apenas concluyó, en las pantallas reapareció el cono plateado. Sus anillos de luz verde ya parpadeaban muy rápido y continuaban incrementando la velocidad. Entonces el décimo anillo se encendió, los otros anillos dejaron de parpadear, permanecieron emitiendo su luz y de la punta del artefacto se disparó un rayo verde que penetró hasta el núcleo del planeta. El suelo enteró, con sus mares y montañas encima se cimbró, los volcanes, despiertos o dormidos, escupieron fuego como nunca antes, y la humanidad vio por última vez el cielo y a la nave del génesis y el apocalipsis en él.
Espero les guste.
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La Revelación
En honor a
Arthur C. Clarke.
Fue en el 2048 cuando un grupo de camarógrafos de National Geographic, descubrió el misterioso objeto plateado en los Valles Secos de la Antártida. Ellos se encontraban filmando el fascinante relieve que, según expertos de la NASA y otras agencias espaciales, era lo más semejante a Marte que se podría encontrar en la Tierra, lo cual proporcionaba un excelente campo de estudio con vistas al inminente viaje tripulado que se estaba planeando para visitar al planeta rojo. El lugar estaba rodeado por montañas y enormes glaciares a través de los cuales descendían ráfagas de aire feroces que, a lo largo de los siglos o tal vez milenios, habían esculpido las rocas dándoles figuras inimaginables que parecían desafiar a la gravedad o sacadas de museos de arte moderno. Sin embargo, todas las extrañas figuras que ahí se observaban eran objetos de lo más común al compararlos con el cono plateado, de no más de 2 metros de altura, empotrado en tres soportes, que yacía con su punta en dirección al suelo y que estaba envuelto por diez franjas de las cuales nueve despedían una luz verdosa y sólo la última, la que estaba más cercana a la punta, permanecía apagada. Los hombres que conformaban la expedición de National Geographic llegaron hasta el misterioso objeto, no atraídos por el destello de los rayos del Sol al chocar en él, ya que su superficie aparentemente metálica no los reflejaba, sino por las luces verdosas que lograron divisar al anochecer; y al contemplarlo, aunque nadie dijo una sola palabra en aquel crucial momento, todos supieron que su único origen posible debía ser el espacio exterior.
En primera instancia, National Geographic quiso divulgar lo que llamó “El Hallazgo Más Grande de Todos los Tiempos” al mundo entero, pero el gobierno de los Estados Unidos, caracterizado por entrometerse en asuntos de toda índole, lo impidió y de inmediato puso a los Valles Secos, sin importarle que fueran Patrimonio de la Humanidad, bajo su jurisdicción. Se montó un campamento entorno al cono plateado y se dispusieron laboratorios en los que se encontraban los científicos más astutos del planeta que iban desde astro-biólogos hasta físicos teóricos y programadores. Y al cabo de un mes de investigaciones, lo único que pudieron saber con certeza, fue que la antigüedad del objeto databa de más de 4000 millones de años atrás. Éste descubrimiento los estremeció, porque significaba que el cono plateado había aparecido en la Tierra incluso antes de la vida misma, que según las últimas estimaciones basadas en fósiles bacterianos encontrados en lava solidificada, había surgido hacia 3900 millones de años; y eso era algo con lo que las mentes humanas, tan acostumbradas a no quedarse con dudas, no podían lidiar. Por otro lado, tiempo más tarde, empleando la más sofisticada tecnología con que se disponía, supieron que el material de que estaba construido el artefacto, era una combinación de metales, no metales y actínidos, estos últimos, de forma enigmática, no emitían radiación como solían hacerlo al estar en unión con otros elementos; además, aquella excepcional mezcla de elementos, aunque no reflejaba los rayos del Sol, sí absorbía su energía. Los cálculos no pudieron arrojar la cantidad exacta de energía que almacenaba. Pero sin tener la cifra exacta, los científicos se estremecían porque sabían que era la recolectada a lo largo de millones de años.
Una vez agotados los recursos y la paciencia de los Estados Unidos y otros países que ya se habían sumado a la investigación, recurrieron a su último recurso-primero en muchas otras circunstancias-y, para tratar de revelar los secretos del cono plateado y, deduciendo que más que tratarse de una especie de bomba, se trataba de una batería, lo atacaron con lo último en armamento. El resultado, luego de incontables intentos, fue una mayor frustración de aquellos que se empeñaban en abrir lo que parecía ser la Caja de Pandora. Aprovechándose del desconcierto y la ausencia de ideas nuevas, National Geographic por fin pudo divulgar “El Hallazgo Más Grande de Todos los Tiempos”.
El mundo recibió la noticia en víspera de navidad del 2049, y al instante se convirtió en el único tema de conversación. Las especulaciones que se generaron alrededor del origen del artefacto fueron más variadas que cualquier otra cosa con la que la humanidad se hubiera enajenado antes. Sin embargo, a pesar de que las teorías iban desde disparates tales como: que todo era un escenario dispuesto por el gobierno para apartar las miradas y las opiniones de la posible Tercera Guerra Mundial que se gestaba, hasta que era el vestigio de la primera civilización que había vivido sobre las faz de la Tierra; en el fondo todos sabían que el misterioso objeto había llegado de alguna de las millones de estrellas que los rodeaban y eso les provocaba un miedo silencioso pero inquietante.
Los gobiernos, fatigados por su fracaso, desistieron en sus investigaciones y se replegaron a sus respectivas trincheras para trabajar, cada quien por su cuenta, como si se tratara de una competencia, en la elaboración de un ponte rayo láser que, según los cálculos e hipótesis, sería capaz de perforar al cono plateado. Esta aparente tregua entre el artefacto cósmico y los líderes de los humanos, fue aprovechado por los medios de comunicación que inundaron al planeta con información-la mayoría de ella poco veraz-, y que plantaron cámaras y micrófonos que transmitían las 24 horas del día, para no perder un solo detalle de lo acontecido en los Valles Secos.
Como era de esperarse, el mundo comenzó a girar alrededor del cono plateado; se transformó en el tema de moda e inspiró muchas canciones, series de televisión, películas, caricaturas, novelas, cuentos, diseños de ropa, diseños de autos, diseños de joyas, juguetes, aparatos tecnológicos, edificaciones, incuantificables obras de arte y supuestas obras de arte, surgimientos de cultos, sectas, religiones, grupos políticos y sociales, mitos, leyendas, marcas de miles de productos y el nacimiento de una pandemia de sitios absurdos en internet, entre muchas otras cosas. Incluso a aquella época se le empezó a llamar el Siglo Cónico y diversos intelectuales-y otros no tanto-, propusieron que la fecha en que se descubrió el artefacto se encargara de marcar una nueva pauta en la línea del tiempo de la humanidad, así como lo había hecho el nacimiento de Jesucristo en su momento.
Para la víspera de navidad del 2050, diversas agencias ya habían invertido gran parte de su capital en organizar excursiones a los Valles Secos de la Antártida, donde los campamentos gubernamentales ya habían sido reemplazados por complejos turísticos que incluían hoteles, museos y un pequeño parque de diversiones, todos impregnados con la tendencia arquitectónica denominada conicidad. Así, el continente helado, con el peor clima del mundo, se convirtió en el principal destino de los turistas. Y no importaba la clase social a la que perteneciera la gente, las agencias de viajes se encargaron de crear paquetes que le permitían prácticamente a cualquier individuo realizar el Gran Viaje.
Pero como toda moda, para el 2053, tan sólo 5 años después del hallazgo del artefacto, la conicidad ya había quedado olvidada. La humanidad regresó a su estado basal y los gobiernos desaceleraron sus ímpetus en la creación del láser esperanzador. Los días volvieron a transcurrir como siempre y, salvo algunas guerras, desastres naturales, muertes de algunos personajes influyentes y otros cuantos sucesos relevantes como el nombramiento de un nuevo Papa que aceptó que el infierno no existía, la desintegración de la Unión Europea y el resurgimiento-tal vez intencional-de la viruela en países del Medio Oriente, la Tierra continuó con su andar en calma. Fue hasta el año 2068 cuando el viejo temor injustificado retornó en forma de una enorme nave espacial.
Nadie supo el momento preciso de su aparición, simplemente el 27 de abril de dicho año, a plena luz del día, cuando algunas personas de América le echaron un vistazo al cielo, se quedaron con la boca abierta al ver a la nave, unas cinco veces más grande que la Luna, con forma de tetraedro irregular, quieta más allá de la atmósfera terrestre. Sus contornos y aristas estaban bien definidas, sin embargo, debido a la distancia que la separaba de la Tierra hasta aquel momento desconocida, lucía como construida con las propias nubes del cielo; era como un espejismo, algo que al cerrar y volver a abrir los ojos la gente esperaba ya no estuviera ahí. Pero eso no ocurría, la nave permanecía estática y todos la pudieron observar, tanto de día con su aspecto fantasmal, como de noche con sus luces encendidas que la camuflaban con el firmamento y la hacían parecer una nueva constelación. Y a pesar de que ahora las miradas estaban fijas en el cielo y que un sinfín de nuevas especulaciones y temores resurgieron, una parte del pensamiento humano regresaba al cono plateado porque, sin importar que no tuvieran ningún argumento ni ninguna prueba, todos sabían que el diminuto artefacto de la Antártida y la gigantesca nave estaban relacionados.
Un día después del aparecimiento de la nave, los telescopios y computadoras humanas dedujeron que tenía un diámetro de unos 1100 kilómetros-poco menos que un tercio del que posee la Luna-; y que su distancia con respecto a la Tierra era de aproximadamente 200,000 kilómetros, algo así como la mitad de la que existe con respecto a su satélite natural.
Contrario a lo que ocurrió con el cono plateado que, aunque sí infligió cierto temor en los humanos pasó a transformarse en una tendencia social que llegó hasta lo absurdo, la presencia de la nave, prueba irrefutable de que no estaban solos en el universo, los desquició; nadie podía vivir con la idea de que estaba siendo observado y, sobre todo, de no saber el porqué era observado. Dicha situación se llevó abajo la frágil estabilidad de la humanidad en un par de días. Un caos se apoderó de las ciudades y todas las partes de la sociedad formaron parte de él. Mientras las calles eran tomadas por la gente más radical que, más que otra cosa, sólo causaba desmanes, el resto de las personas, sabiendo que la nave auguraba un cambio que posiblemente podría ser malo, se resguardaba en sus casas y permanecían abrazados frente al televisor, viendo los pobres intentos de los noticieros por cubrir todo lo que ocurría.
Las tentativas de comunicación con la nave no tuvieron respuesta y, ante su impotencia y miedo, así como lo habían hecho con el cono plateado, los gobiernos empezaron a organizar un ataque. Fue entonces que todos los artefactos del planeta capaces de transmitir video mostraron, simultáneamente, al solitario artefacto cónico, con sus nueve anillos luminosos parpadeando de una forma secuencial que indicaba un flujo de luz de arriba hacia abajo. La proyección duró un par de minutos y luego en las pantallas aparecieron una serie de símbolos extraños, nunca antes vistos en la Tierra que, dependiendo de su lector, se transformaron a caracteres del idioma correspondiente; así toda la humanidad pudo leer lo siguiente:
CUANDO SU ESTRELLA ERA TODAVÍA MÁS JOVEN
LE REGALAMOS EL GRAN DON A ESTE PLANETA.
USTEDES TENÍAN QUE ALCANZAR LAS ESTRELLAS,
PERO EN LUGAR DE ELLO,
DESPUÉS DE MILLONES DE AÑOS DE EVOLUCIÓN,
CUANDO PUDIERON HABERLO LOGRADO,
LO MALGASTARON EN VANALIDADES.
NO CONSIGUIERON LA ELEVACIÓN.
EL TIEMPO SE LES HA TERMINADO.
Los humanos ni siquiera tuvieron tiempo de digerir el mensaje, porque apenas concluyó, en las pantallas reapareció el cono plateado. Sus anillos de luz verde ya parpadeaban muy rápido y continuaban incrementando la velocidad. Entonces el décimo anillo se encendió, los otros anillos dejaron de parpadear, permanecieron emitiendo su luz y de la punta del artefacto se disparó un rayo verde que penetró hasta el núcleo del planeta. El suelo enteró, con sus mares y montañas encima se cimbró, los volcanes, despiertos o dormidos, escupieron fuego como nunca antes, y la humanidad vio por última vez el cielo y a la nave del génesis y el apocalipsis en él.