Efecto placebo: el poder terapéutico de la mente

Efecto placebo: el poder terapéutico de la mente

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Una sustancia que, “careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este la recibe convencido de que posee realmente tal acción”, es, por definición, un placebo. En el siglo XVIII los médicos recurrían a prescribir píldoras sin acción curativa cuando no disponían de ningún medicamento adecuado, algo que ocurría con relativa frecuencia. Su intención no era engañar al paciente, sino intentar fomentar en él un proceso curativo natural.
En los últimos años las técnicas de neuroimagen han mostrado que la mejoría que induce el placebo es real y no una mera percepción subjetiva. Y es que las expectativas del paciente son capaces de “mitigar el dolor a través de la liberación de endorfinas, que son analgésicos naturales producidos por el organismo. Mejoran también la función motora de los pacientes con párkinson mediante la liberación de dopamina, que es precisamente la sustancia que falta en esta patología y la que se suministra para tratarla”, como explicaba Raúl de la Fuente Fernández, que fue el primero en demostrar, junto con John Stoessl, que el placebo tiene un efecto evidente en los pacientes con Parkinson, una observación que publicaron en 2001 en la revista “Science”.
En realidad, la “fe” del paciente es la que moviliza todas esas sustancias que forman parte de la química cerebral. “Se trata de un efecto general en la medicina que afecta a muchas patologías, entre ellas la esclerosis múltiple o la epilepsia. En la enfermedad de Parkinson el efecto placebo puede llegar al 50-60%”, explica José Obeso, neurólogo de la clínica Universitaria de Navarra, que participó en el simposio “Retos de la Neurociencia en el siglo XXI. Como media se considera que este poder terapéutico de la mente es de un 30% en esta patología, aunque el efecto aumenta “con las expectativas del paciente y la credibilidad del médico”, matiza Obeso.
Cuanto más intenso sea el tratamiento y cuanto más espere el paciente de ese tratamiento, mayor será el efecto placebo.

placebo

En la enfermedad de Parkinson se pierde un número muy alto de las neuronas que producen la dopamina necesaria para el movimiento. Sin embargo, las neuronas más implicadas en el control de los aspectos emocionales son con mucho las que menos se pierden y bastante más tarde, explica Obeso. Hay un residuo importante, de neuronas que explican muchas observaciones anecdóticas como esta en la enfermedad de Parkinson.
¿Se podría “domesticar” ese efecto sanador que origina el placebo y utilizarlo de forma controlada? De momento no es posible, opina Obeso. “Todos los médicos [y en general los profesionales de la salud] manejamos el impacto del efecto placebo de manera positiva y conveniente en circunstancias muy concretas y puntuales. Pero no hay nadie que pueda manejarlo para que dure doce meses. Es verdad que si se comprendiera mejor el mecanismo mediante el que se puede producir una mejoría tan marcada, permitiría que el paciente mejorase de una manera “natural”, ya que no se le ha suministrado nada. Desde ese punto de vista sí que es relevante entender cómo sucede y cuáles son los mecanismos, porque significa que el sistema nervioso de esa persona tiene una capacidad de mejoría manifiesta”.
Y, a diferencia de algunos fármacos, el efecto placebo comienza casi de inmediato. Es lo que ocurre cuando se compara con la fluoxetina, uno de los fármacos antidepresivos más utilizados para combatir la depresión. Sin embargo, este antidepresivo necesita de cuatro a seis semanas para hacer efecto. Como contrapartida, el placebo activa menos áreas del cerebro y sus beneficios desaparecen antes. Tal vez la clave para mantener en el tiempo la acción sanadora del placebo esté en esa "fe ciega" que mueve montañas... y también neurotransmisores cerebrales.

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