Júpiter es más antiguo que el sol

Júpiter es más antiguo que el sol

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Han determinado que Júpiter, es el planeta más antiguo del Sistema Solar. Y no solo eso, resulta que es más antiguo que el propio sol. ¿Cómo? ¡Eso no es posible! Pues, parece ser que sí... ahora lo veréis:



Hasta ahora se pensaba que Júpiter se formó al mismo tiempo que el resto del Sistema Solar, como resultado de un gran disco de gas y polvo que se encontraba girando. Y aunque muchos modelos habían determinado que Júpiter se formó muy temprano, hasta ahora su formación no había sido fechada.

Las últimas pruebas sugieren que este gigante gaseoso es más veterano que el Sol; es decir, se formó antes de que el propio Sol empezara a brillar. En ese momento, el Sol era aún una protoestrella, y no tenía la densidad suficiente como para que en su interior comenzara el proceso de fusión del hidrógeno.

Si pudiéramos volver atrás en el tiempo (cuando nuestro Sol apenas era una joven estrella), seríamos capaces de observar una estructura en forma de disco de gas y polvo alrededor del astro. Los minúsculos granos que flotaban en la nebulosa primigenia, se fueron agregando poco a poco formando núcleos sólidos a partir de los cuales nacieron los diferentes planetas del sistema solar. Según este proceso (conocido como modelo de acreción), los diferentes agregados fueron capturando el material que había a su alrededor, empujados por la fuerza de la gravedad.

Ahora se ha descubriendo (o parece ser, vamos a ser prudentes), que Júpiter creció de forma extremadamente rápida tras el nacimiento del Sistema Solar hace 4.567 millones de años: en menos de un millón de años alcanzó un tamaño de unas 20 masas terrestres, y unos tres millones de años después, alcanzó su tamaño máximo de más de 300 masas terrestres. La Tierra, en cambio, necesitó unos 100 millones de años para formarse.
El caso es que Júpiter es el planeta más antiguo del sistema solar, y ahora parece que su núcleo sólido (al que le siguió de un periodo de acumulación de capas de gas a su alrededor), se formó incluso antes de que la nebulosa solar se disipara.

Vamos a explicar cómo sabemos esto:
Resulta que existen dos clases de meteoritos de hierro, y ambos tipos se formaron por separado en el interior de la nube de polvo y gas de la que surgió nuestro Sistema planetario.
Estas dos familias de meteoritos representan dos reservas genéticamente diferentes dentro de la nebulosa original, que existieron al mismo tiempo pero que no llegaron a mezclarse. ¿Y por qué no se mezclaron?
Bien. Los fragmentos de meteoritos que se han estudiado, proceden de regiones diferentes del sistema solar, una dentro de la órbita del gigante gaseoso y otra situada más allá de Júpiter. La composición de sus isótopos, ha servido como 'huella genética' para deducir  que la explicación más plausible para esta separación física, es la formación de Júpiter entre ambas.

Como no tenemos muestras de Júpiter (en contraste con otros cuerpos del sistema solar como la Tierra, Marte, la luna y otros asteroides), se han estudiado estos asteroides para concretar la edad del gigante gaseoso.
Sobra decir que los isótopos radiactivos se van desintegrando a un ritmo bien conocido por los astrónomos, así que de esta manera, han podido medir su edad.

Las mediciones de isótopos han permitido demostrar que los asteroides derivan originalmente de dos regiones diferenciadas del Sistema Solar: una del interior y otra del exterior de la órbita de Júpiter. Y según los científicos, el mecanismo más plausible para explicar que estos dos discos permanecieran separados, como digo, es la aparición de Júpiter entre ellos dos (que abrió un hueco en el disco de acreción, impidiendo el intercambio de material entre los dos depósitos).

Después del análisis de isótopos, sabemos que estos asteroides se formaron entre uno y cuatro millones después de la creación del Sistema Solar, por lo que si Júpiter actuó como una barrera contra el transporte de material a través del disco, deben ser contemporáneos.

Además de esto, resulta que la rápida formación del gigante gaseoso evitó que se incorporase más material sólido a la zona interior del sistema solar, lo que explicaría también, por qué los planetas interiores rocosos son tan pequeños (y por qué el Sistema Solar carece de super-Tierras). Júpiter también ha protegido (y protege) a la Tierra, del impacto de cometas y otros cuerpos celestes.

Para los investigadores, haber sido capaces de fijar una fecha para la formación del planeta más grande de nuestro sistema, permitirá llevar a cabo análisis más detallados de cómo su presencia afectó al nacimiento y desarrollo del resto de los planetas (incluido, obviamente el nuestro).

Recientemente, también han descubierto dos nuevas lunas de este planeta, que eleva a 69 el número total de satélites conocidos en torno al gigante gaseoso.
Júpiter mantiene así el récord de planeta con el mayor número de lunas identificadas en el sistema solar (aunque le sigue de cerca Saturno, con 62 satélites confirmados).
Las observaciones indican que sus tamaños son de 2 km y 1 km respectivamente, y que sus órbitas son altamente irregulares.
Sus movimientos son contrarios al del giro del planeta, y al de las órbitas de los mayores satélites interiores. Esto indica que estos pequeños satélites son cuerpos que quedaron atrapados en el enorme campo gravitatorio de Júpiter en el pasado.
 
A todo esto, Juno nos ha revelado que los modelos teóricos del interior de Júpiter que teníamos hasta ahora, son incompletos o directamente erróneos. Un campo magnético descomunal (10 veces el de la Tierra y el doble de fuerte de lo esperado), y un campo gravitatorio que no se ajusta a las predicciones, etc... son algunas de las novedades a destacar.
También sus polos (que son distintos a los de Saturno) nos han sorprendido, pues se ha demostrado que están cubiertos por decenas de tormentas densamente agrupadas, posiblemente dejando caer granizo o nieve.
Se pensaba que el planeta era uniforme en el interior y relativamente aburrido, pero lo que están encontrando es bastante complejo.
En lugar de hallar similitudes con otros planetas, el equipo de la misión está encontrando diferencias inesperadas.

Recordemos que la misión Juno terminará el 2018, cuando la nave se estrelle en el planeta (quizá, desvelando algún misterio más). Solo un par de años de misión, para un viaje que le demoró 5 años...
¿Te ha sorprendido que Júpiter sea más antiguo que el Sol?
¿Cuantos datos más aportará Juno, antes de estrellarse.

Fuentes:

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