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Blasero1
27-Oct-2013, 18:39
-Vamos…
El soldado con armadura de combate avanzó por el corredor, bajo la cobertura de las ráfagas de proyectiles del compañero. Quien de rodillas y apostado en la esquina, acribillaba a los espeluznantes mutantes que salían de la sala del comedor. Los casquillos expulsados del fúsil de asalto caían humeantes y rebotaban en el suelo, al mismo tiempo que los espantosos humanos eran descuartizados por la munición perforadora en el umbral de la compuerta atascada. Días antes, allí comían los colonos mineros de la estación espacial Edén.
-Adelante cariño… -escuchó por la emisora.
El soldado más grande y corpulento, abandonó su posición en la retaguardia para dirigirse al siguiente corredor, donde ya esperaba su compañera, asegurando la zona, apuntaba con el arma automática.
-Estamos cerca de los módulos de salvamentos. Echa un vistazo al niño, por favor -solicitó, girando en el sitio. Acto seguido, las planchas metálicas de la mochila que cargaba a espaldas se articularon y descubrieron entonces el cristal de la incubadora robótica con el recién nacido. Dormía, conectado por distintas vías el soporte médico, atrapado en la sustancia gelatinosa transparente para afianzarle en el interior.
-Bien… nuestro hijo se mantiene estable -la mujer soldado rozaba el cristal y después de pulsar la pantalla táctil, las corazas cerraron la incubadora portátil- ¿Y cómo ves a la niña? -El soldado se dio la media vuelta para mostrar su mochila. Se desacoplaron las protecciones y dejaron al descubierto la otra incubadora con el bebé dentro, descansando de manera idéntica que su hermano.
-También estable…
-¿Cuánta munición te queda? -comunicó la mujer, a la vez que el blindaje de la mochila se unía otra vez.
-Tres cargadores… ¿y a ti?
-Dos… -transmitió con voz temblorosa- ¡No resistiremos más oleadas de esos monstruos!
El soldado con los guantes acorazados sujetó el casco de su compañera. Se fueron levantado las diferentes pantallas de protección hasta quedar la última transparente. Esbozando una sonrisa, los ojos marrones se reflejaron en aquel momento en la visera plateada enfrente de él.
-Cariño, hemos llegado aquí ¿no? Somos los últimos supervivientes y conseguiremos escapar. Estamos a un paso de conseguirlo. Ahora no nos rendiremos ¿de acuerdo?
-¿Por qué tuvieron que encontrar las ruinas extraterrestres? -repuso.
-Tarde o temprano la explotación minera daría con la pirámide subterránea. Ha sido cuestión de tiempo.
-¿Y por qué tuvieron que subir a la estación espacial el maldito sarcófago? ¿Quién ha sido el responsable de abrirlo? ¡Responsables de que la criatura portadora de la enfermedad se escapara de su confinamiento e infectara y propagara la peste mutante a 1500 civiles! Entre ellos, familiares y amigos nuestros, además de los compañeros militares -sollozaba.
-Vamos… no hay tiempo que perder…
Los soldados anduvieron el corredor, apenas iluminado por las luces rojas de emergencia, entre las diferentes salas del complejo. Se cubrieron cuando las compuertas estuvieron abiertas a la oscuridad. Sin embargo, hubo suerte pues no encontraron más mutantes en el camino hacia los muelles de embarque. Ambos comenzaron a correr nada más entrar en el hangar con las naves de salvamento, pero justo en aquel momento, por todos los accesos aparecieron terroríficas criaturas que les obligaron a abandonar su propósito y escapar por el único pasillo libre.
Los soldados arrinconados por la muchedumbre monstruosa, tomaron la decisión de seguir su huida por la pared del recinto. Gracias al sistema de botas electromagnéticas y los rayos tractores del traje de combate, gestionados por diferentes microordenadores, corrieron la superficie vertical hacia un conducto de ventilación. Sin embargo, pronto se vieron rodeados por las bestias trepadoras que impedían el paso.
-¡Cariño, rápido, dame tus cargadores de perforantes y prepara tu pistola de cable! -ordenó.
-Pero…
-¡No hay tiempo! ¡Vamos, confía en mí! -transmitió mientras las bestias de tentáculos punzantes les cercaban- ¡Y engánchate a mi arnés de seguridad!
Comenzó entonces a disparar alrededor de la superficie que pisaban, a medida que los infectados se aproximaban. Habiendo gastado el último cargador, los numerosos engendros, de varias cabezas humanas y cuerpo esquelético que con sus extremidades arácnidas se adherían a la pared, desplegaban sus aguijones de la columna vertebral dispuesto a picarles. En aquel momento, el soldado daba un pisotón y cedía el área agujereada para ambos ser expulsados al espacio exterior por el escape de aire presurizado, junto con el torrente de mutantes tras de si.
Los soldados, unidos por el cordón de seguridad, giraron descontrolados en el vacío. Al tiempo que uno de éstos disparó la pistola de cable con la fortuna de alcanzar las antenas de la torre de comunicación inutilizada.
Las luces exteriores perfilaban la estación espacial Edén, en órbita estacionaria al satélite del gigantesco planeta volátil. Los astronautas, gracias a la singularidad del traje, se veían reflejados en los descomunales paneles que captaban los rayos solares de aquel sistema planetario perdido en la Vía Láctea. Arrastrados por el cable que se enrrollaba en el tambor de la pistola, hacia las antenas. Una vez allí, por medio de la energía de las botas y haz electromagnéticos, anduvieron la torre hasta alcanzar la base. Prosiguieron por el fuselaje, camino del próximo muelle con la nave auxiliar aún atracada.
-¡Echemos un vistazo! -comunicó la mujer, desenganchando el cordón de seguridad de su compañero.
Caminando lentamente sobre la nave espacial, uno de ellos se dedicó a inspeccionar la cabina desde el exterior, alumbrando con su linterna, mientras el otro ojeaba por las ventanillas.
-¡A simple vista no hay presencias hostiles! -transmitía a la mujer soldado.
-¡Nada en cabina! -respondía a su compañero-. Entraré por la escotilla de carga junto a los motores, con sumo cuidado, pues como bien sabes los mutantes son invisibles a nuestros sensores y sistemas de rastreo.
-De acuerdo…
El soldado del espacio se puso de rodillas e introdujo los códigos de seguridad en el panel, a continuación, girando la manivela, se abría la escotilla. Después de alumbrar el interior, sumido en penumbras, descendió despacio las escalerillas. Cuchillo en mano e iluminando con su linterna, inspeccionó el módulo de carga. Tras echar un primer vistazo por la ventanilla de la compuerta, la abrió para continuar por las diferentes habitáculos de la nave y sin rastro de los tripulantes o mutantes, llegó a la cabina de pilotaje vacía.
Horas más tarde de navegación estelar, Mariela e Isaac en silencio, después de haberse aseado al igual que a sus hijos, comer y descansar, preparaban las cápsulas de hibernación momentos previos a que el piloto automático diera el salto al hiperespacio, rumbo a la Tierra. Mariela semidesnuda, tras programar las cápsulas de los bebés, se dirigió a la cámara de su marido con la tapa abierta, ya tumbado.
-Que descanses... -besó la frente de Isaac y se percató entonces de la herida que supuraba líquido verdoso...

Itzhaqua
30-Oct-2013, 07:22
Buf, creo que necesita un repaso intensivo o dos.

- Faltan y sobran tildes
- Hay que añadir muchos los signos de puntuación y cambiar otros de sitio
- Hay reiteraciones, intenta buscar sinónimos o expresiones para ellas

Respecto a la historia, solo he leido un trozo, repasa la gramática y lo intento otra vez.

Blasero1
30-Oct-2013, 13:09
Gracias por la lectura y opinión!!!

Blasero1
31-Oct-2013, 00:50
Jooooooerrr, después de repasarlo, esta es la versión final!!! Muchas gracias!!!!! Saludos!!!!!

incursora
31-Oct-2013, 13:16
En este relato solo me interesaba la parte final, es decir, cómo saldrían de allí y qué ocurriría.
La frase final me choca un poco porque está conjugado en un tiempo como durativo o progresivo que no es necesario. Bastaba con que se dejará en pasado como "besó" y "se percató". :ejemje:

Por lo demás todo bien.

¡Saludo!:gracias:

Blasero1
01-Nov-2013, 18:23
Graciaaaaaaaassssssssss!!