¿Es único el sistema solar? ¿Habitamos una zona extraña?

¿Es único el sistema solar? ¿Habitamos una zona extraña?

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El término vida extraterrestre se refiere al hipotético tipo de vida que pueda existir fuera del planeta Tierra y que no se haya originado en él.
Tal vida puede variar desde simples procariotas (o formas de vida comparables) hasta seres con civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra. Hablemos un poco de ello.

La ciencia que estudia la vida extraterrestre en todas sus formas se conoce como astrobiología, y si bien muchos científicos dicen que la búsqueda de vida inteligente en otras partes del universo debe tomarse más en serio, el consenso internacional (incluido el SETI), dice que de momento no hemos hallado vida extraterrestre en ningún otro lugar del cosmos que no sea la Tierra.

Se gastan cantidades ingentes de dinero para hallar vida el algún exoplaneta lejano, y si los extraterrestres ya camparan a sus anchas aquí mismo, en nuestro planeta (o se hubiera demostrado ya fehacientemente su existencia por algún lado), serían absurdos nuestros esfuerzos por estudiar todos esos lejanos mundos. Es de sentido común pensar que si buscamos vida extraterrestres por ahí fuera y tan lejos, es porque obviamente en nuestro planeta no se ha demostrado que haya extraterrestres.

Aparentemente, la Vía Láctea es una galaxia espiral entre muchas y no tiene nada de especial. En nuestra galaxia podría haber unos 200 miles de millones de estrellas, y algunas de ellas podrían poseer sistemas estelares con condiciones aptas para la vida. Es una posibilidad, sí, pero hasta la fecha no hemos encontrado vida fuera de la Tierra.

"Si la vida ha podido desarrollarse aquí, debería de ser muy común en el universo", decía Carl Sagan, pero ya sea por limitaciones técnicas, porque las posibles civilizaciones están demasiado separadas, o llegado cierto punto se extinguen, o por la razón que sea, de momento, y debo insistir en ello, no hemos encontrado evidencia concluyente alguna de vida fuera de nuestro planeta.

Dejando de lado webs y canales de conspiración, misterios, oculto y lo desconocido, no habréis visto nunca un titular que anuncie la detección o contacto demostrado con formas de vida alienígenas. Y es que ningún gobierno del planeta y casi la totalidad de la comunidad científica se muestran prudentes y rigurosos con este tema.

Desde determinados sectores se asegura muy alegremente que cualquier cosa que no podamos explicar de momento, debe provenir necesariamente de extraterrestres, pero eso hay que demostrarlo y todavía nunca se ha hecho.

Si crees que los reptilianos nos gobiernan seguramente lo que viene a continuación no será de tu interés (si no es que has dejado de ver leer esto  hace rato).

Como os decía, la vía Láctea parece ser un galaxia más del montón como tantas otras hay. Y teniendo en cuenta la cantidad de estrellas que posee, también alberga un montón de sistemas estelares de lo más variopintos.
Durante mucho tiempo se pensó que nuestro Sistema Solar no era más que uno de tantos, pero desde que nuevas herramientas nos han permitido escudriñar exoplanetas y sistemas estelares, esto ha cambiado.

Unos investigadores de la Universidad de Montreal, han comprobado que somos más especiales de lo que pensábamos.
Los exoplanetas que orbitan la misma estrella tienden a tener tamaños similares y un espaciado orbital regular.
Por el contrario, nuestro sistema solar contiene una rica variedad de tamaños, tipos y órbitas distintas. Esto sugiere que la mayoría de los sistemas planetarios tienen una historia de formación diferente a la del sistema solar, lo que nos hace más extraños de lo que creíamos.

En nuestro sistema solar los planetas interiores tienen órbitas sorprendentemente grandes y tamaños diversos, y esto nos indica que la formación de nuestro vecindario estelar no fue precisamente "corriente".
Cada vez son más las evidencias que muestran que Júpiter y Saturno interrumpieron la estructura inicial de nuestro sistema en algún momento.
La mayor parte de los exoplanetas encontrados orbitan tan cerca de su estrella como Mercurio, y no es nada común encontrar planetas como Júpiter o Saturno tan alejados de su estrella.
Esto es importante, porque nos puede ayudar en la búsqueda de vida extraterrestre. Para ello, los investigadores pretenden probar cómo la presencia o ausencia de planetas parecidos a Júpiter a grandes distancias orbitales se relacionan con patrones en los sistemas planetarios internos.
En toda esta variedad de exoplanetas y sistemas distantes con soles distintos estudiados, no se ha hallado un sol acompañado de planetas rocosos cercanos y gigantes gaseosos más lejanos.
Además, asteroides y cometas surcan frecuentemente el sistema solar y acabarían estrellándose contra nuestro planeta, pero por fortuna, gracias a Júpiter y Saturno los impactos de meteoritos sobre la Tierra se producen en raras ocasiones.

También un estudio de cientos de estrellas gemelas del Sol concluye que la nuestra es una estrella muy tranquila, un comportamiento importante para que la vida haya prosperado en la Tierra.
Para ello, Timo Reinhold (del Instituto Max Planck de investigación sobre el sistema solar) y su equipo de investigación examinaron decenas de miles de estrellas con las mismas características que nuestro Sol.

Comparado a sus estrellas similares, el Sol es muy raro. O al menos así ha sido durante el período de los últimos 9000 años en los que tenemos constancia de la actividad solar. Recordemos, sin embargo, que estos 90 siglos son muy poca cosa comparados con la edad del Sol que es de unos 4.600 millones de años.

Por ahora es imposible decir si el Sol ha sido así de tranquilo durante toda su vida. Quizás en etapas anteriores fue totalmente similar a sus estrellas gemelas y ahora está pasando por una época de calma particular. O quizás ha sido así siempre. Sea como fuere, es una auténtica suerte que el Sol se comporte de esta manera tan raramente tranquila.

Además, los sistemas solares tienen habitualmente más de un sol. ¿Te imaginas tener dos soles en el cielo al mismo tiempo? Bueno, hay un montón de planetas en el universo donde eso es normal.

En conclusión, si el Sol hubiese sido como la mayoría de sus estrellas gemelas, quizás hubiese impedido la emergencia y el desarrollo de la vida en la Tierra tal y como la conocemos hoy.

Cuando se crea un modelo de sistema con vida a partir de nuestro sistema solar, empiezas a realizarte preguntas como: ¿Necesita la Tierra una Luna? ¿Qué hubiera pasado si el núcleo Terrestre no tuviera el tamaño y composición idóneo para generar un campo magnético tan oportuno? Etc.
Seguramente, si estos y muchos otros parámetros hubiesen sido levemente distintos no estaríais viendo este vídeo.

La existencia de vida en la tierra depende de factores físico-químicos que a su vez son el resultado de la oportuna distancia de la Tierra al sol y su tamaño.

Nuestro planeta no está ni lejos ni cerca del sol. Esto hace que la temperatura media del planeta sea de 15º C, y permite que podamos encontrar agua en estado líquido. No obstante, se especula que en nuestro propio sistema solar y fuera de la llamada zona habitable donde nos encontramos, puede existir también agua en estado líquido.

Otra particularidad es que si la Tierra fuera más pequeña, no tendría suficiente masa para conservar su atmósfera protectora y además esta sería tan espesa y densa que no dejaría pasar la luz del sol.
La composición química de nuestra particular atmósfera provista de oxígeno, también es un requisito básico que permite nuestra existencia.

Pero no olvidemos que el oxígeno fue un gas altamente contaminante que eliminó la mayoría de seres vivos del planeta.
En el último siglo nos hemos acostumbrado a pensar en la contaminación como algo propio de nuestra especie.
Pero una de las mayores contaminaciones atmosféricas tuvo lugar hace unos 2.200 millones de años y evidentemente, no andábamos caminando por la Tierra por entonces así que no podemos echarnos la culpa.
Las primeras formas de vida utilizaban diversas fuentes de energía, principalmente de origen volcánico y geotérmico, o bien se aprovechaban de otros organismos (es decir, eran depredadoras). La atmósfera de entonces estaba formada por nitrógeno, dióxido de carbono, vapor de agua y otros gases.
Las cianobacterias eran un reducido grupo de bacterias que lograron captar la luz solar y usar esa energía para convertir el agua y el dióxido de carbono en materia orgánica. Sólo había un pequeño problema: se producía un gas de desecho muy venenoso, un gas llamado oxígeno.
Cuando la cantidad existente de oxígeno emanado fue excesiva, muchos organismos no lo soportaron y desaparecieron o buscaron lugares donde librarse del venenoso oxígeno.

¿Y por qué os cuento esto? Pues para señalar la excepcionalidad de la aparición de la vida tal y como la conocemos ahora, en nuestro planeta.
La vida que conocemos no afloró exactamente de las condiciones químicas que acompañaron la evolución geológica del planeta en sí, sino del singular y oportuno comportamiento de una pequeña parte de sus habitantes (es decir, gracias a un punto de inflexión sumamente específico y extremadamente insólito).

¿Fue algo de esperar? ¿siempre que encontremos un planeta similar al nuestro va a darse una evolución análoga? ¿O es algo muy inusual?

Los astrónomos empiezan a sospechar que la aparición de la vida en la Tierra pudo depender de una serie de casualidades, tanto astronómicas como geológicas, difíciles de repetir, porque nuestro sistema solar no es tan común como pudiera parecer. Y muchas de las características de la Tierra, que son absolutamente indispensables para el desarrollo de vida inteligente, no han sido observadas en ningún otro planeta.

Por tanto, todo parece indicar que nuestro sistema solar y nuestro planeta Tierra son aún más preciosos y únicos en el universo de lo que pensábamos.

¿Eres de los que piensan que somos una rareza o crees que la vía Láctea está repleta de planetas parecidos a la Tierra rebosantes de vida?
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